La primera vez que apareció el nombre del Pacto Histórico fue en una columna del propio Gustavo Petro, en el portal Los Gustavos, que hacía al lado de su mosquetero más fiel: Gustavo Bolívar. La fecha de esa columna es el 7 de marzo de 2021. Sin embargo, un mes antes, Petro, el 11 de febrero de 2021, hizo una rueda de prensa en donde anunciaba la coalición de izquierda y centroizquierda con la que pensaba ganar las elecciones de 2022. Los líderes más importantes del movimiento serían, además del propio Petro, Gustavo Bolívar, Roy Barreras, Alexander López, Aida Avella, Iván Cepeda, María José Pizarro, y Francia Márquez. Con su olfato invicto, Petro supo oler la coyuntura que era, para él, inmejorable. En el aire estaba la inconformidad que despertaba el gobierno Duque y la injerencia de Álvaro Uribe en estos asuntos de gobierno.
El uribismo había sufrido su peor golpe el 4 de agosto de 2020. En esa fecha, la Corte Suprema de Justicia ordenó la detención del que era llamado, por buena parte de los colombianos “el presidente eterno”. Se había encontrado suficiente material probatorio que corroboraba que el expresidente había cometido los delitos de soborno a testigos y fraude procesal. Todo se remontaba a la disputa que sostuvo en 2014 con el también senador Iván Cepeda, quien obtuvo los testimonios de los exparamilitares Juan Guillermo Monsalve y el Tuso Sierra, que acusaban al hermano de Uribe, Santiago, de haber ayudado a crear el Bloque Metro en su hacienda de Las Guacharacas. Uribe contratacó a través de su abogado, Diego Cadena y logró que Sierra y Monsalve se desdijeran. Incluso demandó a Cepeda ante la Corte Suprema y consiguió una declaración de los dos paras en donde acusaban a Cepeda de haberlos sobornado para que implicaran a Álvaro y Santiago Uribe. La Corte no solo absolvió a Cepeda, sino que encontró pruebas suficientes para demostrar que el expresidente era el que, a través de su abogado Cadena, había conseguido presionar a Sierra y a Monsalve para que implicaran al senador de izquierda. Esta vez Uribe, ante esta detención, no consiguió ningún apoyo popular: la gente estaba agotada.
Las reformas a la salud y la tributaria, propuestas por ministros de Duque, tenían listo el estallido social que necesitaba un líder que canalizara ese descontento. Y ese fue Gustavo Petro.
Por recomendación de Gustavo Bolívar, Petro, además de la rueda de prensa en donde mostró públicamente su coalición, convocó, Vía Zoom, a una presentación, una proclama, una declaración de principios. Necesitaban una figura mediática, una estrella, alguien, fuera de la política, que tuviera un reconocimiento nacional. A través de sus columnas en El Tiempo, y sus trinos, Margarita Rosa de Francisco había demostrado que era mucho más que una diva. Incluso, por una de sus columnas, en donde cuestionaba al dueño de El Tiempo, el magnate Luis Carlos Sarmiento Angulo, fue expulsada del periódico. Bolívar le propuso la lectura de la Proclama y ella dijo que sí.
La cita era virtual a las dos de la tarde del 14 de febrero. Siete movimientos políticos, Colombia Humana, Unión Patriótica, Partido Comunista, Polo Democrático Alternativo, el MAIS, Partido de Trabajo de Colombia, Unidad Democrática y Todos Somos Colombia, le contaron al país cómo iba a ser la escogencia de las listas al congreso que se realizaría en marzo de 2022. A esta reunión asistieron Petro, Iván Cepeda, Bolívar, Alexander López, Wilson Arias, Alberto Castilla, Germán Navas, Aida Avella, David Racero, María José Pizarro, Ana Teresa Bernal, Susana Mohamad, Ati Quigua, Heydy Sánchez, Feliciano Valencia, Martha Peralta y Gabriel Becerra.
