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Contra viento y marea

Por: Guillermo Segovia Mora

Abogado y politólogo


Cuando parecía que, por fortuna, todo se había intentado sin resultados fatales y la opinión volvía a la cordura, luego de una primera vuelta electoral absurda en la que el uribismo reemplazó su segundo títere por un provinciano agreste y envalentonado, se agitaron de nuevo las resistencias del pasado balbuceante, envenenadas.


De la nada, pero como una tarea financiada, preparada y hábilmente ejecutada, en una operación que requiere tecnologías y complicidades solo disponibles en agencias del Estado o con su complacencia, aparecieron meses de grabaciones ilegales de la campaña de Gustavo Petro, para intentar dañarle el paso.


En un tiempo calmo y con horas para desperdiciar, no habrían pasado de una fisgonería más con sus chismes, anticipaciones, miserias y vergajadas, como diría el político que ciertos medios pusieron de moda. Pero se trataba de buscarle el quiebre a la hazaña del “indeseado” Petro y de ahí se pegaron para tratar de convertir la práctica común de la viveza electoral en un complot contra las instituciones y las “gentes de bien”, es decir, los que se gozan hoy el país.


Este último intento de la ultraderecha de parar a Gustavo Petro, con la travestida revista Semana al frente, de la información a la infamia, les salió mal. Quisieron armar un escándalo nacional que por vías jurídicas impidiera el avance del Pacto Histórico y de sus candidatos a Presidencia y Vicepresidencia, Gustavo Petro y Francia Márquez, y, por el contrario, los reafirmaron.


Interpretaron, comentaron, insinuaron, indujeron, consultaron, convalidaron y, luego de una semana de bilis y chismes, nada. Ciertas almas cándidas todavía siguen reclamándole al Pacto la falta de ética, pasando por encima los sabuesos que le colocan a la vida íntima de un ciudadano una cámara en la cama o a quienes pagan con anticipación la cuenta para ganar la aquiescencia de los convidados.


Cual exegetas diabólicos intentaron interpretar el lado criminal de las palabras y se encontraron con charlas cotidianas, infidencias y confidencias comunes. En la desesperación, la directora del circo y sus bufones quedaron en el ridículo. Uno de quienes querían perjudicar en la faena y salió ganando es Roy Barreras. Lo que muestran los videos es un tipo bien informado, audaz en la anticipación, capaz para ganar adeptos y con todo y su pasado, confiable y firme.


El asunto se tornó baboso. Vicky y su séquito tratando de armar bochinche con un refrito que, sin embargo, los dejó viringos. Gran fiasco el de la otrora revista Semana que cumpliera la cita democrática en los años 60 con el liberal Alberto Lleras y fuera uno de los grandes medios periodísticos de la Colombia de los últimos 30 años con Felipe López a la cabeza. Se vendieron. Hoy es un pasquín de mala ralea y sus periodistas unos sacamicas.


La perdieron por ahí y entonces, el registrador más cuestionado de la historia, en lugar de rectificar, inflado a última hora por el respaldo de la derecha, ante reclamos sustentados del Pacto Histórico, tomó pose de machito y le reclama a Petro que respete las elecciones “como siempre las ha respetado”, reconociéndole, sin querer, su talante democrático y dejando claro a nombre de quién actúa y su innoble propósito.


Luego, en un extraño éxtasis de resultados por la muerte del tal “Mayimbú”, el comandante de la policía exhibe capturas de miembros “presuntos” de las “primeras líneas”, a quienes acusa de un sartal de delitos y contra quienes pide condena, reemplazando a la Fiscalía y los jueces, y dejando evidencia de que son acciones de amedrentamiento, disfrazadas de prevención, por si alguien osa controvertir lo que diga la Registraduría si, contra evidencia, se atreve a desconocer o valida, a conveniencia, los resultados del 19 de junio.


Quien quiera oír que escuche. El martes 14 de junio el candidato del Pacto Histórico, coalición de las organizaciones de izquierda, los movimientos sociales y las organizaciones étnicas del país, imbatible en el Pacífico negro, el gran Cauca indígena, el Caribe garciamarquiano y las gentes libres de las ciudades grandes y pequeñas, anticipando los oscuros movimientos políticos que aún resienten su posible triunfo, en un impecable discurso presidencial dirigió un mensaje de convivencia y tranquilidad a Colombia entera.


No a la reelección, dijo Petro, lo que no implica posible continuidad con otros liderazgos de este proyecto histórico; no expropiación, se comprometió, sin renunciar al mandato constitucional de que la propiedad tiene una función social; independencia total de poderes real, afirmó frente a la compraventa de favores actual; lucha contra la corrupción real y no como lema de campaña con el compromiso de solicitar a la ONU una Comisión Internacional de Investigación y convertir a la Procuraduría en una dependencia de la Fiscalía dedicada a develar las formas y beneficiarios del desangre del presupuesto nacional. Y, eso sí, insistió, será un gobierno de cambio.


Mientras Petro comunicaba al país sus compromisos democráticos, su rival renunciaba a los debates en público ante sus carencias, trataba de disimular con disculpas su intemperancia grotesca ofensora de cultos, sensibilidades y pertenencias, hacía malabares para zafarse de acusaciones de inmoralidad, machismo, comisión de delitos y evasión fiscal, entre las sindicaciones menos comprometidas con su honra familiar. A pesar de todo lo cual se ha convertido en el “gallo” de la ultraderecha contra el cambio.


Risible. Quienes atacaban a Petro por subversivo, ahora le cuestionan ser del establecimiento, no obstante que a la vez lo crucifican por comunista y castrochavista, incendiario e incitador del odio. El gobierno errático lo ataca y juega ilegalmente en contra suya. No saben qué hacer con él, se les salió del molde y se impuso. El problema no es que haya sido un irremisible guerrillero, sino que durante tres décadas dejó la alianza criminal en el poder desnuda. Y ahora es la alternativa.


Hace cuatro años la estrategia del miedo le impuso a Colombia el que dijo Uribe y las consecuencias del legado del aprendiz son catastróficas. A pocas horas de definir el país su suerte para el próximo cuatrienio, entrar en otro estadio de su historia o seguir el trauma de sus tragedias, los fantasmas del pasado lo atan al temor y los desafíos del futuro, a la vez que de esperanza, lo colman de incertidumbres.


Petro llegó hasta aquí dando batallas por la vida y la decencia, venciendo mafias y patrañas y juntando pueblo. Indígenas, negros, campesinos, mujeres, sexualidades diversas y jóvenes amplían el espacio de la izquierda a los comprometidos con la paz, la justicia y la democracia en una alianza por el cambio inédita. Ojalá, como dice su candidata a la Vicepresidencia, Francia Márquez Mina, esta sea la oportunidad de los nadies y de empezar a vivir sabroso.


 

*Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad de la persona que ha sido autora y no necesariamente representan la posición de la Fundación Paz & Reconciliación al respecto.

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