Por: Redacción Pares
Fotos tomadas de:Radio Nacional de Colombia
Cuando se anunció que Salvatore Mancuso regresaría al país a ser gestor de paz, sin embargo esta figura quedó en entredicho una vez pisó suelo colombiano. Después de haber cumplido con su pena en los Estados Unidos, se levantaron en el país 58 órdenes de captura contra el ex jefe paramilitar. No sólo era el peligro físico que podía correr por los nombres y detalles que iba a contar ante la JEP, sino las armas jurídicas para dejarlo preso y aislado y en silencio. Se lograron levantar esas detenciones a cambio de que entregara información sobre bienes, arrebatados a sus víctimas y lo más importante, que indicara en qué lugar estaban enterrados cuerpos en fosas comunes. El pasado viernes 10 de mayo ocurrió algo relevante: se le notificó que su boleta de libertad ya había sido emitida. Las órdenes de captura habían quedado atrás. José Manuel Parra, magistrado del Tribunal Superior de Bogotá, pudo determinar que Mancuso no había incumplido con la ley.
La voluntad de Mancuso por contar la verdad pareciera que trascendiera lo legal y se le hubiera convertido en un compromiso moral. Es probable que Mancuso salga a finales de esta semana. Lo cierto es que ya tiene pactado un encuentro con otros jefes paramilitares para iniciar la búsqueda de cuerpos enterrados en la frontera en Venezuela y en Córdoba. Así lo anunció el abogado de Mancuso, Nelson Menjura, a RCN radio: “Es una actividad titánica. Mancuso ha mencionado que alrededor de 200 a 400 fosas comunes se están tratando de ubicar en la zona de frontera con el vecino país de Venezuela, en regiones donde los paramilitares arrojaban los cuerpos o los enterraban en fosas comunes”.
En la frontera Mancuso se movió a sus anchas a comienzos de este siglo. En un lugar como Rumichaca, un prostíbulo que quedaba a diez minutos de San Antonio del Táchira, se planeó la toma del Catatumbo. Los horrores que produjo la máquina paramilitar en La Gabarra y Tibú aún estar por contar. Pero en Cúcuta, en lugares como Juan Frío, vereda de Villa del Rosario que colinda con Venezuela, se adaptaron trapiches para quemar allí cuerpos humanos. Fue el capítulo de los hornos crematorios. Esta idea surgió de Jorge Iván Laverde, mejor conocido como El Iguano. Sobre este capítulo se han escrito libros y artículos y muchos han emparejado el accionar de los paras con el de los nazis durante el Holocausto. Este capítulo que revelará Mancuso va mucho más allá ya que habla es de fosas comunes.
El año pasado, en julio, Mancuso se refirió al tema y mostró su voluntad de verdad al darle las coordenadas a la Unidad de Búsqueda de Personas Desaparecidas, para que encontrara una fosa común en el corregimiento de Juan Frío. Un equipo técnico de la entidad se acercó al lugar indicado y encontró la verdad buscada desde hace más de veinte años. No se podía excavar en la zona a profundidad porque estaba ubicada en territorio venezolano, pero una primera inspección logró determinar que habían restos óseos.
Según un informe de la Comisión de la Verdad en Colombia hay 121.768 personas desaparecidas a riesgo de que exista un sub registro y este número podría ascender a 200 mil. La mayoría de estos hechos se dieron entre los años 1986 y el 2016. Los paramilitares implementaron métodos para desmembrar personas y asegurarse de que estas se hundieran en los ríos. En una conversación con el periodista Steven Dudley, el temible Negro Vladimir, ex Farc que terminó volteándose a favor de los paramilitares, contaba cómo era su trabajo, más parecido al que podría tener un matarife en un matadero que a otra cosa. A diario congregaban sus presas, las llevaban a áreas designadas, y luego las masacraban. En seguida desmembraban a sus víctimas: primero las manos, luego los pies y por último la cabeza; les sacaban los intestinos en un proceso llamado La picalesca. Así se aseguraban que los cuerpos no volvieran a flotar más.
Se estima que pueden ser doscientos los cuerpos que podrían encontrar en la frontera con Venezuela. Ya se adelantan diligencias con la cancillería de ese país para poder hacer las diligencias respectivas. En Córdoba el excomandante paramilitar ya se encuentra listo también para develar donde están enterradas un número que podía superar los doscientos cuerpos. La verdad, por más dura y demorada, siempre es necesaria que llegue.
Esta semana víctimas de Mancuso en el municipio de Los Patios, Norte de Santander, recuperaron un predio que habían perdido hace 23 años, en plena ocupación paramilitar. La Unidad de Restitución de Tierras se los devolvió a Jaqueline Campos Rincón, a quien le asesinaron a sus dos hijos que estudiaban criminalística y estaban trabajando en el DAS en el momento de la muerte. El padre de los dos muchachos recordó el momento más horrible de su vida: “Mis dos hijos estudiaban Criminalística y ya estaban trabajando con el DAS. Entonces, acá a la casa, vinieron varias veces hombres armados en motos y encapuchados, con armas largas. Nos dijeron que los muchachos tenían que irse con ellos para que hicieran parte de ese grupo, pero la idea era que sacaran información del DAS, y como no aceptamos, ellos siguieron con muchas intimidaciones”.
Estos desplazamientos fueron atribuidos en su momento a Mancuso. Decir donde están ubicadas estas fosas comunes son sólo un paso más que debe cumplir el comandante paramilitar en su compromiso con la verdad y la reparación.
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