Por: Redacción Pares
Los caudillos en todo el mundo y a través de la historia, se parecen mucho más a los viejos Dones de la mafia siciliana de lo que ellos creen. Para ellos la cualidad más importante de un funcionario tiene que ser la de la fidelidad. Códigos como la de la Omertá son requisitos indispensables. El silencio debe ser a prueba de cualquier reto, de cualquier presión. Bernardo Moreno, en su momento, podía hacer cualquier cosa por Álvaro Uribe. La memoria traiciona y es difícil comparar la figura del expresidente hoy, acosado por la justicia, limitado por su pasado, a esa especie de emperador que se parecía más a su némesis, Hugo Chávez, de lo que él mismo y sus seguidores podrían reconocer.
En abril del 2008, cuando la popularidad del expresidente se podía resumir en un solo adjetivo, el de avasallante, estalló la Yidispolítica. La Representante a la Cámara de Barrancabermeja, Yidis Medina, admitió haber sido tentada por funcionarios cercanos al presidente Uribe para cambiar su voto y aprobar la reelección presidencial. La Yidispolítica tiene su momento cumbre en un hecho que podría ser apócrifo: Uribe, sediento de poder, desesperado, se le habría arrodillado en un baño de Palacio de Nariño a Yidis con tal de tener su voto. Sin Yidis jamás habría sido reelegido Uribe para un segundo periodo presidencial. La verdad no es tan apasionante como la escena del todopoderoso Uribe arrodillado en un baño de Palacio, aunque si podría ser un poco más triste.
Es triste porque todo ese círculo de confianza del expresidente terminó hundido por seguir un código de silencio, de fidelidades que le era muy caro a Uribe, que para él lo eran todo. Bernardo Moreno era mucho más que el director del DAPRE, era el hombre de absoluta confianza de Uribe. Según el diario El Espectador sus funciones comprendían lo siguiente: “estar al frente de la contratación, la administración de recursos, el funcionamiento de la presidencia e incluso, de supervisar la seguridad del presidente”. Fue el hombre encargado de contactar a funcionarios, a congresistas como Yidis, cuadrar con ellos las dádivas que recibirían, mover la máquina para obtener lo que se deseaba.
Parte de lo que se le ofreció a la congresista Yidis Medina fueron puestos claves para algunas de las personas más cercanas a ella, quien pasó buena parte de su vida en la pobreza en Barrancabermeja, con tal de que se aprobara “el articulito” que terminaría en la reelección del presidente en el 2006. A comienzos de agosto del 2024 la Corte Suprema de Justicia confirmó la condena contra Bernardo Moreno por el delito de tráfico de influencias: a Yidis le ofreció desde notarias hasta cargos en Acción Social. Acosado por la justicia decidió entregarse este 21 de agosto en Calarcá Quindio, la tierra donde creció.
Como a Sabas Pretelt de la Vega, Uribe escogió a Bernardo Romero porque eran técnicos que habían surgido desde el sector privado, sin previa experiencia en la política. Quindiano, con especializaciones en planeación en Japón y en Holanda, fue vicepresidente de Operaciones en Ferrovias y fue directivo de Central Hidroeléctrica de Caldas, el Fondo Nacional Ambiental y Termosur.
A Uribe lo conoce a punto de que surja el boom del padre de la Seguridad Democrática. En el año 2000 recibió apoyo en su intención de ser gobernador del Quindío, se quemó. Dos años después fue nombrado por Uribe para que estuviera al frente de Findeter. Tres años después sería director del DAPRE. Allí no sólo estuvo salpicado por las dádivas a Yidis sino que su nombre también salió a relucir en el escándalo de las Chuzadas del DAS. Según La Silla Vacía “En mayo del 2009, el ex jefe de inteligencia del DAS Jorge Lagos, cuando estaba siendo interrogado por las ‘chuzadas del DAS’, dijo que entregó información sobre algunos magistrados a Moreno y al asesor presidencial, José Obdulio Gaviria. La Procuraduría abrió investigación a Moreno por estas declaraciones”. En octubre del 2010 el entonces procurador Alejandro Ordoñez lo inhabilitó por su responsabilidad en el caso de las chuzadas.
Allí, aunque no se reunió directamente con Yidis Medina, si movió su influencia para nombrara la gente de la congresista en cargos de influencia en notarías, en el SENA, y la Red de Seguridad Social. En el fallo del Alto Tribuna se lee lo siguiente: “El procesado no es un novato en la administración pública ni en cargos de dirección, sabía que estaba procediendo por fuera del marco constitucional, legal y reglamentario encomendado cuando asumió el cargo de director del Dapre”.
Bernardo Moreno será condenado a cinco años de cárcel y es el cuarto funcionario cercano a Uribe condenado: su nombre se une al de otro secretario general de la presidencia, Alberto Velásquez Echeverri y los ex ministros Sabas Pretelt de la Vega y Diego Palacio Betancourt, hombre que, como Moreno, estuvieron decididos a hacer cualquier cosa por su jefe máximo, Álvaro Uribe Vélez.
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