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Ernesto Samper y una lucha de cuarenta aƱos por la paz

  • Foto del escritor: Redacción Pares
    Redacción Pares
  • hace 2 dĆ­as
  • 4 Min. de lectura

Por: Redacción Pares



El expresidente Ernesto Samper ha librado una lucha silenciosa en los últimos cuarenta años de su vida pública en defensa de la paz y la aplicación del Derecho Internacional Humanitario en medio del conflicto armado. Samper ha sido siempre un visionario. En los años ochenta se anticipó a lo que sería un manejo alternativo de la drogas de uso ilícito proponiendo -como presidente de la Asociación Nacional de Instituciones Financieras ANIF- la legalización de la marihuana para evitar que su producción se extendiera a todo el país. También advirtió sobre la relación entre las rentas ilícitas y el narcotrÔfico que podrían formar una alianza siniestra para la estabilidad democrÔtica. Simplemente lo ignoraron.


En la época de la constituyente, gracias a su cercanía personal con Carlos Pizarro, Samper participó activamente en el debate sobre la inclusión del  DIH en la nueva Constitución,  pese a la resistencia de sectores conservadores y de la Fuerza Pública que consideraban que su reconocimiento conllevaba  la aceptación del estado de beligerancia de las fuerzas subversivas. MÔs tarde durante el gobierno de Samper se aprobarían los protocolos I y II de la Convención de Ginebra sobre la aplicación de la normatividad humanitaria.


En su mandato, a pesar de la oposición que levantaron algunos  medios de comunicación no alternativos y gremios económicos, logró acercar grupos que eran opuestos al diÔlogo como el ELN, establecer mesas de negociación con esta guerrilla y llegar a acuerdos como los de Puerta del Cielo.  Pero tal vez el hecho mÔs histórico que realizó su gobierno, el gobierno de LA GENTE, fue el programa PLANTE, a través del cual  los campesinos cocaleros tuvieron la oportunidad de sustituir  voluntariamente sus cultivos de uso ilícito por cultivos legales con el apoyo de distintas entidades públicas. El Plante fue la base para incluir en los diÔlogos de La Habana una política alternativa de manejo de las drogas ilícitas. Ello no impidió que durante su gobierno se adoptara una política integral contra el narcotrÔfico a través de algunas acciones. El 15 de enero de 1997 se creó el Observatorio de drogas para hacer un seguimiento a la lucha contra el narcotrÔfico, que mereció una felicitación  de las Naciones Unidas y el director de la ONU para Fiscalización de Drogas unos días mÔs tarde. Los gobiernos de Francia e Inglaterra también expresaron su satisfacción.


Durante su presidencia Ernesto Samper sentó las bases institucionales del enfoque de paz en Colombia. Promovió la creación de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en el país y creó el Consejo Nacional de Paz para asegurar la participación de la sociedad civil en su construcción. Impulsó también el Sistema Nacional de Atención Integral a la Población Desplazada, antecedente directo del actual Registro Único de Víctimas.


En el Ômbito del derecho internacional, lideró la incorporación, arriba mencionada, de los Protocolos  de los Convenios humanitarios de Ginebra al orden jurídico colombiano, así como la ratificación de la Convención de Ottawa, posicionando a Colombia como referente regional en protección de civiles durante conflictos armados. Estas medidas reflejan su compromiso con una paz construida sobre la dignidad humana, la institucionalidad democrÔtica y el respeto al derecho internacional.


Después de su presidencia creó en 2001 la fundación Vivamos Humanos que ahora lidera y acompaña 17 procesos humanitarios en las regiones donde el conflicto armado se agudiza. Como una de sus primeras acciones Vivamos Humanos adelantó, con el expresidente Alfonso López Michelsen, durante varios años una iniciativa para liberar secuestrados a través de un intercambio humanitario por presos en las cÔrceles. Esta iniciativa, aunque frustrada por el gobierno de Uribe, salvó vidas y mantuvo viva la idea de un acuerdo humanitario. MÔs tarde promovió con la Conferencia Episcopal de Colombia, el Consejo Nacional de Paz Afrocolombiano (CONPA) y la Comisión de Paz del Congreso la creación de una nueva Coordinadora Humanitaria para hacerle el seguimiento a la aplicación de unos mínimos humanitarios en los territorios afectados por el conflicto armado.


Cuando el gobierno de Juan Manuel Santos, apoyó con decisión su búsqueda de un acuerdo de paz con las FARC y mÔs tarde, como secretario general de UNASUR organizó el apoyo internacional al recién comenzado proceso de paz con el ELN durante el mismo gobierno.

Mientras tanto, Vivamos Humanos organizó encuentros con policías, militares, organizaciones sociales, y víctimas para tomar pulso social sobre los pilares de la justicia transicional.


Con la llegada del presidente IvÔn Duque al poder, Samper mantuvo una posición crítica sobre la implementación del Acuerdo de Paz de La Habana y algunas iniciativas en materia de orden público que hicieron aún mÔs difícil una salida política al conflicto armado. Incluso, como ha podido determinar la fundación Pares en sus informes, se puede determinar que la expansión de los grupos armados arrancó desde ese gobierno.


Apoyó al partido Comunes para establecerse como una alternativa en la democracia colombiana y acompañó, con Vivamos Humanos, la aplicación de la ley de Víctimas y la búsqueda de la verdad a través de la Comisión de la Verdad siendo el primer expresidente que se hizo presente para contribuir a ella y a la justicia transicional a través de la de la Justicia Especial para la Paz (JEP).


Fue uno de los impulsores de las 17 Mesas Humanitarias territoriales en respuesta al recrudecimiento del conflicto armado. Ayudó a articular esas mesas y creó  la Coordinadora Humanitaria y las acciones Acuerdos Humanitarios en Catatumbo, Nariño, Caribe, Chocó, Córdoba, Magdalena Medio que se mantienen hoy en día.


Sólo la historia pondrÔ en el lugar que se merece al presidente Samper y su búsqueda incansable por la paz de este país que en los últimos años ha estado concentrada en la política de Paz Total que Samper ha apoyado con el mismo entusiasmo y confianza de que la paz merece mil oportunidades.

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