Por: Germán Valencia
Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia
El pasado 2 de abril, el Consejo Superior Universitario (CSU) de la Universidad de Antioquia eligió a Jairo Arboleda Céspedes como rector de esta Institución para el período 2024-2027. Lo hizo después de un proceso de varios meses, donde se realizaron las postulaciones e inscripciones —diez candidatos: tres mujeres y siete hombres—; en medio de importantes debates en foros públicos sobre sus propuestas; y luego de un proceso de escucha por parte del órgano decisor.
El proceso no fue para nada fácil. El CSU realizó dos jornadas de votaciones: la primera, antes de Semana Santa, donde se evidenció una votación reñida: tres votos por Jairo Arboleda, tres por Natalia Gaviria y dos por John Mario Muñoz. Y la segunda, que se hizo quince días después, donde se dio a conocer, de manera rápida, la decisión: seis votos por Arboleda y dos por Gaviria.
La noticia del nuevo rector la entregó el presidente del CSU. El gobernador de Antioquia, Andrés Julián Rendón, comunicó, usando un trino en la red social X, que se reeligió a Arboleda. Advirtiendo, a la vez, que su voto fue por la doctora Natalia Gaviria y señalando, desde el inicio del mensaje, que fue “Una lástima que, en esta oportunidad, una mujer preparada, una Ingeniera brillante […] no haya sido elegida como la primera mujer Rectora de nuestra @UdeA”.
En ningún momento Rendón se tomó el trabajo de felicitar al rector reelecto, ni mucho menos en desearle los mejores resultados para su próximo período, como se esperaría lo hiciera el presidente del CSU. En su lugar le dijo “Que su accionar atienda los pendientes, que son muchos y urgentes”, lo que generó la impresión de que le estaba realizando un balance negativo de su gestión para el período que finaliza (2021-2024).
En este sentido considero al trino como un mensaje muy desafortunado. Pues, lo emitió el presidente del CSU, la persona que acompañará a Arboleda en la toma de decisiones durante todo el período que estará al frente de la institución más importante de educación superior de los antioqueños. Un trino donde se le notó al gobernador el disgusto por la elección que la mayoría le dio a Arboleda —75% de los votos—.
Un mensaje donde se evidencia la predilección que tiene el gobernador Rendón porque las cosas se hagan a su manera y no según las normas, que en este caso es una decisión colegiada. Se enojó con los representantes del CSU —los representantes del Gobierno, profesores, directivos, egresados y empresarios, sin contar a los estudiantes que aunque no tienen representante en el organismo, también, en la consulta, seleccionaron por mayoría a Arboleda— porque estos votaron en consecuencia con las decisiones de la mayoría.
Además en el trino le pidió al rector que “esté por encima de los sesgos ideológicos del Gobierno Nacional que ayudó a reelegirlo”. Lo cual es muy preocupante, pues, por un lado, le exige al elegido que ignore las demandas de sus electores y que en sus decisiones y acciones no las tome en cuenta. Se le olvida al gobernador que él mismo fue electo por voto popular y que sus actuaciones deben estar en coherencia con la de sus representados.
Por el otro, el gobernador, al pedirle al rector que no actúe con sesgos ideológicos, está desconociendo el papel que tienen las ideologías en las acciones humanas. Toda acción —nos dice el libertario Ludwig von Mises en el capítulo décimo de su libro Acción Humana— está dirigida por ideologías. Nos advierte que es casi imposible separar a los líderes de sus doctrinas; en especial para una persona como Arboleda, quien, como profesor universitario, siempre busca actuar guiado por un deber ser.
Habrá que recordarle a Rendón lo que dijo John Maynard Keynes —el economista más importante del siglo XX y uno de los que él debe de haber leído en su formación profesional— en la parte final de su Teoría General del Empleo, el Interés y el Dinero: “Los hombres prácticos, que se creen exentos de cualquier influencia intelectual, son usualmente esclavos de algún economista difunto”.
Somos tomadores de decisiones guiados por ideologías. En este sentido es poco sensato que el gobernador les pida al rector que abandone las ideologías para actuar. ¿O será acaso que Rendón no las tiene? Al respecto insiste Keynes a renglón seguido: existen “locos con autoridad, que escuchan voces en el aire, destilan su histeria de algún escritorzuelo académico de uno años antes”.
Y aún es más insensato que le pida a un rector de una universidad pública —una que recibe cerca del 80% del presupuesto de la Nación y menos del 10% del Departamento— que se aleje de ideas tan importantes —como las que hoy defiende la ministra de Educación Nacional, Aurora Vergara— de luchar por una educación superior pública gratuita y universal, y de trabajar por construir un sistema donde la educación sea un derecho y no un servicio al que se puede acceder solo con dinero.
En conclusión, de nuevo el gobernador de Antioquia está enviando mensajes desatinados y desafortunados a la opinión pública. Es inapropiada la manera como viene actuando en contra de la Universidad de Antioquia y de la educación superior pública. En este sentido, es necesario sugerir a Rendón, con todo respeto, que revise sus ideologías y sus sesgos. Estamos en un momento donde la polarización no le hace bien al país. Además, donde es necesario sumar y no restar para lograr las transformaciones del sistema social que requiere el país.
*Esta columna es resultado de las dinámicas académicas del Grupo de Investigación Hegemonía, Guerras y Conflicto del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia.
** Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad de la persona que ha sido autora y no necesariamente representan la posición de la Fundación Paz & Reconciliación al respecto.
Buenos días.
Como aspecto positivo resalto que el señor Gobernador haya dado a conocer públicamente por quien fue su voto. Eso es bueno en una democracia.
Ya en una elección anterior (hace 12 años) el entonces Gobernador Sergio Fajardo, expresó que su voto había sido por el profesor Mauricio Alviar, quien tres años después sería elegido como rector de la U de A.