Por: Ariel Ávila, subdirector – Pares
Una gran cantidad de analistas, expertos y opinadores han jugado en las últimas dos semanas a crear un escenario para mejorar la imagen del gobierno Duque. Inicialmente dijeron que había la necesidad de que el nuevo presidente diera un timonazo a su gobierno. En otras palabras, Duque debía hacer una revisión crítica de su gobierno. Entre otras cosas, le pedían que encontrara un norte, o mejor, un camino para su gobierno, nadie sabía ni siquiera el lema con el que gobernaba. Por otro lado, debía hacer una revisión en su gabinete, pues su promesa de técnicos experimentados era solo retórica. Por ejemplo, el señor Botero de MinDefensa sabe de todo menos de manejar la seguridad del país. La Ministra Nancy Patricia Gutiérrez ha brillado por su fracaso. Los ejemplos son muchos más.
En medio de la crisis política de Duque, surgieron dos caminos para su timonazo. Por un lado, Venezuela, y por otro, el ELN. Ambos tenían la particularidad de que con su discurso de la seguridad podía tomar impulso y, al final, por temas de seguridad en la frontera, podía unir ambas cosas. El gobierno buscó afanosamente meterse en los líos de Venezuela, a pesar de los costos que podría traer para los más de 2.000 kilómetros de frontera. A la vez, el ELN, con un brutal atentado terrorista, le ayudó a cerrar el círculo al gobierno. El camino está armado.
En este momento, el presidente Duque se encuentra en una situación única para mejorar en las encuestas y también la situación de su partido de cara a las elecciones locales de octubre de 2019. Sin embargo, en lugar de sacar provecho de la situación, optó por meterse en el debate absurdo y vergonzoso de no reconocer los protocolos. Puso al país a debatir algo que de haberlos reconocido le habría dado más legitimidad al gobierno. Ahora ha puesto en aprietos serios a, por lo menos, seis países y a la final le tocará reconocer los protocolos.
Igualmente, el presidente Iván Duque necesita hacer un cambio en su gabinete de forma urgente. No solo se Trata del Ministerio de Defensa o Interior, también su Ministro de Hacienda, que se encuentra envuelto en escándalos de corrupción, le trae un costo político alto. Con ese gabinete muchos no le creerán a su timonazo.
Las próximas semanas serán claves para el presidente, deberá dejar debates sin sentido de lado, modificar su gabinete y sacar ministros quemados que le traen costos políticos, tal vez en ese momento pueda retomar su rumbo. Sin embargo, la fe ciega en inventarse fantasmas para que la seguridad le dé popularidad no es un camino asegurado. La Colombia del 2018 y 2019 no es la Colombia de Uribe. Ya muchos no tragan entero. Además, el gobierno ha anunciado una reforma pensional y, seguramente, en el 2021 una nueva reforma tributaria. Nadie sale bien de tales escenarios.
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