Por: David Tobón Orozco
Profesor titular – Universidad de Antioquia
Foto tomada de: Canal 2
El parque generador de electricidad en Colombia es 66% hidráulico, 31% térmico y 3% solar y eólico sumando 19,9 GW. Estamos hoy en el límite de criticidad en la disponibilidad del agua que alimenta los embalses para generar electricidad y agua potable, y escasez interna en la oferta de gas.
Las subastas por confiabilidad buscan que las inversiones en capacidad de generación se asignen a los que ofrezcan un menor costo por KW instalado, y están sujetas a un planeamiento indicativo sobre las tecnologías más convenientes “a ojo” del gobierno. Los generadores se comprometen, a cambio, a estar disponibles para proveer electricidad permanentemente y en situaciones de criticidad: cuando el embalse agregado nacional esté por debajo del 27% o cuando el precio de bolsa supera el límite de escasez, calculado a partir de lo que la sociedad está dispuesta a pagar por abastecerse de faltantes de electricidad. El incentivo adicional que opera es la remuneración de las ofertas de electricidad en la bolsa de energía o en los contratos de largo plazo, en los que los generadores reciben otros ingresos necesarios para cubrir los costos de generación.
Estos incentivos de mercado y la posibilidad de participación privada propiciaron que Colombia no haya tenido que sortear más racionamientos, se haya atendido el crecimiento vertiginoso en la demanda y que el Estado reoriente sus recursos escasos a la atención de otros servicios fundamentales, como la salud y la educación. Por ello es fundamental que las expectativas de inversión sean favorables, la cuales dependen de unas reglas de juego estables y de instituciones sólidas, y de esfuerzos interinstitucionales para aminorar los retrasos en la construcción debido a bloqueos, licenciamientos ambientales y consultas previas.
Es obvio que un inversionista privado busca la rentabilidad financiera, pero lo que realmente importa es alinear estos incentivos con la disponibilidad de un mayor parque generador y, por tanto, una mayor competencia que lleve a tarifas más bajas. Y, obviamente, regularlo cuando se tengan señales claras de que está abusando de posición dominante. A nivel macro se deben hacer esfuerzos interinstitucionales para gestionar los retrasos en la construcción de centrales que se dan por los bloqueos, los licenciamientos ambientales y las consultas previas.
Con la planificación del sector eléctrico se busca atender la demanda esperada, lo cual implica considerar su volatilidad y la aleatoriedad que afecta la disponibilidad de recursos naturales para poder generar. Teniendo como máximas que los costos de racionamiento siempre serán mayores a los costos de tener un exceso de capacidad, que cuando hay un racionamiento los costos se magnifican por el rechazo social y porque un faltante de electricidad genera efectos en cadena negativos en todos los sectores económicos. Por tanto, se debe proyectar un exceso de capacidad teniendo en cuenta un riesgo de racionamiento deseado mínimo.[1]Como hemos pasado de riesgo a incertidumbre en la disponibilidad de recursos para generar deberíamos tener todas las opciones de generación disponibles: porque el agua es barata aunque su disponibilidad incierta, las térmicas pueden funcionar a toda hora pero contaminan mucho y las alternativas son limpias pero intermitentes.
La reciente subasta de confiabilidad que se hizo es tardía, debió hacerse hace mucho tiempo y es insuficiente: se adjudicaron 4,44 GW en generación solar y sólo 48 MW en termoeléctricas, lo cual aumentaría el parque generador 22,6%. Hoy estamos en 9% de capacidad por encima de la demanda, pero en pocos años llegaremos al 1%, lo cual es pésimo si una planta entra en mantenimiento o no hay luz solar. En consecuencia, debe haber más subastas de distintas tecnologías.
También se debe aclarar que estamos pagando por una capacidad de respaldo que debe ser permanente, aunque la energía se está pagando a precios altos. El precio de bolsa no debería superar el precio de escasez, puesto que los generadores siempre deben estar disponibles para generar y su remuneración sería extraordinaria. Asimismo, la remuneración es extraordinaria cuando se presenta una situación oligopólica, la cual se da fácilmente en este mercado.
Tenemos evidencia empírica en Colombia sobre el comportamiento oligopólico de los generadores con mayor capacidad en bolsa y, dado que el precio lo determina el último generador necesario para atender la demanda, el generador marginal adopta una situación monopólica así sea pequeño en el mercado. Por tanto, la comisión encargada de regular el sector (CREG) debe pensar en otro criterio para determinar el precio en bolsa o definirse límites a los precios en bolsa y la Superintendencia de servicios públicos domiciliarios tiene que intervenir en situaciones de abuso, las cuales se han podido replicar y afinar con la ayuda de herramientas de teoría de juegos, computacionales y estadísticas.
El precio de bolsa es un precio de referencia y a ella se acude regularmente para satisfacer faltantes de electricidad, porque la mayoría de las transacciones se realizan bajo contratos de largo plazo.[2] Los contratos también pueden ser más eficientes si se permite que su precio no sea fijo, sino que puede ser variante considerando la estacionalidad en la oferta hídrica y la sensibilidad de la demanda.[3]
De parte de la demanda es necesario promover la generación distribuida, dada la posibilidad, por ejemplo, de que en industrias, centros comerciales y unidades residenciales se instalen paneles solares o rotores de viento y los sobrantes de electricidad se puedan añadir a la red de distribución. Además, existen poblaciones aisladas de los mercados y las redes a las cuales se les puede ayudar a incentivas comunidades energéticas para que autogestionen su suministro principalmente mediante el uso de energías renovables.
Finalmente es fundamental una mejor regulación del consumo de electricidad, porque su uso ineficiente puede estar superar el 50%. Los mayores consumos e ineficiencias son crecientes porque cada vez dependemos más de artilugios que se alimentan de electricidad y consumimos de manera desmedida servicios digitales, iluminación y alimentación de baterías de medios de transporte. Una alternativa que no se puede engavetar es combinar eficiencia con equidad, redefiniendo los consumos de electricidad de subsistencia para hogares, comercio e industria, y aplicar las resoluciones de la CREG de 2016 sobre tarifas diferenciales para promover el ahorro voluntario y castigar los consumos excesivos.
[1] Los problemas de riesgo en la confiabilidad del suministro se replican a las redes de transmisión y distribución, y a otros servicios de utilidad pública como la salud y el transporte aéreo.
[2] En el mercado eléctrico colombiano existen distribuidoras con problemas financieros que por no encontrar quien les venda contratos de largo plazo terminan castigadas al tener que transar en bolsa.
[3] Tobón-Orozco, D., Velilla, E., Barrientos, J., Villada, F. and López-Lezama, J., 2018. Long-term seasonal forwards in electricity generation markets: an application to Colombia. Cuadernos de Economía, 37(74), pp.287-313.
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