Por: Laura Cano. Periodista Pares.
El 16 de mayo de 1984 es una fecha clave en la memoria del movimiento estudiantil, también evocarla insta a que se haga un repaso por lo que estaba pasando en el país durante ese año, los anteriores y los posteriores.
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Plaza Che. Universidad Nacional. Siendo cerca del mediodía en este punto de la universidad un bus es incendiado. Minutos después inicia un tropel sobre la calle 26, que se convierte en el argumento de la Fuerza Pública para ingresar al campus, dejando a su paso y con esta acción uno de los capítulos más violentos de la memoria estudiantil en Colombia.
El motivo que llevó a los/as estudiantes a este acto de protesta fue una seguidilla de hechos, en los que muchos a la fecha ni siquiera han sido investigados. El principal fue el asesinato de Jesús ‘Chucho’ León, un estudiante de odontología que había llegado desde Pasto a la capital, en medio de una época en la que por distintos motivos se había fortalecido el ingreso a la Nacional de personas de otras zonas del país distintas a Bogotá.
Una de esas razones fue el fortalecimiento entre los años 60 y 70 de la estrategia de Bienestar Estudiantil, en el que, entre otras cosas, se promovieron programas de alojamiento y alimentación para los y las estudiantes que llegaban de otros departamentos, y a quienes les era difícil solventar los costos de un arriendo en la capital.
Paralelo a esto, en el panorama nacional, el presidente para ese momento (1978 – 1982), Julio César Turbay Ayala, decidió instalar desde el 06 de septiembre de 1978 mediante el Decreto 1923 del mismo año el llamado Estatuto de Seguridad, con el cual se insistía en que las Fuerzas Armadas debían combatir al «enemigo interno» que amenazaba los «intereses nacionales”, con lo que se abrió una puerta para los abusos de la Fuerza Pública, además permitió la criminalización de la protesta social, reprimiendo cualquier acto de oposición a esta medida.
También, en medio de esto, más exactamente para 1976, el Consejo Superior Universitario (CSU) decide suspender indefinidamente el programa de alojamiento estudiantil, argumentando que éste estaba representaba un problema de orden público; solamente quedaron habilitadas las residencias femeninas y algunos bloques destinados a parejas casadas y con hijos/as. El cierre ocasionó una deserción significativa de estudiantes, pues prácticamente estaban obligados a pagar piezas arrendadas a altos costos o a vivir en condiciones precarias.
Esto fue motivo de tensión entre lo institucional y los/as estudiante, lo que motivaría a que en septiembre de 1982 algunos/as estudiantes se organizaran para iniciar un movimiento por la recuperación de los edificios en donde se ubicaban las residencias Uriel Gutiérrez y el Complejo de residencias estudiantiles Camilo Torres Restrepo, con el fin de que a allí pudieran retornar los estudiantes que no tenían acceso a
vivienda.
Esta acción permitió crear unos acuerdos para la regularización de las residencias, los cuales permitirían que se reabrieran los alojamientos. Tras esto se conformó la agencia de Cooperación Estudiantil que sería la organización garante de que se cumpliera lo acordado. Estos acuerdos fueron puestos en marcha en abril de 1984.
Volviendo al principio de este texto, uno de los líderes de la Agencia de Cooperación Estudiantil, era Jesús ‘Chucho’ León. En este punto varios de los escenarios anteriores convergieron: la represión y persecución a cualquier tipo de movilización u oposición a las políticas que en ese momento se impulsaban en el país, la agitación del movimiento estudiantil, además, hubo un hecho que detonó los sucesos del 16 de mayo; el asesinato de Jesús Chucho León.
Para 1976, el Consejo Superior Universitario (CSU) decide suspender indefinidamente el programa de alojamiento estudiantil, argumentando que éste estaba representaba un problema de orden público; solamente quedaron habilitadas las residencias femeninas y algunos bloques destinados a parejas casadas y con hijos/as. El cierre ocasionó una deserción significativa de estudiantes, pues prácticamente estaban obligados a pagar piezas arrendadas a altos costos o a vivir en condiciones precarias. Imágenes: Cortesía Archivos del Búho.
A él lo interceptaron en Cali mientras viajaba a su ciudad natal, para ser desaparecido y torturado, y luego dejar su cuerpo en las instalaciones de la Universidad del Valle. Tras este crimen los estudiantes de la UN convocaron para el 16 de mayo de ese año a una jornada de protesta.
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En la Che resaltan algunas pancartas con la imagen del compañero. El acto político, en principio, se da entre demostraciones artísticas, visibilizando los asesinatos que se dan bajo el silencio de los medios de comunicación y del gobierno de ese momento (Belisario Betancur). Mientras tanto a otros tantos estudiantes el acto de reivindicación los convocaba en las calles cercanas a la Universidad.
