El pasado fin de semana el presidente Gustavo Petro publicó un trino en el que señaló que el magistrado Manuel Gaona, uno de los once que murieron durante la toma y retoma del Palacio de Justicia, había salido caminando del lugar. Esto despertó una polvareda porque, según familiares de las víctimas, citando además el informe de la Comisión de la Verdad, esto no ocurrió así y, además, acusaron al presidente de usar la memoria como causa política.
En un artículo de El Tiempo se recuerda la lucha de Gaona por lograr la extradición para frenar la expansión del Cartel de Medellín, que en ese momento ya había cobrado la vida del ministro de justicia Rodrigo Lara Bonilla. Gaona era blanco de amenazas constantes por parte del grupo que se conocía como Los Extraditables. El miércoles 6 de noviembre, el mismo día que ocurrió la toma, Manuel Gaona debía exponer el fallo sobre la exequibilidad del Tratado de extradición. Nunca lo pudo hacer. Esto es uno de los argumentos de la familia de Gaona para decir que el M-19 tomó el Palacio de Justicia por orden de Pablo Escobar, algo sobre lo que jamás ha existido una prueba.
El cine y la televisión se han tomado licencias poéticas, algunas peligrosas. En la serie Narcos, de Netflix, se ve cómo, supuestamente, Iván Mariano Ospina, uno de los jefes del M, le da a Pablo Escobar la espada de Bolívar que ellos robaron en 1975, algo que es completamente apócrifo. Es más, la relación de Escobar y el M era más que conflictiva, así el capo de la droga se autodefiniera como un “hombre de izquierda”. En 1982, durante el secuestro de Martha Nieves Ochoa, hermana menor del clan, Escobar ayudó a formar el MAS, Muerte a Secuestradores y él mismo se encargó de localizar, tortura y luego asesinar a guerrilleros del M-19. Biógrafos como Alonso Salazar han desmentido constantemente esta teoría que, ahora, los negacionistas de los horrores de la contratoma, quieren negar.
Con motivo de los cuarenta años de este hecho se ha despertado la discusión. Incluso se preparó una película notable como Noviembre, que narra la ordalía de los once magistrados en el baño del Palacio durante la retoma, pero una frase que estaba en el guion fue censurada por la familia de Gaona. La frase es la siguiente: “Usted, Gaona, que es uña y mugre con estos terroristas”. La película fue hecha por Tomás Corredor, novel cineasta que logró convencer a los actores que participaron en el film en durar encerrados durante un mes en un espacio para darle más verosimilitud a los hechos que iba a narrar. Es una obra notable que fue censurada, porque José Mauricio Gaona, uno de los hijos del magistrado, así lo pidió. La orden del juez fue: “Suprima, en caso de considerarlo posible, la oración expresada por la consejera de Estado representada por la actriz Aida Morales cual dice: ‘(…) Ni usted, Gaona, que es uña y mugre con estos terroristas (…)’, especialmente en punto a la afirmación presuntamente injuriosa o calumniosa de que es uña y mugre con estos terroristas”.
Gaona tiene una cátedra propia en La W Radio y su tribuna en ese lugar, la ha usado para criticar con rudeza a Petro. Acaso, involuntariamente, ha encabezado el grupo de familiares de víctimas, de políticos y de abogados que busca cambiar la narrativa que se ha demostrado con hechos que era una verdad oficial, en el Palacio de Justicia sacaron personas vivas y después aparecieron muertas con fines posiblemente politicos. Un caso notable de esto fue el del magistrado Carlos Uran. Gracias a la tenacidad de su esposa, de su hija, quien ahora lo honra con una fundación que lleva su nombre.
Helena tuvo que ver muchas veces los ojos fríos del verdugo de su papá, el general Jesús Armando Arias Cabrales. Fueron repetidas las veces que lo vio en la JEP comparecer, intentar contar la verdad. En 2011, lo condenaron a 35 años por las ejecuciones extrajudiciales en el Palacio de Justicia. La JEP, en 2024, aceptó que terminara de pagar esa condena en un complejo militar. Helena Uran y su familia no sacaron de la noche a la mañana esta historia para complicarle la vida a Arias Cabrales. Esto fue fruto de una investigación que duró décadas.
El miércoles 6 de noviembre de 1985 Helena tenía 10 años y estaba estudiando en el desaparecido colegio La enseñanza. Se había despedido como todos los días de sus papás. No había señales de fuego en el cielo. Ningún presagio enturbiaba su vida de niña. En esa época ella no sabía nada. No sabía que, por ejemplo, su papá, el magistrado Carlos Uran, tenía enemigos poderosos. Él era uno de los magistrados más vehementes y consecuentes de la Sección Tercera del Consejo de Estado, que en ese momento acababa de condenar de manera histórica al Estado por el caso de tortura a una médica junto a su niña de seis años. El Ejército, por este acto heroico tenía sangre en el ojo. Odiaba a las altas Cortes.
Al mediodía, su mamá la recogió en el colegio para llevarla a su casa en el barrio La Macarena. Ahí sí empezó a ver que ese día no se parecería a ninguno, sobre todo, cuando vio el primer tanque. Su mamá, Ana María Bidegain, estaba dando clases en la Universidad de Los Andes cuando se enteró de que un comando del M-19 se había tomado el Palacio de Justicia. Uran la alcanzó a llamar a la oficina, justo cuando estaba ya encerrado en el baño del Palacio junto a otras sesenta personas.
-Se escuchan tiros cada vez más cerca de nosotros, mi amor. Adiós, te quiero mucho -fue lo último que le escuchó.