Margarita Rosa empezó agradeciéndole a los miembros de la Colombia Humana y afirmó sentirse aludida al llamado para que colombianos como ella se unieran para ver, por fin, un cambio social en Colombia. “La crisis climática generada por la proliferación de residuos tóxicos como consecuencia del modelo extractivista imperante y la inclemente deforestación se ha manifestado a través de una implacable pandemia que, en nuestro país, no solo ha sembrado la muerte de más de 58.000 hogares, sino que ha acentuado los fenómenos de la pobreza, violencia, corrupción, desigualdad y violación de derechos humanos que ya venían creciendo en este gobierno, desde antes de la aparición del virus.
“El terrible y creciente asesinato de cientos de líderes sociales en los cuatro puntos cardinales de nuestro territorio, las amenazas y el desplazamiento de campesinos e indígenas, el creciente poder del narcotráfico y su filtración en las diferentes esferas del estado, las políticas que nos ofrecen como solución y la triste sumisión de nuestro país parece más un empeño en impedir en que logremos ese ideal de paz”.
Después de la lectura de la Proclama, la actriz leyó también los propósitos con los que el Pacto Histórico pensaba transformar el país: “Urge devolverles a los seres humanos de este país los derechos perdidos, los derechos jamás conquistados, el derecho a tener derechos. Requiere con urgencia pero con sabiduría un pacto histórico, entre aquellos ciudadanos que se identifiquen con los sectores alternativos, progresistas, socialdemócratas y verdaderamente liberales que le devuelvan verdaderamente el poder a la gente y que nos conduzca a una verdadera transformación política, para que nos entreguen como verdadero resultado una paz, que nunca hemos tenido”.
Una vez terminó la lectura Margarita, intervino Gustavo Bolívar, quien enfatizó también en que el principal objetivo del Pacto era implementar el proceso de paz, propuestas ecológicas y darles a los colombianos el derecho a la educación y a la salud de calidad. Bolívar afirmó que en el Pacto Histórico no cabían personas a los que estos preceptos no les interesaban. La derecha no tendría cabida. Empezaría una de las pugnas internas más intensas que tuvo el Pacto, la pelea Bolívar-Roy.
Iván Cepeda también afirmó en su intervención que las listas se presentarían con el nombre del Pacto Histórico: “No luchamos por elegir personas al congreso, sino que queremos un cambio de época, un cambio histórico en Colombia”. Recalcó que estarían invitados los sectores que los que comparten ideas democráticas, también los movimientos sociales, las ciudadanías libres, los líderes y lideresas, jóvenes y organizaciones femeninas, y las listas tendrían un carácter paritario. “Nuestro diálogo con los movimientos sociales y los ciudadanos será constante”, incluso habló de un comité de selección para ciudadanos que crean poder estar en esas listas. La idea era radicar diez grandes reformas constitucionales en el Congreso para cambiar la historia del país.
Petro habló con claridad. Allí se mostró abierto a poder hablar con la institucionalidad del Partido Verde que se mantenía al margen y afirmó que el Pacto Histórico era una propuesta para todos los colombianos, una propuesta que transitara hacia la paz y la justicia social, para eso se tendría que obtener un gran consenso y eso sólo lo garantizarían las mayorías en el Congreso. “Acá caben todas las personas que amen la naturaleza y busquen un país en paz” La lista unitaria al Congreso buscaba mayoría para cambiar el Congreso. “No es teniendo una bancada, es tener la mayoría para poder hacer las leyes de Colombia en función de las grandes mayorías populares” Por eso la lista era una coalición de propuestas políticas y seguía abierta a numerosos sectores políticos. Era una lista de movimientos sociales. “Un movimiento de movimientos sociales”. La propuesta de Petro era que la lista fuera mayoritariamente femenina y que tuviera un gran componente étnico que exprese la diversidad territorial de Colombia.
Aida Avella habló de las diversas personerías jurídicas que estaban ahí y con ellas crear un bloque muy grande para que todos se sintieran representados, los hombres, las mujeres, indígenas, afros, y afirmó que lo que se buscaba era el gran Pacto Histórico: “Hay sectores independientes que están esperando la renovación de un Congreso que, como están las cosas, no se puede hacer”. Aida se mostraba también abierta a que el espectro se ampliara y fue crítica con un gobierno -el de Duque- que no escuchaba a los jóvenes, a la gente que estaba pidiendo a gritos un cambio.