En ese punto se comienzan a escuchar tiros que iban en contra de los estudiantes, cuando la capacidad de defensa de estos era mínimamente comparada con la de la Fuerza Pública. Al interior de la Universidad había presencia varias unidades de la Policía: el escuadrón de motorizados, la fuerza disponible, los servicios de inteligencia F2 y el Grupo de Operaciones Especiales (GOES), quienes terminaron reaccionando de manera desproporcionada y planificada.
Al menos, 46 personas de la comunidad universitaria resultaron heridas, y de estas, por lo menos 05 por impacto de arma de fuego, y a lo largo de estos años, a pesar del silencio y pocas investigaciones al respecto, se ha logrado establecer que han sido múltiples las denuncias por asesinato y desapariciones forzadas. Hay que resaltar que no se ha adelantado ninguna investigación por ninguna institución encargada sobre la responsabilidad de la Fuerza Pública el 16 de mayo de 1984.
Se ha logrado establecer que en ese momento 81 personas fueron detenidas, sometidas a tratos crueles, torturas, amenazas en contra de sus vida y violencia sexual; de estas personas detenidas 11 eran mujeres, 70 hombres, 1 fue condenada a cerca de 18 meses de prisión como resultado de un montaje judicial, y 68 permanecieron en centro de reclusión por entre 2 semanas y un mes de manera irregular.
Luego de ese día la Universidad Nacional fue cerrada, lo que impidió que se esclareciera los hechos, y provocó que con el cierre se vendiera una idea de olvido de lo ocurrido, el popular: “Aquí no pasó nada”. En los años siguientes Bienestar Estudiantil fue poco a poco desmontado, llevando al cierre definitivo de los alojamientos estudiantiles y el comedor universitario. Solo un año después la universidad retomó actividades.
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Parte de lograr reconstruir lo anterior, es gracias al trabajo que ha venido realizando Archivos del Búho, un proyecto que desde el 2017 y teniendo como punto de partida archivos que egresados de la universidad tenían sobre el movimiento estudiantil, ha logrado recopilar, organizar y difundir memorias de lo que históricamente ha sucedido con las y los estudiantes.
Durante estos años desde el proyecto se ha logrado entregar una base de datos con vulneraciones a los Derechos Humanos al movimiento estudiantil, la cual fue presentada el pasado mes de junio a la Comisión de la Verdad, la misma entidad a la que el pasado miércoles le fue entregado un informe sobre lo ocurrido en 16 de mayo de 1984 en la institución, titulado `Reventando silencios: memorias del 16 de mayo de 1984, en la ciudad universitaria’.
El proceso para la elaboración de este documento da luces sobre cómo ha sido el trabajo de Archivos del Búho durante estos tres años, no solo para esta investigación, sino también en cuanto a los objetivos y principios políticos con los que han guiado su trabajo.
Lo que sucedió el pasado miércoles, cuando fue entregado a la Comisión de la Verdad este informe, partió de una idea con la que llegaron en 2019 tres estudiantes de la universidad, que actualmente hacen parte del proyecto. Luego de algunas reuniones se definió que entre los temas que se venían investigando desde Archivos de Búho, se quería profundizar y sacar un documento que diera cuenta de lo ocurrido el 16 de mayo de 1984.
Para esto se adelantaron varias acciones, entre ellas realizar talleres de memoria en los que se escucharon a varios estudiantes de ese momento, incluso muchos/as hasta en esa ocasión contaban lo que recordaban de ese día.
“Los talleres han sido muy provechosos. Hemos brindado el espacio para la memoria, para las personas que no pudieron expresar su dolor y rabia en ese momento y llevar su duelo, en este momento encontraran el espacio para relatar su memoria, para relatar lo que sentían; para hacer la catarsis de esos hechos. Una de las participantes nos contaba que duró 30 años sin poder hablar de lo que pasó., poder hacerlo en el espacio que nosotros/as creamos, fue muy importante para ambas partes”, contó Paola Rodríguez, estudiante de estudios literarios, integrante de Archivos del Búho.
Adicional, fueron enviados varios derechos de petición a entidades como la Fiscalía y la Defensoría del Pueblo, de quienes a la fecha no se ha obtenido ninguna respuesta, o se ha indicado que no tienen o no existe información al respecto.
“Nuestro trabajo es muy objetivo, queríamos la información de estas instituciones justamente para tener el testimonio del otro lado y también para tener ciertos datos que nosotros/as no tenemos con precisión, por ejemplo, sobre cuántas personas asesinadas hubo el 16 de mayo, ese es un dato que no tenemos con precisión a pesar que consultamos muchas fuentes. Pensamos que quizá mandado esos derechos de petición podíamos obtener un inicio o un aproximado de cuántas personas cayeron ese día o cuántas fueron desparecidas, pero se negaron a darnos esa información. Aunque no es una información que consideremos imprescindible, sí nos hubiese gustado incluirla sobre todo por la esencia de la investigación de tener el mayor soporte de lo que se está diciendo. Podríamos hacer algunas suposiciones acerca de qué fue lo que impidió que obtuviéramos esa información: no es raro que el Estado, y en ese caso la Fiscalía como ente estatal, se niegue a dar información sobre hechos que implican al Estado directamente”, agregó Anamaría Ropero, integrante de Archivos del Búho y estudiante de filosofía de la Universidad Nacional. A esto se sumó que se realizaron revisiones de prensa del momento, revistas y periódicos para así, como cuentan los/as estudiantes, poder tener una reconstrucción más amplia de lo sucedido.
