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Las mujeres de los turbantes le dicen no a la guerra

Por: Sergio Saavedra. Redacción Pares

“Ven sujétate a mi orilla con la borrasca de enero y navega sin temores con el oleaje de fuego, y cuando el sol se marchite entra a mi playa de nuevo”, son los versos de la poetisa Elcina Valencia, quien nació en Buenaventura y desde el puerto del Pacífico, habla de la fortaleza de la mujer.

En esta oportunidad la historia es sobre la iniciativa +Turbantes -Violencia, la cual nace de la fundación Fortupaz. Ellas trabajan en Villavicencio y son 17 mujeres, que van desde los 20 hasta los 60 años. Llevan dos años consolidando este proyecto.


Este proyecto pretende mejorar la calidad de vida, en la creación y producción de turbantes, que permite una alternativa para las mujeres que hacen parte del proyecto.


Esta historia tiene un rostro. Ella es Elizabeth Cometa Prado, quien ha tenido una vida de vaivén, con borrascas, pero se resiste izando las banderas de la paz. Elizabeth es defensora de Derechos Humanos y su vida ha trasegado por los departamentos de Caldas, Tolima, Valle del Cauca y Meta.

Elizabeth Cometa, de pie en la foto, es la mujer encargada de dirigir y coordinar la iniciativa +Turbantes -Violencia

En el camino, la guerra ha sido obstinada y ha querido ser protagonista de su historia. El conflicto le arrebató a su hijo y a u esposo. Ella, ha adelantado procesos como víctima de violencia sexual para resignificar su vida, y como mujer afro se ha amarrado su turbante en compañía de sus hijas, amigas y muchas mujeres. Todas ellas han decidido no retroceder ni un solo centímetro frente a la violencia.  


«Inicialmente nosotras empezamos nuestro trabajo con mujeres víctimas de abuso sexual en el marco del conflicto armado” explica Elizabeth. No se trata de olvidar el pasado, pero sí buscan resignificar sus experiencias para vivir desde la dignidad.


Qué es la moda social


Sobre la apuesta de la moda social incluyente nos hizo reflexionar el hecho de que “cuando les íbamos a poner el turbante, la gente se negaba alegando que no eran afro”. De ahí, cuenta Elizabeth, fue donde quisieron emprender el concepto de moda social incluyente, donde buscaron explorar en otros diseños y otras formas inclusivas de concebir los turbantes.

Elizabeth revela con emoción que tiene la pretensión de hacerlo con niñas y niños, lanzando un turbante especial, que venga acompañado con un trabajo que incluya un reconocimiento de la historicidad de los turbantes para la tradición afro.


¿Cómo es el proceso?


“Nosotras mismas hacemos los turbantes, con las cuatro compañeras con las que empezamos el proyecto y vamos trabajando con las demás mujeres para que podamos producir más turbantes”, dice Elizabeth. Asimismo, la clave para potenciar el proyecto está en buscar espacios donde puedan socializar el trabajo y así poder ampliar el proyecto.


“Nos estamos articulando, incluso, con más organizaciones y universidades para poder exportar turbantes. Esa es la mira que tiene el proyecto y en la medida que vayamos consiguiendo más recursos podemos contar con mujeres a nivel municipal para que estas alternativas puedan vivir.» dice Elizabeth.


En este sentido, en Mompox, departamento de Bolívar, el proyecto ha logrado ampliar y contar con cinco mujeres más, y en la Dorada, Caldas, con otras cinco mujeres. “La idea es articular los esfuerzos con apoyo del Estado para así continuar la senda dignificadora de la vida de las mujeres que están en este proyecto. Tenemos en la mira poder ampliar y conectar más mujeres, en este caso en Manizales y Palmira”, sentencia Elizabeth con orgullo.


¿A quiénes incluye el proyecto?


“Ahora tenemos mujeres que son víctimas de otras violencias que no obedecen necesariamente al conflicto armado, sino que son víctimas de dinámicas cotidianas, de machismos y de inequidades que les limitan la posibilidad de alternativas en busca de proyectos de vidas desde la dignidad”, explica Elizabeth.


Una de las apuestas de este proyecto es que las mujeres, no solo tengan independencia económica, sino también una autonomía sobre su vida. Elizabeth de hecho señala que “muchas de las mujeres son madres cabeza de familia y trabajar desde sus hogares es una posibilidad realmente transformadora.”

«Como mujeres tenemos que entender que nuestro cuerpo es nuestro primer territorio de soberanía” apunta Elizabeth 

Elizabeth dice que la idea es luchar, firmemente, contra las pequeñas prácticas violentas cotidianas. En el proceso “reflexionamos nuestro cuerpo, que nos permite fortalecernos como mujer para cambiar nuestra vida a partir del proyecto.  El proyecto es un no rotundo a la mala vida que pretendan darnos como mujeres”.


¿Cuál es el pilar de este proceso?


El testimonio es el eje base del proyecto. En palabras de Elizabeth “empoderarnos como mujeres que reconocemos nuestras experiencias y entendiéndonos con otras complejidades, nos ha permitido tener la fortuna de contar con la Fundación Vínculos”. Con esta fundación han podido acceder a ayuda psicosocial y ese acompañamiento ha sido vital.


Ese proceso que adelantan con Vínculos, les permitió explorar el mundo del teatro, en una obra que se llama “guapuchonas”. La obra de teatro permite que cada mujer, cuente su hecho victimizante y el relato nos permite hacer catarsis de las experiencias que cada una de nosotras vivió.

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