La paciencia de Iván Cepeda

La paciencia de Iván Cepeda

La paciencia de Iván Cepeda

La paciencia de Iván Cepeda

La paciencia de Iván Cepeda

A los treinta años Iván Cepeda ya había perdido a sus papás. Su mamá, Yira Castro, murió después de pelear contra una enfermedad implacable. Su papá fue asesinado por militares apoyados por funcionarios del DAS como José Miguel Narváez. Hace poco se hizo público un video en donde el joven Cepeda está dando una declaración a un medio delante del carro abaleado de su padre. En los treinta segundos que quedan de la grabación se ve a un muchacho aplomado, con las ideas claras a pesar de la terrible situación en la que vive. Se exilió, regresó, vio cómo los comandantes de las AUC fueron aplaudidos en el Congreso. Creó un movimiento de víctimas, demandó al Estado por el asesinato de su padre, llegó al senado, fue calumniado por el hombre más poderoso de Colombia, Álvaro Uribe Vélez, contratacó y terminó llevando a juicio al expresidente. Incluso logró que se emitiera una condena por los delitos de fraude procesal y soborno. En medio de todo esto, en el 2018, fue diagnosticado con cáncer. Siguió llevando su vida. Tenía energía de sobra. Venció al cáncer. Y en todos esos momentos, al menos externamente, Iván Cepeda nunca perdió los nervios.

La derecha está preocupada por Cepeda. Lo ve como el enemigo a vencer. Por eso empezó lo que él sabía iba a tener que afrontar y era la guerra mediática. Esta semana uno de los influencers que apoyan a Abelardo de la Espriella lo confrontó saliendo del congreso. No le hizo una entrevista, sólo se quejó por algo que consideraba inadmisible: ¿Por qué llamaba paramilitares a todos los que no estuvieran de acuerdo con él? Iván Cepeda intentó contestar, pero fue inútil. Al otro lado no lo escuchaba nadie. Era como enfrentarse a un terraplanista. Bueno, muchos de los seguidores del doctor Abelardo deben ser terraplanista. El influencer salió feliz. Subió el contenido en donde se probaba la supuesta intolerancia del candidato presidencial.

Un día después Cepeda fue al Congreso. Lo esperaba otro influencer, Jota Pe Hernández. El del Partido Verde pasará a la historia por ser uno de los primeros influencers en llegar al Congreso, un honor que comparte con Miguel Polo Polo. Aunque llegó al senado por los votos que le dio hablar mal de Duque durante el estallido social, hay que reconocer que ha conseguido aceptación dentro del uribismo puro y duro y es probable que esté otros cuatro años como padre de la patria. Los gritos, las verdades a medias y a veces las calumnias son un buen coctel para conseguir votos. Jota Pe confrontó a Cepeda, le mostró unas fotos en donde supuestamente se comprobaría una afinidad con las FARC. Honorio Henriquez también se le subió al carro a Jota Pe. Dentro de la bancada del Pacto Histórico, ante esa retahíla de insultos, hubo personas que estallaron. El primero en calmarlos fue Cepeda. Esperó hasta que Jota Pe terminó. Con sutileza Cepeda iba explicando cada foto, estas reuniones eran públicas y ocurrieron en los años en los que Iván Márquez era el jefe de la delegación de las FARC en los diálogos de La Habana. Estas reuniones eran públicas, repitió Cepeda, “no como las reuniones que muchos congresistas han tenido con paramilitares en el pasado” y a medida que se defendía atacaba, como un esgrimista experto.

Después del sufrimiento de su mamá, el asesinato de su padre, el exilio, la persecución de un expresidente, un cáncer, Jota Pe es sólo una pepa de mamoncillo tirada en su ventana. Con una paciencia casi zen Cepeda enfrentará cada interpelación, cada mentira. Ojalá algún día, en sus memorias, cuente qué técnicas de relajación aprendió de un misterioso gurú. A Cepeda en este momento no le asusta ni la derrota electoral.

Eso sí, lo único que lo puede impacientar es la mentira

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Iván Gallo

Es guionista de dos películas estrenadas en circuito nacional y autor de libros, historiador, escritor y periodista, fue durante ocho años editor de Las 2 orillas. Jefe de redes en la revista Semana, sus artículos han sido publicados en El Tiempo, El Espectador, el Mundo de Madrid y Courriere international de París.

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