Por: María Isabel Loaiza Cordero
En el marco del postconflicto y del largo proceso de construcción de paz que viene para Colombia, la articulación de los diferentes actores de la sociedad es fundamental. La coordinación entre el sector público, la academia y el sector privado debe generar puntos de trabajo en común en miras a obtener mejores resultados para quienes se vieron afectados por el conflicto armado.
Por esta razón, desde la Fundación Paz y Reconciliación – Pares, en alianza con la Universidad Externado de Colombia, se desarrolló un trabajo que definió dos rutas para el sector privado en el proceso de construcción de paz: una socioeconómica y otra de tejido social y cultura de paz.
Estas rutas muestran los pasos a seguir para las empresas que quieran aportar desde su quehacer a la construcción de paz y a la transformación del país. Además, están relacionadas con la inclusión económica, por un lado, y la inclusión social, por otro.
Específicamente, la ruta empresarial para fortalecer el tejido social y la cultura de paz hace énfasis en la importancia de las relaciones al interior de la comunidad y de la empresa con su entorno. Una empresa con unas buenas relaciones con sus grupos de interés, seguramente, logrará mejores resultados que aquellas que no las tienen. Es por ello que el trabajo de la empresa debe integrarse con la comunidad y lograr procesos de transformación desde el trabajo con sus integrantes.
Esta ruta también hace referencia a la importancia de desarrollar diagnósticos participativos con las comunidades para que la implementación de proyectos tenga mayor impacto, mayor sostenibilidad en el tiempo y especialmente ayude al restablecimiento y co-construcción del tejido social.
Con tejido social nos referimos a la necesidad de reivindicar las relaciones en las comunidades en las que se desarrollan las empresas, para lograr un mejor impulso tanto de los negocios de la empresa como de los procesos con las comunidades.
Proceso en tres fases:
Fase 1 – Planeación: hace referencia a la determinación de los aspectos materiales de la empresa, a la elaboración de un diagnóstico participativo de la comunidad y, finalmente, a la construcción de la propuesta de trabajo.
Fase 2 – Implementación: En esta fase se hace mención a cinco mecanismos que se pueden llevar a cabo con base en los tres pasos que componen la Fase 1. Busca desarrollar procesos relacionados a las necesidades de las comunidades y que tengan relación con:
Los procesos de atención directa la población prioritaria para el posconflicto (PPP).
Procesos de construcción de memoria.
Promoción de la comprensión de la empresa.
Creación de mecanismos de resolución de conflictos.
Creación y fortalecimiento de entornos protectores.
Fase 3 – Seguimiento y control: Esta es una fase transversal del proceso y da cuenta de la necesidad de sistematizar y registrar toda la información desde la Fase 1. Este registro le permitirá a la empresa, y a la misma comunidad, trabajar sobre estos en futuras intervenciones con las comunidades. En esta Fase se hace referencia a la definición de indicadores, aplicación de mediciones periódicas y al análisis de resultados para la toma de decisiones.
Este trabajo tiene en cuenta la estrategia de construcción de paz del gobierno nacional dentro del Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera, en el cual se hace un llamado al sector privado y a la empresa como uno de los grandes actores clave para generar desarrollo y garantizar los derechos de las personas más afectadas por el conflicto armado.
La ruta de tejido social y cultura de paz hace una invitación al sector privado a desarrollar proyectos comunitarios que vayan más allá de lo económico. Con esto, se llegará a procesos más profundos de transformación social con base en el re-establecimiento de relaciones entre la misma comunidad. El resultado se verá reflejado en mejores vecinos, mejores aliados y, por qué no, mejores sociedades para la construcción de una paz estable y duradera.
Comments