¿Ajuste Técnico o Retroceso Energético? El Riesgo de Subestimar el Precio de Escasez
- John Correa Romero
- 1 abr
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Por: John Correa Romero

La reciente decisión de la Comisión de Regulación de Energía y Gas (Creg) de archivar la propuesta para incrementar el precio de escasez en el cargo por confiabilidad marca un hito preocupante en el panorama energético colombiano. Lo que pudo haber sido una medida clave para corregir desequilibrios en la señal del mercado se convirtió, por omisión, en un mensaje negativo para inversionistas y actores del sector eléctrico. Este artículo analiza cómo esta decisión puede socavar la seguridad energética nacional, obstaculizar la expansión del parque de generación y poner en riesgo la viabilidad de la transición energética.
El precio de escasez es el detonante del mecanismo de cargo por confiabilidad. Su valor determina cuándo los generadores deben entregar la energía comprometida en condiciones críticas, como sequías prolongadas. Con la resolución CREG 101 066 de 2024, este precio se fijó en $359 COP/kWh para plantas de bajo costo. La nueva propuesta buscaba elevarlo a $540 COP/kWh, una medida lógica para reequilibrar los riesgos asumidos por los generadores. Sin embargo, el gobierno optó por retirar dicha iniciativa. Esta acción equivale a ignorar las señales del mercado y forzar a las plantas a operar con márgenes cada vez más estrechos.
Expertos como Alejandro Lucio han advertido que un precio de escasez artificialmente bajo implica que, ante una crisis, las empresas generadoras podrían verse obligadas a comprar energía cara en bolsa y venderla a precios regulados bajos. Esta ecuación de alto riesgo y bajo retorno desincentiva la inversión. En consecuencia, varias empresas han manifestado su intención de no participar en la nueva subasta de expansión del cargo por confiabilidad, prevista para 2029-2030. Esta falta de interés podría traducirse en una menor capacidad instalada para atender la demanda futura, abriendo la puerta a apagones.
Las subastas pasadas han promovido las energías renovables, pero estas no tienen la capacidad de respaldar la totalidad del sistema por su intermitencia. El modelo necesita tecnologías firmes como las térmicas para mantener la estabilidad. Pero con reglas poco claras y precios poco competitivos, ni renovables ni térmicas se sienten incentivadas. Mientras tanto, el gobierno insiste en discursos de transición energética que no se traducen en condiciones reales para ejecutarla.
El archivo del ajuste al precio de escasez no es solo una medida técnica archivada: es una decisión política con consecuencias estructurales. La inseguridad regulatoria, sumada al desfase entre oferta y demanda, anticipa un escenario preocupante para 2027 y 2028. Las advertencias de gremios como Andeg y Acolgen son claras: sin incentivos claros y sin un marco de confianza, la expansión energética está en riesgo. Colombia no puede darse el lujo de seguir improvisando. Es momento de repensar el diseño del mercado energético para que sea funcional, sostenible y alineado con los objetivos reales de confiabilidad y transición energética.
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