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El río Magdalena, la fosa común más grande de Colombia

  • Foto del escritor: Redacción Pares
    Redacción Pares
  • hace 4 horas
  • 3 Min. de lectura

Por: Redacción Pares




Hay un dato del Centro de Memoria Histórica: desde 1982 se han encontrado 320 cadáveres flotando en este río. En ese año el MAS, el grupo que armó el cartel de Medellín para darle muerte a los secuestradores, después de que el M-19 decidiera retener a Marta Nieves Ochoa, hermana de Juan David, Jorge Luis y Fabito, capos absolutos de la droga, sembró la semilla del paramilitarismo. Una de sus prácticas era la desaparición, el desmembramiento, echar todo lo que no podían enterrar al río. Eulises Porras, líder comunitario del Sur de Bolívar le hizo esta pregunta al portal Rutas del conflicto: “¿Si el río Magdalena hablara que diría?”. Aunque el primer muerto que vieron bajar por el río con un gallinazo picoteando su vientre fue en 1982 en el sur de Bolívar fue entre los años 2000 y 2004 en donde se vieron pasar muertos flotando en el río. Aunque el Centro de Memoria Histórica dice que fueron 320 cadáveres ¿Quién puede saber exactamente cuántos fueron? En Puerto Triunfo, por ejemplo, hay un lugar conocido como Saca Mujeres. “Los muertos salían por arrumes” le contaron algunas de las mujeres que, desesperadas, ayudaban a sacar pedazos de cuerpos esperando la prueba de que encontrarían al menos una parte de sus seres queridos. La gente en la Dorada, en todas las comunidades bañadas por el rio Magdalena saben que contar muertos que flotan en el río es una labor inútil. El rio con su fuerza, hunde, arrastra, despedaza lo que entra. Nada es lo suficientemente fuerte como para resistir. Muchas verdades que podrían solucionar la angustia de una madre, de un esposo, de una familia yacen en el fondo del río y recuperar esa memoria será imposible.


El pasado 12 de mayo la Unidad para las Víctimas acompañó el acto de reconocimiento del Río Magdalena como víctima y sujeto de derechos del conflicto armado. El lugar escogido para hacer este acto simbólico fue en el corregimiento de el Guayabo en Puerto Wilches. También en Barrancabermeja, epicentro de la violencia paramilitar, se llevaron este tipo de reconocimientos. La directora regional de la Unidad de las víctimas para el Magdalena Medio, Paola Daniels, afirmó que si no se hacen este tipo de reconocimientos no se ayudará a la comunidad, la que sigue esperando que el río traiga sus verdades, las heridas seguirán abiertas: “Hagamos acuerdos entre las entidades relacionadas con la atención a las víctimas del conflicto armado y la implementación integral del Acuerdo Paz. Llevemos la justicia transicional a los territorios, implementemos acciones articuladas como entidades estatales que nos permitan brindar garantías de verdad, justicia, reparación y no repetición a las víctimas del Magdalena Medio”.


Luz América López representante de la Corporación Regional para la Defensa de Derechos Humanos (CREDHOS), el Magdalena, por culpa de la ferocidad del grupos armados, se ha convertido en algo muy diferente de un ecosistema. “El río Magdalena no solo transporta peces, lastimosamente, se sabe que muchos cuerpos fueron lanzados a su afluente, algunos fueron encontrados y otros no. Esa fue una de las principales causas por las que quisimos solicitar ante la JEP el reconocimiento del río como víctima. El agua de este río es una fuente de vida y se ha violado ese derecho con la contaminación”.


Reconocer que el Magdalena, con la carga simbólica, históricas que tiene para el país -es la arteria más importante- es sujeto de derechos es mucho más que un acto poético, es empezar a llevar verdad a las comunidades cuyos familiares fueron arrojados al río, a los que tuvieron que sufrir la contaminación más despiadada. Estos son los actos que empiezan a sanar una sociedad rota por la violencia.

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