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3 razones para ser un empresario de paz

Extracto de la publicación Invirtiendo en el futuro. Guía para construir paz desde el sector empresarial en Colombia.

Por: Universidad Externado de Colombia y Conflictos asociados al desarrollo-Pares


Existe un consenso cada vez más amplio en cuanto a la importancia del sector empresarial como aliado estratégico para la construcción de paz en países afectados por conflictos armados. Por lo general, se asume que el Estado es el principal responsable de la paz, pero este no puede hacer todo el trabajo solo. La cooperación internacional es, usualmente, el primer aliado que el Estado considera para fortalecer su trabajo, pero sus recursos son limitados.

Del otro lado está el sector empresarial, al cual recientemente se ha denominado como la “niña consentida de las organizaciones domésticas e internacionales” (Rettberg, 2010), en referencia a su importancia como socio para la construcción de paz.

Cada vez más los gobiernos y las agencias de cooperación buscan potenciar sus intervenciones, y la sostenibilidad de éstas, a través de la vinculación de los empresarios. Se ha entendido el gran potencial transformador que tienen los empresarios en las relaciones sociales. Todas las empresas, de todos los sectores, de todos los tamaños pueden contribuir en el gran propósito de la paz.

Construir paz implica, en gran medida, superar una serie de condiciones que denominamos retos del postconflicto, para lo cual se requiere el trabajo de todos los actores relevantes en los territorios, incluyendo a las empresas. Por ejemplo, superar fenómenos como las economías criminales no será posible si el Estado y el sector empresarial no suman esfuerzos para la reconstrucción económica y social en las zonas afectadas. Las estrategias militar y policial funcionan únicamente si se proveen alternativas de ingresos para las miles de familias que dependen económicamente de actividades ilícitas.

Además de la generación de oportunidades económicas y de ingresos para las comunidades, las empresas pueden aportar por medio de una amplia gama de actividades relacionadas con varias dimensiones de la paz, que pasan por lo económico, pero también por lo relacionado con la cultura de paz y reconciliación, la gobernanza y la seguridad. Es también una invitación para que el sector empresarial piense de manera creativa su rol en el proceso de paz.

Esta invitación viene de la mano de un gran reto: mostrarle al sector empresarial que puede aportar a la paz a través de las actividades que adelanta normalmente. Es indicarle que para aportar a la paz no debe dejar de ser empresario y disfrazarse de Estado, sino que debe trabajar con una sensibilidad especial, y en la medida de sus capacidades y recursos, identificando los aportes que puede hacer para la superación de los grandes retos del país en los años venideros.

De acuerdo con la prolífica literatura que ha surgido alrededor del sector empresarial y la construcción de paz, se han esgrimido diferentes argumentos sobre las motivaciones que tiene el empresariado para involucrarse activamente en la construcción de paz.

La primera motivación tiene que ver con razones de orden ético que llevan al empresario a entender su papel como un actor más dentro del tejido social del territorio donde opera; y por lo tanto, siente la necesidad de generar un aporte a partir de las capacidades que le brindan su negocio y su capital. En particular para las empresas locales o aquellas que han sido parte del territorio durante las épocas más duras del conflicto, este imperativo moral –como lo denomina International Alert– genera en los empresarios un deseo de terminar la guerra, así como de promover y apoyar la paz como un objetivo superior de la sociedad.

Esta motivación se fundamenta en una nueva ética de los negocios, en la cual la globalización ha llevado a establecer nuevas formas de pensar el rol de las empresas, partiendo de nuevos imaginarios como el valor compartido, que incluye la generación de beneficios para las comunidades donde operan los negocios – en contravía de la idea de generación de valor económico que busca dividendos únicamente para los accionistas–, o de principios como la sostenibilidad, que obligan a pensar de manera comprensiva los distintos impactos que genera la actividad empresarial. Es pensar que a los negocios les va bien cuando a la gente le va bien. Aportarle a la paz a partir de una motivación ética es entender que la paz es el mejor ambiente para los negocios.

Otra de las motivaciones, que tiene gran importancia, es la de orden económico. Son muchos los argumentos que sustentan que la paz es un gran negocio para el sector empresarial. Sin el ánimo de ser exhaustivos, a continuación se enlistan algunos de esos argumentos:

  1. Operacional: Una sociedad en conflicto implica más restricciones y mayores costos de operación. De esta manera, aportar a la construcción de paz puede significar la reducción de costos en términos de seguridad o de producción perdida a causa del conflicto. También puede traducirse en la apertura de mercados vedados por la confrontación armada.

  2. Seguridad en las inversiones: El conflicto armado implica grandes riesgos para la infraestructura y el capital humano. Acabar el conflicto genera seguridad y estabilidad a los inversores.

  3. Ganancias en reputación: En el mundo de los negocios del siglo XXI, la reputación es un activo invaluable. Los consumidores han empezado a apreciar las prácticas económicas subyacentes a los procesos productivos y valores como el aporte a la paz pueden generar un incentivo adicional para el consumo de ciertos bienes o servicios.

La tercera motivación está relacionada con el ambiente de los negocios. Construir paz implica también un avance de las capacidades de los gobiernos locales y las comunidades. En particular para las empresas que operan en contextos de debilidad estatal, el ambiente de negocios puede verse complejizado por fenómenos como la corrupción o la alta conflictividad social.

Una mejor institucionalidad y una comunidad con mayores capacidades para el diálogo y la solución de conflictos son, de hecho, una oportunidad para hacer mejores negocios. Planteado lo anterior, es importante concluir que esta es una invitación al sector empresarial que debe convenir mínimo con los siguientes principios:


  1. El aporte empresarial a la paz se hace a partir de lo que saben hacer las empresas: negocios y creación de valor. Las empresas no deben cambiar su naturaleza para poder aportar.

  2. El sector empresarial no puede ni debe sustituir al Estado; por lo tanto, las iniciativas que busquen emprender en pro de la construcción de paz deberían hacerse con asocio estatal.

  3. El pilar básico sobre el cual deben sostenerse los empresarios interesados en aportar a la construcción de paz es la gestión responsable. La primera tarea de la cual deben encargarse los empresarios es garantizar que sus operaciones se hagan en el marco del respeto a los derechos humanos y según los principios de sostenibilidad.


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