Por: Luis Eduardo Celis. Columnista Pares.
El mundo indígena ha sido atropellado desde siempre, su cultura, sus territorios, su autonomía para definir su presente y su futuro, todo ello ha sido expoliado y agredido. Este febrero se cumplen cincuenta años de la primera y principal organización indígena del país, por su beligerancia, la diversidad en su interior, la lucha que han revindicado bajo tres pilares: territorio, cultura y autonomía. Y a fe que han cumplido con ese derrotero.
Así narran su inicio: “El 24 de febrero de 1971, en Toribío, siete Cabildos e igual número de resguardos indígenas crean el Consejo Regional Indígena del Cauca – CRIC nombrando el primer Comité Ejecutivo, pero no pudo funcionar debido a la represión de los terratenientes y la poca organización en la época. En septiembre del mismo año se realizó en Tacueyó el Segundo Congreso del CRIC, en donde se definieron los puntos del programa político cuyas exigencias constituyeron el eje de nuestro movimiento y se retomaron enseñanzas de líderes como La Gaitana, Juan Tama y Manuel Quintín Lame, con lo cual las comunidades indígenas fortalecimos nuestras luchas bajo la exigencia de lograr la aplicación de la ley 89 de 1890 a la luz de los puntos de la Plataforma de lucha del Consejo Regional Indígena del Cauca, CRIC, expuesta en el año de su creación”.
Han luchado contra el modelo terrateniente, que acumula mucha tierra en pocas manos, esa lucha sigue vigente hasta el día de hoy y ha costado sangre, cárcel y sufrimiento para los pueblos indígenas. A punta de violencia fueron empujados de las partes planas hacia las partes altas de la cordillera para implantar la industria de la caña de azúcar; eso ocurrió en las décadas de los cincuenta y sesenta del siglo pasado y, vaya paradoja, hoy el mundo empresarial cañero y el mundo indígena tienen un punto de convergencia: oponerse a la minería que trata de implantarse en las montañas donde se produce el agua, sin agua no hay azúcar, vueltas que da la vida.
En estos cincuenta años, el mundo indígena del Cauca ha sido protagonista de primera línea en las luchas populares, han ido madurando poco a poco hasta convertirse quizás en el mundo social más beligerante, caracterizado y ejemplo de lucha, así lo mostraron en octubre pasado cuando vinieron en minga por el territorio, la vida y la paz, son ejemplo de dignidad y fuerza, y allí ha estado el CRIC.
Han visto mucha violencia en sus territorios, son cientos los lideres que han muerto y siguen muriendo por sus tres pilares de actuación, donde al centro está la defensa del territorio, ante tanto atropello partes del mundo indígena caucano fueron amigos del M-19 y allí tuvo su resguardo Carlos Pizarro, y desde esas montañas condujo al primer acuerdo de paz a una fuerza rebelde, igualmente partes del mundo indígena caucano, se levantaron en rebeldía armada y constituyeron el Movimiento Armado Quintín Lame, una autodefensa ante tanto atropello de los terratenientes y también de las FARC, a quienes las autoridades indígenas siempre les recordaron que debían respetar sus territorios.
Igualmente hay que decir que comunidades indígenas se sentían hermanadas con las FARC, las complejidades de unos procesos llenos de grises. Las mismas autoridades indígenas que vieron necesaria la defensa armada, le dijeron al Quintín Lame que era tiempo de dejar las armas y volver a las comunidades.
La Constituyente del 91 tuvo la participación de Lorenzo Muelas, un indígena guambiano que estuvo en el liderazgo de las organización indígena del Cauca, con sus complejidades y conflictos internos, que los diversos pueblos han sabido tramitar, luego hemos visto cómo líderes indígenas caucanos han tenido protagonismo nacional: Jesús Piñacué fue formula vicepresidencial de Antonio Navarro Wolff en 1994 y Aida Quilcué fue la primera mujer consejera Mayor del CRIC y hoy el senador Feliciano Valencia, indígena Nasa, lucha en el Congreso junto a la bancada de la paz, por los derechos de los pueblos indígenas.
Han pasado cincuenta años de la fundación del CRIC, un camino del cual han aprendido para defender sus derechos y ejemplo para la sociedad colombiana que anhela cambio y democracia de calidad.
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