Por: Alejandro Restrepo, Naryi Vargas, Carlos Montoya Cely y Ariel Ávila – Pares
En el andén pacífico la violencia nunca se fue. A pesar de que los municipios que componen esa región mantienen diferencias en cuanto a recursos naturales, facilidad para el despliegue de mercados legales e ilegales, capacidad institucional, tejido social y capital económico, los grupos al margen de la ley han querido, históricamente, apropiarse de todo ese territorio. Pares presenta la primera entrega de una serie de tres artículos sobre el recrudecimiento de la guerra en el pacífico colombiano.
En el pasado reciente, la violencia se ha enrarecido en el pacífico: las comunidades recuerdan – y un poco añoran – la presencia armada y el control territorial de grupos que ya estaban consolidados en los territorios, pues, por lo menos, se conocían sus reglas, su repertorio de acción e incluso sus comandantes y enlaces. Actualmente, la cotidianidad es la incertidumbre: grupos que llegan y otros que se van, que cambian de nombre, que se fusionan o se separan; en algunos casos se sospechan alianzas, pero de repente nuevamente están en enfrentamientos. Esto ocurre, especialmente, desde la salida de las FARC de sus territorios para instaurarse en lo que se conoció como Zonas Veredales de Transición y Normalización (ZVTN), actualmente denominados Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación (ETCR).
Sur del Chocó
En el sur del Chocó, desde 2014, cuando comenzaron los ceses unilaterales en el marco del proceso de paz en La Habana, el ELN inició un proceso de expansión a las zonas de control fariano, principalmente en aquellas donde hay minería ilegal. Esto ocurría mientras el Clan del Golfo exterminaba a Los Rastrojos, de tal manera que el fortalecimiento de la guerrilla pasó casi desapercibido. A esta guerra le siguió otra en 2016 con ocasión de la salida formal del Frente 30 de la región: el Clan del Golfo/AGC, que logró ganarle a Los Rastrojos y absorber estructuras criminales locales, se enfrascó en una confrontación con el ELN que llegó a su fin este año luego de un arreglo respecto al control territorial y las rentas ilegales.
Todo esto, además de la confrontación entre el ELN y la Fuerza Pública, ha implicado una crisis humanitaria que en los últimos cuatro años ha dejado para esa región más de 35.000 casos de victimización, incluyendo amenazas, homicidios, desplazamiento, confinamiento, entre otros.
Hasta el momento, las disidencias de FARC no tienen presencia en esta región. Esto se debe, entre otras cosas, a que el Frente 30 que actuaba en esa zona se desplazó en su totalidad hacia las zonas de concentración y el territorio fue temprana y totalmente copado por el Clan del Golfo y el ELN, mientras que en el resto del pacífico el copamiento se ha tardado más y la presencia de desertores de FARC se dio desde hace más de 12 meses.
La situación es más complicada en Buenaventura, el pacífico caucano y el nariñense, pues en este vasto territorio se entrecruzan múltiples estructuras criminales, economías de guerra tanto ilegales como legales, condiciones de vida precarias y acción insuficiente o connivente con la criminalidad por parte de las instituciones del Estado.
Buenaventura
En el Río Naya, a la altura del municipio de Buenaventura, la comandancia del Frente 30 de las FARC tuvo presencia por más de 17 años, coordinando el tráfico de cocaína y la minería ilegal desde el departamento del Cauca hasta la salida hacia el Océano Pacífico a través de milicias locales distribuidas a lo largo del río. Tras la concentración de la tropa en las ZVTN, gran parte de las milicias continuó su accionar delictivo en la región ejerciendo la misma función sobre el narcotráfico y la minería autodenominándose “Los Renacientes”, por considerarse como una nueva etapa de las FARC. Posteriormente se hicieron llamar “Frente Unido del Pacífico”, también conocidos como “Defensores del Pacífico”. Este grupo estaría al mando de alias “Chumbi” y “El Loco”, y, según fuentes locales, no superan los 50 hombres.
Sin embargo, otra estructura armada que se autodenomina “Columna Móvil Jaime Martínez de las FARC” entró en disputa con este grupo aludiendo razones políticas para atacarlo: «Aclaramos que el grupo que se autodenomina como los Defensores del Pacífico, nada tiene que ver con las estructuras de las FARC, como lo dicen ellos. Debido a que no tienen un lineamiento político-militar ni reconocimiento por parte de la dirección nacional de las FARC. Informamos que este grupo será combatido por parte de nuestra organización.Ya que no se han acogido al lineamiento político-militar ideológico y sólo han venido causando gran desprestigio a las FARC».
Como se observa en el comunicado, ‘La Columna Móvil Jaime Martínez’ le declaró la guerra a ‘Defensores del Pacífico’ y acusa a sus miembros de ser responsables del secuestro y asesinato de los últimos cuatro desaparecidos del Naya: Obdulio Angulo Zamora, Hermes Angulo Zamora, Simeón Olave Angulo e Iber Angulo Zamora. Este último fue arrebatado de una misión humanitaria encabezada por la Defensoría del Pueblo y la Personería del municipio de Buenaventura el 5 de mayo, cuando intentaban sacarlo de la región en lancha por el Río Naya debido al riesgo inminente de asesinato.
Según versiones locales, la ‘Columna Jaime Martínez’ estaría subordinada a las órdenes de la disidencia del Guaviare al mando de Gentil Duarte, que busca unificar a los excombatientes rearmados de las extintas FARC a través de lineamientos políticos o del aniquilamiento de quienes no accedan someterse a un mando central
Posteriormente, el ‘Frente Unido del Pacífico’ publicó un video en el cual aceptaron que retuvieron y ejecutaron a estas personas porque estaban “involucradas con actividades delincuenciales, específicamente con la creación de bandas criminales y nexos con paramilitares”
Estos tres nuevos actores armados, constituidos en principio por desertores de FARC, no son los únicos que se disputan el control de la zona rural del distrito. El ELN ha llegado desde el sur del Chocó con la intención de controlar las rutas que permiten la salida hacia el pacífico, la minería ilegal, los cultivos de uso ilícito y otras zonas en que las FARC tuvieron presencia. Allí también está el Clan del Golfo y La Empresa, que de vieja data son dueños de la maquinaria para la extracción de oro en esta región.
El panorama en el casco urbano no es menos complejo. Además del Clan del golfo y La Empresa, que han tenido presencia consolidada en el pasado reciente, han aparecido nuevos y pequeñas agrupaciones que controlan mercados ilegales asociados al narcotráfico, oficinas de cobro, préstamos gota a gota, entre otras actividades que han incrementado la producción de violencia en barrios y comunas. El ELN también ha llegado a controlar algunas zonas, sin embargo aún no se involucra en la disputa por el Puerto, que ha sido controlado de tiempo atrás por grupos el Clan del Golfo y La Empresa.
La aparición de nuevos grupos, las nuevas dinámicas de violencia y los enfrentamientos han dejado como saldo más de 20.000 casos de victimización, incluyendo desplazamientos masivos, homicidios, desapariciones y, en general, zozobra en la población civil que ha observado con preocupación el mantenimiento de la violencia en su territorio después de las promesas que traía consigo la implementación del Acuerdo
Espere las siguientes dos entradas sobre el pacífico nariñense y el pacífico caucano en pares.com.co
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