Por: Luis Eduardo Celis
Analista de conflictos armados y de sus perspectivas de superación – Asesor de la Fundación Paz & Reconciliación.
A la memoria de los que han sufrido y siguen sufriendo en una Arauca donde no hay garantías para el ejercicio de la política
Sin acción política de calidad y sin garantías las sociedades no pueden progresar en un sentido de construcción de nuevas realidades, donde sea posible la vida digna y el ejercicio de una ciudadanía construida desde los derechos. Todo pasa por la política: la gestión pública y la acción de sociedad.
Que las niñas y los niños de Puerto Lleras puedan ir a la escuela, para lo cual requieren el servicio de transporte por el río Arauca; que las mujeres araucanas puedan vivir libres de violencias y participar de manera activa; que las familias campesinas del Charo, en Saravena, puedan decidir si quieren o no petróleo en su territorio; que las comunidades indígenas puedan construir sus proyectos de vida en medio de tantas dificultades; que el cacao, los lácteos y el buen plátano que se produce en el Sarare logre buenos mercados y las familias campesinas puedan enviar a sus hijas e hijos a buenas universidades; en fin, ningún tema de la vida familiar y comunitaria se puede llevar adelante si no hay políticas que den garantías y condiciones para hacerlo posible. Ningún tema público está por fuera de la política. Ninguno.
Ejercer la acción y el liderazgo político en Arauca es una profesión de alto riesgo, se puede terminar en la tumba, la cárcel, desterrado o autosilenciado. No es fácil, no lo ha sido ni lo es, en el presente, ser líder o lideresa en este territorio. Las y los destinatarios de esta carta lo saben muy bien y mejor que quien esto escribe desde la comodidad de no vivir en Arauca; lo saben concejales, diputados, alcaldes y gobernadores, la mayoría de ellos muertos, prófugos o en la cárcel al día de hoy. Triste realidad.
Hoy, nuevamente, se hace evidente que hay graves problemas en Arauca para ejercer la acción política. No hay garantías para ejercerla de manera democrática. Así ha sido desde hace décadas, y es el momento de que toda la clase política se pregunte si van a seguir así por los próximos años. No es pequeño el desafío que enfrentan: continuar en este orden de violencia, intimidación, miedo y todo lo que lo anterior trae, o la posibilidad de buscar nuevos caminos. Fácil decirlo y escribirlo, y muy difícil darle otro rumbo a la política en Arauca. Bien lo sé.
Servir a dos señores es dura tarea. Muchos de ustedes lo han tenido que vivir todos los días desde hace cuarenta y un años: “servir” al Estado colombiano con sus leyes y controles, y “servir” a las guerrillas con sus códigos, demandas y lógicas. Eso es lo que han vivido y siguen viviendo hasta el presente quienes hacen política y ejercen la función pública en este departamento.
Yo digo que no hay garantías en Arauca, que la Constitución nacional no rige plenamente en este territorio, que hay un poder formal del Estado colombiano con sus instituciones y un poder informal de la guerrilla, que no hay político hoy en Arauca que no tenga que vérselas con la guerrilla de una u otra forma: para esquivarles, para escucharles, para concertar, para hacerse cerca o lejos de su influencia. No hay forma de hacer política y ejercer el gobierno en los siete municipios de Arauca sin tener presente la variable: acción de la guerrilla. Hay dos Estados en Arauca: uno formal y uno informal. Así, todo es difícil y problemático. Se requiere un solo Estado y que funcione de manera democrática.
La dirigencia política Araucana debe salir de este orden de autoritarismo, violencias y miedo en el que vive. Deben ponerle la cara a esta dura realidad y decir que no hay garantías en el departamento, que se requiere un proceso de paz con el ELN y volver a pensar el tratamiento a las estructuras de las FARC que persisten en el territorio.
La dirigencia política araucana y también la social deben reunirse en un cabildo abierto y decirle al Estado colombiano que no hay garantías para ejercer sus derechos, que es la hora de pensar y definir un nuevo rumbo para este territorio. Es un buen momento para decirles a todas y todos quienes compiten por la Presidencia de la República que Arauca también es Colombia, y que no hay garantías para ejercer el derecho ciudadano a la participación, que no es un tema menor y que se paga con la vida o con la libertad.
* Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad de la persona a la que corresponde su autoría y no necesariamente representan la posición de la Fundación Paz & Reconciliación (Pares) al respecto.
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