Por: Naryi Vargas Cáceres, Línea Conflicto, Paz y Postconflicto
En la madrugada de este lunes 17 de junio se presentó un enfrentamiento en el corregimiento de Bocas de Grita, Táchira, Venezuela. Los combates dejaron un saldo de 12 personas muertas y al menos 10 heridas. Las autoridades informan que las estructuras armadas involucradas fueron el Clan del Golfo y los Rastrojos; estos últimos mantuvieron una guerra, entre el año 2006 y el 2012, de la cual no salieron bien librados.
La situación ya había sido advertida por Pares con anterioridad. (ver artículo: La guerra en la frontera entre Colombia y Venezuela)
Durante 2018 las pugnas entre grupos, el surgimiento de unos y el fortalecimiento de otros, desdibujó el panorama que existía acerca del control territorial en esa parte de la frontera colombo-venezolana. Hoy, es difícil cuantificar la cantidad de estructuras armadas y bandas que se lucran de las rentas ilegales en la zona limítrofe y la capacidad bélica que tienen.
Sobre esta masacre circulan dos versiones: Por una parte se habla del enfrentamiento entre AGC y ELN. Esta es una disputa reciente que comenzó con la llegada de una estructura de las AGC al mando de alias “El Paisa”, con el objetivo de retomar el control de la zona fronteriza de Puerto Santander, Cúcuta, Villa del Rosario y Tibú.
El debilitamiento de ese grupo se dio por cuenta de varios factores (i) la expansión del ELN tras el triunfo sobre el EPL, (ii) la llegada de colectivos bolivarianos a Táchira a combatir a grupos de ultraderecha, paramilitares y lo que pusiera en riesgo el gobierno de Maduro ante la amenaza de una incursión armada, (iii) la proliferación de pequeñas bandas dispuestas a competir por las rentas ilegales, y (iv) la incapacidad de las AGC y las estructuras subcontratadas, como la banda “La Frontera” o “La Línea” para mantenerse como actor dominante ante esa situación.
Esta pugna se inaugura a finales de abril, cuando comienza una serie de asesinatos selectivos que posteriormente son reivindicados por alias “El Paisa”, quién a través de audios y mensajes anuncia al ELN una guerra por la frontera a sangre y fuego. Amenazan con cometer masacres, descuartizamientos y desapariciones en caso de que la guerrilla no atienda el llamado.
El ELN se ha resistido a salir de esa zona y el despliegue de violencia ha sido abrumador. No solo por las demostraciones de capacidad bélica a través de enfrentamientos con armas largas, en horas del día y en sitios concurridos y centrales para el tránsito de migrantes y comerciantes; sino por la sevicia con la que son cometidos los hechos.
El pasado 4 de junio se conoció del desmembramiento del cuerpo de un integrante del ELN, cuya cabeza fue arrojada contra un puesto de control de la FANB en Ureña.
Pero no es la primera vez que se conoce de un hecho así en el último mes. Asimismo, durante el mes de abril y mayo se han presentado más de ocho (8) balaceras en los puentes que comunican los dos países. Las denuncias de desaparecidos son casi cotidianas, así como de asesinatos selectivos cuya cuenta es difícil de llevar porque los grupos trasladan los cuerpos de un lugar a otro para evitar su cuantificación.
Con esa dinámica no sorprende que el reciente enfrentamiento haya sido entre estos dos grupos. Además, los dos sujetos capturados en medio de los sucesos identificados como Gerson Gregorio Rosario Aquino, alias «Torombolo» y Jhon Jairo Durán Contreras, alias «El costeño» o «El menor» vestían uniformes militares colombianos y portaban fusiles de asalto AK47, proveedores, y armamento de guerra que es típico de la guerrilla.
No sería la primera vez que en Venezuela se capturan miembros del ELN acusados de ser paramilitares. De hecho, la semana pasada allanaron una casa del ELN en Táchira y reseñaron que pertenecía a grupos paramilitares.
La otra versión de los hechos
La segunda versión apunta a que la confrontación se dio entre AGC y Los Rastrojos. Esto puede advertir una situación mucho más peligrosa, pero que con la dinámica de seguridad de la frontera no es descartable.
Los hechos tienen que ver con una alianza entre una disidencia del EPL y ese grupo con el objetivo de aprovechar la disputa entre AGC y ELN y retomar algunas zonas de control que fueron arrebatadas a los Rastrojos por parte de las AGC y del EPL por parte del ELN.
La existencia de tal disidencia fue confirmada a mitad de mayo por el Estado Mayor del EPL al mando de alias ´Pacora”, quien por medio de una carta anunció que esa organización no se haría responsable de las actuaciones del Frente Frontera la mando de alias “el grillo”.
Esa estructura tenía presencia en zona rural de Cúcuta y Puerto Santander que se dirigen hacia el Catatumbo, así como en las veredas colindantes ubicadas en Venezuela, tales como La Popa, La Fría, El Vigía, Boca de Grita y Guarumito. En Boca de Grita fue donde ocurrió el enfrentamiento el 13 de junio.
Hasta el momento, es decir un mes después de que esta alianza comenzó a funcionar, los pobladores solo habían denunciado la profundización del control social y el aumento de las extorsiones, pero no enfrentamientos.
De ser cierta esta versión, lo que se advierte es un aumento en la producción de violencia en esa región, pues ahora se trata de tres bandos que se enfrentan por el poder de la frontera.
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