Desde ese momento, Helena y su familia estuvieron pendientes de la televisión y de la radio. En algún momento, del 7 de noviembre, a la profesora Bidegain le pareció ver en el Noticiero de la noche, una imagen de su esposo saliendo del edificio cojeando. Tenía la esperanza viva de encontrarlo. Helena se acuerda de la cantidad de gente que entró ese miércoles a la casa de La Macarena. Amigos, curiosos, gente que quería ayudar. Todo se apagó cuando una amiga de la familia vio el cuerpo desnudo y LAVADO de Carlos Uran en unas BANDEJAS DE MEDICINA LEGAL. Ana María Bidegain reconoció a su esposo. Una bala en el pecho, la que lo hirió, una bala en la cabeza, la que lo mató. Se acordó inmediatamente de que su esposo tenía la costumbre de meterse la billetera en el bolsillo delantero de la camisa. ¿Dónde estaba la billetera? Otra amiga que trabaja en el noticiero de las Siete, Juliana Barreto, la llamó para afirmarle que ella había visto salir con vida al magistrado. Incluso había un video. Cuando fue a la programadora para ver las imágenes, estas ya habían desaparecido. Amigos como Fernando Gómez Agudelo, nada más y nada menos que el hombre que se inventó la televisión en Colombia y el periodista Germán Castro Caycedo testificaban haberlo visto. Encontraron una cinta y la llevaron al ministerio de defensa pero se la quedaron allá y siguieron insistiendo en que no había salido y además no estaba en la lista de los rescatados así que habría muerto adentro por el cruce de las balas.
Ana María, uruguaya de nacimiento y académica de profesión, no dejó de investigarlo pero la información que recibía era contradictoria y seguía indagando Entonces llegaron las amenazas y tuvieron que irse del país. Uruguay, Estados Unidos, España. Helena y sus dos hermanas tenían que acoplarse a las condiciones de los colegios de cada país que las recibían. Demasiado estrés para tres niñas tan pequeñas.
Regresaron a Colombia depués de 1991, cuando Ana María creyó que la Nueva Constitución permitiría el advenimiento de un nuevo país, pero las amenazas siguieron. De nuevo tomaron vuelo. Ella se fue a dar clases en Estados Unidos, sus hijas se desperdigaron por el mundo. Helena recayó en Alemania. Y allí, en Hamburgo, por su trabajo, empezó a politizarse. Conoció a refugiados políticos de dictadores africanos y de los Balcanes, víctimas de las dictaduras feroces del Cono Sur. Entonces, en 2007, veintidós años después del Holocausto del Palacio, apareció la prueba reina de que su papá había sido asesinado por los militares.
Los camarógrafos del noticiero Promec, Nelson Vargas y Ávaro Freddy Acevedo, consiguieron hacer estas tomas que fueron descubiertas por Ignacio Gómez, director de investigación de Noticias Uno. En ellas se veía a Uran cojeando, saliendo del Palacio. Esto permitió que la Fiscalía aprobara un allanamiento a la Brigada 13 donde encontraron la billetera del magistrado. La billetera tenía un balazo. Al video se unió el testimonio del magistrado Nicolás Pájaro Peñaranda quien estuvo con Uran encerrado en el baño en el segundo piso y quien salió del Palacio junto a él a las 2:17 de la tarde del 6 de noviembre. Por fin empezaba a hacerse justicia.
En esa época, 9 de junio del 2010, fue condenado el coronel Alfonso Plazas Vega a 30 años de cárcel por la desaparición de doce personas en la retoma del Palacio. Cinco años después, fue puesto en libertad , no por considerarlo inocente sino, según dijeron los magistrados en una votación, fue por falta de pruebas. Después vino la condena en 2011 A Jesús Armando Arias Cabrales, comandante de toda la operación, a 35 años de cárcel por la desaparición por algunas de las personas desaparecidas.
En 2020, Cabrales se acogió a la JEP y obtuvo el beneficio de la libertad condicional. La idea era que contara verdad, nunca lo hizo, y Helena Uran Bidegain y las demás víctimas tuvieron que soportar esto hasta que, en enero de 2024, lo volvieron a confinar, esta vez en un centro militar. Por estos días, Helena ha sacado un nuevo libro, Deshacer los nudos, y aunque no ha entrado a confrontar directamente con el abogado Gaona, sí cree que la película Noviembre no debió ser censurada. Además, cree que por lo menos es temerario encontrar un solo grupo que quisiera acabar con el Palacio de Justicia cuando, según le dijo a La Silla Vacía: “en el momento de la toma reposaban en el edificio documentos originales relacionados con 1.800 procesos que se estaban llevando a cabo por tortura y violación de derechos humanos por parte de las Fuerzas Armadas de Colombia”.
El M-19 y el Ejército deben compartir culpas. El M cayó en la trampa que le montó el lado más radical del ejército, una tesis muy sólida que sostuvo en su libro Ana Carrigan, y otros investigadores, y que develaba un supuesto ataque de las Fuerzas Armadas contra una Corte Suprema dura, progresista, única, que, además, investigaba abusos de los uniformados contra las CIVILES. Ahora, usando la voz de uno de los hijos de las víctimas, se quiere montar un discurso político. Existen elementos para probar si Gaona fue asesinado por las balas del M-19 o las del ejército y en esto, el testimonio de Ángela María Buitrago sería esencial. Al momento de escribir este texto la fiscal no nos pudo contestar esta llamada, pero su versión Y LOS ARCHIVOS será fundamental para aclarar una situación en donde está en juego la memoria histórica del país.