Por: Walter Aldana. Columnista Pares.
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El pasado 30 de Noviembre arrancó la negociación del salario mínimo para el 2021. Mientras las centrales obreras proponen un salario mínimo de un millón de pesos más $120 mil de auxilio de transporte, además de que el gobierno nacional (por causas del Covid 19) asuma las nóminas de las micro, pequeñas y medianas empresas, renta básica para los compatriotas de pocos ingresos y derogar el decreto 1174 que da cuenta de “el piso de protección social”.
Los gremios de la producción unificaron su propuesta de un 2% de aumento ($17.560), de tal forma que quedaría en $895.363 en salario así como el mismo 2% en auxilio de transporte.
El debate se retomará en una nueva sesión el próximo 14 de Diciembre, donde la tripartita (trabajadores, empresarios y gobierno) se convertirá en tan solo dos bloques; por un lado los voceros de las y los trabajadores y de la otra orilla encontraremos a adinerados y gobierno, que entre otras cosas son los mismos. Y es que cada fin de año, a mediados de diciembre se hace por unos días noticia las necesidades de los unos y la tacañería de los otros.
Es tan productiva esta “supuesta negociación” como la “conversación” de Duque con los sectores sociales posterior a Noviembre 21 de 2019, cuando un grueso número del pueblo colombiano salió a las calles a decir al gobierno que está cansado de sus mafias, su apuesta a la muerte, asesinato de líderes y lideresas sociales y de derechos humanos, su atentado al medio ambiente así como exigir pactar sobre los problemas estructurales del país.
A veces me pregunto si asistir las centrales obreras a ese circo de “anual concertación”, es convalidar el engaño y el desprecio de parte de los industriales y empresarios frente a quienes les hacen crecer su plusvalía.
Llenar sus bolsillos, al igual que posibilitar que sus familias salgan de la nación a usufructuar de las ganancias generadas con el apoyo de los préstamos a bajo interés, de los dineros de los colombianos. Mientras tanto, equivocados, están creyendo que los jóvenes están pendientes de esa mentira; la realidad es que se preparan para en el 2021 volver a las calles a conquistar su futuro, quizás la forma de negociar el salario mínimo desde el 2022 pueda ser diferente.