La historia olvidada del ultraconservador papá de Álvaro Leyva
- Redacción Pares
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Por: Redacción Pares

Una serie de cartas en donde el ex canciller Álvaro Leyva juzga al presidente por sus supuestos vicios levantó una polémica no tanto sobre Petro sino sobre la integridad moral del político conservador. No cabe duda que Leyva ha sido un luchador de la paz y que pertenece a un ala progresista dentro de su partido, pero tampoco se pueden olvidar sus orígenes.
La historia es ingrata y es caprichosa a la hora de elegir a quien termina abrazando. A Jorge Leyva Urdaneta los pocos conservadores raizales que le quedan a Colombia lo recuerdan como un prócer. Hace unos años en el diario el Nuevo Siglo se recordaba de esta manera el legado de Leyva Urdaneta: “El ganador escribe la historia y la verdad se olvida. Este es el caso de Jorge Leyva Urdaneta: El Grande. Se trata de un conservador que llevó a Colombia de las trochas al modernismo. Pero, como otros inauguraron las obras a Leyva lo borraron de la historia. Por esto, pido la palabra en su nombre”. En el encendido artículo el escritor está tan consumido de pasión que resalta la fidelidad a prueba de fuego que tuvo Leyva con Laureano Gómez. Era uno de los hombres que pertenecían al círculo de confianza de un político al que su beligerancia le hizo ganar el remoquete de “El Monstruo”. Incluso a Leyva le tiraban alpiste en algunos sectores de Colombia. Esto era como símbolo de ser un pájaro. Así le decían a los sicarios en la época de la violencia. Era una manera de la gente de expresarle su rechazo por ser godo y por apoyar a la policía chulavita.
Leyva Urdaneta -dos apellidos poderosos, por cierto- fue ministro en cuatro gobiernos conservadores, fue senador, concejal y gobernador de Cundinamarca. En 1950, dos años después del Bogotazo, Laureano Gómez le confía el Ministerio de Obras Públicas. Para los conservadores este ministerio fue poco menos que revolucionario ya que inició el plan vial nacional, y también comenzó la unificación del sistema ferroviario, el plan nacional de aeropuertos. Todo eso se vio interrumpido por el golpe de estado de Rojas Pinilla en 1953. Ahí él se va a Nueva York exiliado junto con su familia, conformada por ocho hijos. Su hijo Álvaro tenía 11 años Durante la dictadura Rojas se apropió -al menos eso dicen los conservadores- de los logros de Leyva. La historia es según quien la cuenta. Dicen que en realidad esos proyectos surgieron de Rojas y no del gobierno ultraconservador de Laureano. También circula la versión de que el papá del ex canciller, como un Fouché moderno, se ofreció para ser ministro de la dictadura pero Rojas lo habría rechazado. Leyva pasaba los días de exilio en Nueva York como buen aristócrata, tocando el violín mientras su esposa tocaba el piano.
Cuando regresó al país, en 1958, luego de que cayera el dictador, se postuló dos veces para la presidencia sin mucho éxito. A los 56 años uno de los políticos conservadores más importantes del siglo XX y también más olvidados murió de la llamada gripa de Hong Kong después de una visita a Asia. Muchos se preguntan por el errático comportamiento de Alvaro Leyva después de haber dejado la cancillería y la rencilla que estableció con el presidente, pocos recuerdan que por sus venas lo que circula es sangre azul. El progresismo del que alguna vez hizo gala simplemente se ha diluido.