Hay que resaltar que, como parte de la conmemoración del 16 de mayo, se pretende entregar la versión física y en libro del informe, es decir, este producto sería entregado en los 37 años de esta fecha.
No obstante, además de este proceso investigativo se han dado otros en esta misma línea, pues, como identifican las estudiantes, este es un proceso hecho desde la memoria estudiantil, hecho para esta misma, pues esta se ha convertido en una acción contra el olvido, el cual en muchos de los casos pareciera imperar.
Por otra parte, y resaltando el trabajo que se ha desarrollado a través de Archivos del Búho, hay que resaltar que, aunque esta ha sido una de sus acciones de injerencia, se han dado otras que en lo general han sido dirigidas a la comunidad universitaria, esto bajo el fin de la apropiación y reconocimiento de la historia de la institución y de los movimientos estudiantiles.
De esta forma, también se logró establecer la elaboración de una cartilla en la cual se hace una cartografía de 15 de los lugares donde han sido cometidas vulneraciones al movimiento estudiantil, demostrando, como unos de sus fines, que muchas de estas acciones siguen siendo cometidas sistemáticamente por miembros de la Fuerza Pública.
Justamente en relación con lo anterior este viernes se hará entrega de la cartografía de la memoria estudiantil, en la que se identifican 15 de los casos de vulneraciones al movimiento estudiantil, en las cuales se narra hechos relacionados con masacres, homicidios, desapariciones.
Durante estos años desde el proyecto se ha logrado entregar una base de datos con vulneraciones a los Derechos Humanos al movimiento estudiantil, la cual fue presentada el pasado mes de junio a la Comisión de la Verdad, la misma entidad a la que el pasado miércoles le fue entregado un informe sobre lo ocurrido en 16 de mayo de 1984 en la institución, titulado `Reventando silencios: memorias del 16 de mayo de 1984, en la ciudad universitaria’. Imagen: Cortesía Archivos del Búho.
Como nos cuentan las estudiantes, uno de los intereses con este trabajo es lograr evidenciar cómo algunos lugares de memoria han perdido su sentido, cómo las cotidianidades que los rodeado han hecho que el conocer e identificar lo ocurrido en algunos sitios cada vez cueste más.
“El centro de este proyecto es el movimiento estudiantil porque es un proyecto mismo del movimiento estudiantil. En tanto que esto es así vemos la necesidad de que exista una memoria de este movimiento. Queremos que sea un proyecto que le recuerde a los estudiantes que se movilizan y que se piensa la forma en qué Colombia está atravesada por el estudiantado; que hay una historia, que hay unos muertos, que hay unas personas que fueron víctimas del Estado”, agregó Anamaría Ropero.
En relación con lo anterior uno de los intereses con la cartografía es llamar la atención para que sea de alguna forma un llamado de atención para que también institucionalmente sean reconocidos estos lugares de memoria, que, en esta primera entrega, se ubican en localidades como Kennedy, Engativá y Ciudad Bolívar.
“Queremos rescatar todos los casos de vulneraciones a los DDHH mostrando que no solo se presentan dentro de la universidad y dentro de las zonas conocidas de Bogotá, sino que queríamos mostrar que las violencias no solo se quedan en estas zonas, sino que abarcan diferentes épocas y diferentes espacios del territorio”, indicó Paola.
A esto se suma que se ha logrado avanzar en una cartografía específicamente dirigida a la memoria de la Universidad Nacional, esto, como lo afirmaba Anamaría Ropero, porque “a nuestro parecer no solo es un lugar donde ocurren hechos nefastos de violación de los ddhh, sino que es constantemente ha sido un territorio en el que se da el conflicto, es un espacio de confrontación de diferentes actores, por eso creemos que este lugar debe ser reconocido de este modo, en ese sentido no solamente intentamos no olvidar, sino ante la mirada de la gente de pie, de las colectividades y todo aquel que pase por allí, no solamente se vea que hay universidad, sino que hay una historia detrás de ese lugar, y en ese sentido no es solo una universidad, sino un lugar histórico”.
Agregaban las estudiantes que en relación con esto se han identificados lugares precisos en la universidad que han estado marcados por estas confrontaciones, en estos han sido puestas algunas placas conmemorativas. “Esto también es una forma de llamar al estudiantado y decirles – ustedes han pasado por aquí muchas veces y nunca se ha parado un segundo a mirar las placas que hay ahí-, entonces también es eso identificar lugares de memoria para que no pasen desparecidos”.
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