Tomás y Jerónimo Uribe, los hijos de expresidente más ricos de la historia del país
- Redacción Pares
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Por: Redacción Pares

Los delfines siempre han sido un problema. Cualquiera que viva en un país con la desigualdad que campea en Colombia detestará al hijo de un presidente. Andrés Pastrana es un delfín poderosísimo. Siempre fue un privilegiado. Consentido por el Partido Conservador, fue el último presidente que dio esta colectividad. Algunos otros, como los hijos de Ernesto Samper, desaparecieron de la esfera pública. Simón Gaviria tiene poder dentro del Partido Liberal, pero aún estará lejos de aspirar a ser presidente; su hermana, María Paz, se ha dedicado de lleno al arte, pasión que heredó de sus papás. Pero, en ese tinglado, ninguno es tan poderoso como el tándem que constituyen Tomás y Jerónimo Uribe.
Durante el juicio que se le lleva a su padre por manipulación de testigos y fraude procesal, el expresidente se ha vendido como un campesino hecho a pulso. Incluso, durante una declaración que dio a finales de abril, afirmó que su oficio consistía en comprar “unas vaquitas flacas, engordarlas y después venderlas”. En realidad, Álvaro Uribe Vélez es, en cierta manera, un delfín. Es hijo de un hombre poderoso dueño de haciendas que se cuentan en miles de hectáreas como Las Guacharacas. Incluso él mismo es dueño de El Ubérrimo en Córdoba, una finca que tiene 1.500 hectáreas y que incluso tiene un pueblo en el medio de la misma.
Lo que llama la atención es el poder silencioso que tienen Tomás y Jerónimo Uribe. En su espacio, en La W Radio, Daniel Coronell afirmó el pasado 4 de junio que los hijos del expresidente están lanzando un concurso que premia a quien revele supuestos “torcidos” del reconocido periodista investigador. El ganador obtendrá 100 millones de pesos. Esto es, en lenguaje del Viejo Oeste, ponerle precio a una cabeza.
Los Uribe tienen la sangre en el ojo contra Coronell. No solo sus investigaciones contra el expresidente fueron vitales para que el caso que se le sigue por manipulación de testigos -en donde en un principio el acusado era Iván Cepeda- se torciera en su contra, sino que también ha apuntado contra Tomas y Jerónimo.
Él no ha sido el único periodista que se ha encargado de seguirles los pasos a Uribe, sus hijos y su fortuna. La revista Vorágine también. En el año 2022 esta revista encontró 72 matrículas inmobiliarias que están a nombre de Uribe, su esposa Lina Moreno y sus hijos Tomás y Jerónimo. Si se sumara cuánto miden los 72 bienes se sumarían 21 millones de metros cuadrados. Esto daría, recuerda la publicación, una extensión más grande que la del municipio de Itaguí. Los 72 bienes están repartidos así: 54 en Córdoba, 11 en Antioquia, seis en Cundinamarca y uno en Bogotá.
Una de las grandes jugadas mobiliarias que hicieron Tomás y Jerónimo, como recordó en su momento el portal Las 2 orillas fue la compra de unos lotes en Mosquera, Cundinamarca, por 34 millones de pesos. Entonces ocurrió algo que se puede calificar de “Milagroso”. Es que dos años después de la compra de estos terrenos fueron declarados como Zona Franca, lo que disparó su valorización más de 100 veces. El terreno costaba ahora 3.000 millones de pesos.
Pero no solo son terratenientes, sino que son los artesanos más afortunados del país. Mientras tantos artistas intentan salir adelante con sus emprendimientos ellos, cuando crearon la empresa Sapia en 2002, el año en el que fue presidente su papá, jamás imaginaron que la venderían una década después en 6.000 millones de pesos. Un año después, crearon una empresa de reciclaje a la que le pusieron el nombre de Ecoeficiencia. El capital con el que iniciaron fue de 10 millones de pesos. Pero, según información de El Espectador, esta ya costaba 43.000 millones de pesos.
Desde 2015 hasta la fecha, han abierto centros comerciales en varias ciudades del país. La fortuna de los hijos de Uribe ya se puede calificar de incalculable. Así que, por supuesto, para ellos, cien millones de pesos, el monto que les darán a los supuestos periodistas que ganen el concurso de embarrar a Coronell, es tan solo el pelo de una cabeza frondosa. ¿Cuándo nos darán el secreto de su magia?