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El gobierno de la esperanza

Por: Walter Aldana

Político social alternativo


El próximo 7 de agosto, y luego de más de 200 años de vida republicana, Colombia verá la posesión de su primer gobierno de izquierda. En la responsabilidad de timonear el barco, está un hombre que logró con su sapiencia salir avante de la más grande persecución que viejos partidos políticos, instituciones de control e instituciones en general hiciera. Gustavo Petro Urrego logró, con la ayuda de Dios y el amor de una parte mayoritaria del pueblo, encarnar en su persona los anhelos y sueños de más de once millones de sufragantes.


Este caudillo está precedido de gigantes lideresas y líderes, como María Cano, Galán el comunero, Galán Luis Carlos, el negro Jorge Eliécer Gaitán, Pardo, Pizarro, el padre Camilo Torres, etc. Es justo reconocer todos estos esfuerzos individuales, pero es la lucha colectiva de procesos organizativos populares que con sacrificios, incluso con pérdida física de sus miembros, aportaron para llegar a la meta, a la casa de los presidentes. Gracias a todos ellos estamos hoy más cerca de vivir en la Colombia soñada, una Colombia por fin, en paz.


Este gobierno entiende la paz como un tratamiento dual, por un lado la esperanza de negociaciones, unas de carácter político y otras jurídicas con los grupos armados que hacen presencia en nuestros territorios; y por el otro la convocatoria a las comunidades y sociedad civil en general a impulsar y desarrollar "diálogos regionales", cuyo resultado será de carácter vinculante para el nuevo gobierno, asumiendo entonces la metodología de construir desde la periferia al centro, de abajo hacia arriba, algo así como: "mandar obedeciendo".


Este 7 de agosto inicia también el mandato de la "justicia social", que es, ni más ni menos, implementar lo conquistado en materia de derechos en la Constitución Política de 1991. Recordemos que tenemos una carta magna que identifica a Colombia como un Estado de Derecho, la gran conquista de la década del noventa, que garantiza el acceso a ingresos económicos, salud, educación, vivienda, afecto, respeto, etc. La “justicia social” es en últimas implementar desde el gobierno y para todos, las conquistas de la Asamblea Nacional Constituyente.


Y el otro gran pilar de este gobierno del cambio que se posesiona el 7 de agosto es la justicia climática: liderar la lucha contra el cambio climático, defender la Amazonía y dar el tránsito poco a poco hacia la utilización de las energías limpias. Es el compromiso por salvar el planeta, muestra de ello es la aprobación en el legislativo del Acuerdo de Escazú, negado en tres oportunidades por el desgobierno de Duque, pero ya aprobado como muestra de la sólida coalición en el Congreso que se dirigirá eventualmente hacia las reformas estructurales prometidas.


Cada día me convenzo más que este no es el gobierno de Petro y Francia, es la llegada al poder de las mujeres ultrajadas de palabra por Rodolfo Hernández, de la barrendera hostigada en campaña por tener un afiche del Pacto Histórico pegado a su carro de recolección, de la campesina que casa a casa, y con el rigor de quien lleva la palabra a otra persona, recorría veredas enteras buscando convencer y aumentar la votación entre primera y segunda vuelta, de las y los jóvenes que rompieron su apatía y se comprometieron, es el esfuerzo de mayores y mayoras que venciendo las dificultades de salud, salieron a votar; es, en fin, la alegría de ver en los ojos de mi compañera Eli Ruby, en los de mis hijas Ana María y Valentina, la esperanza vestida de cambio...para vivir sabroso.


 

*Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad de la persona que ha sido autora y no necesariamente representan la posición de la Fundación Paz & Reconciliación al respecto.

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