Al final de la sesión entró Armando Benedetti, para disgusto de Gustavo Bolívar quien siempre vio con malos ojos la injerencia en el pacto del exsenador de La U. Benedetti explicó por qué el Pacto era histórico: “Porque se busca un nuevo país, las mayorías sólidas para cambiarlo. Lo que se busca no es elegir mejores senadores, sino buscar las minorías, con la motivación para que por primera vez las mayorías populares y no los banqueros sean los que legislen, el punto más candente es no solo sacar buenos, sino tener la mayoría y legislar para mayorías populares”. Benedetti parecía una persona nueva, pero pocos le creían.
En junio de 2023, después de la tormenta, Gustavo Bolívar se sinceró sobre lo que sentía sobre Armando Benedetti. Había pasado lo del escándalo de los audios que se filtraron del exsenador insultando a su antigua mano derecha, Laura Sarabia. En ellos Benedetti le sacaba en cara a Sarabia el ingreso de más de 15.000 millones de pesos a la campaña presidencial de Petro. La gestión, presuntamente, la había hecho el barranquillero. Bolívar no titubeó al reconocer en una entrevista en La W Radio que tarde o temprano “Nos iba a pasar factura”. El hoy presidente creyó en algún momento que el exintegrante de La U podría amoldarse a sus necesidades, a sus obsesiones. Pero estaba muy lejos de que sus convicciones cambiaran.
En la misma entrevista, Bolívar se explaya sobre Benedetti: “Cuando uno trabaja en una campaña es legítimo que tenga resultados al final, un nombramiento. No sabía que él estaba inconforme en Venezuela, me parecía que tenía muy buen protagonismo porque uno de los objetivos era restablecer las relaciones con ese país (…) Entiendo la rabia y las condiciones que tenía Armando, pero son muy irresponsables. Nosotros todo el tiempo llamándonos y poniendo de nuestros bolsillos porque la campaña siempre adoleció de dinero, como para decir que 15.000 millones aparecieron de la noche a la mañana”.
Pero las dudas de Bolívar no se limitaban a Benedetti, la pelea que sostuvo con Roy Barreras fue todavía mayor. Justo cuando ganó Petro, en el Movistar Arena, el 20 de junio del 2022, Roy sacó fuerza de flaqueza para estar al pie del cañón a pesar de que se le había anunciado que tenía cáncer. La noticia se hizo oficial en octubre del 2022, cuando ya había sido presidente del Congreso. Hablamos con testigos que vieron trabajar a Roy en condiciones extremas, incluso con una bolsa pegada a su cuerpo. Mucha gente dentro del gobierno sabía que Roy era lo que se podía llamar “Un mal necesario”. Pero Gustavo Bolívar no lo pensaba así. El 23 de febrero del 2023, unas horas después que Barreras anunciara la creación de su partido político, La fuerza de la paz, Bolívar no se guardó nada y estalló contra el entonces presidente del Congreso por hacer alianzas que van en contra de las convicciones del Pacto Histórico. Hasta sus enemigos acérrimos pueden reconocer en Bolívar a un auténtico militante del petrismo. Desde que en 2011 decidiera saltar a la política con la marcha anticorrupción que convocó y que también se conoció como la marcha de los antifaces, Bolívar se ha abrazado con absoluta convicción a la causa de Petro. Dejó la comodidad de su escritorio de libretista, renunciando a ganar miles de millones de pesos, para meterse en la vorágine de la política.
Aunque, a decir verdad, Bolívar empezó muy joven inspirándose al lado de dos hombres que les pusieron el pecho a las balas del cartel de Medellín. A los 20 años Bolívar hizo parte del movimiento juventudes galanistas. Era la Colombia de los años ochenta, sumida en el pandemonio al que la había condenado Pablo Escobar y pocos podían resistirse a la oscura propuesta del capo: plata o plomo. Galán fue el encargado de echar del Partido Liberal a Escobar, cuando era suplente del político antioqueño Jairo Ortega y mantenía viva la esperanza de algún día sentarse en el solio de Bolívar. Esta afrenta nunca se la perdonó Escobar y, por eso, simplemente se hincó de hombros cuando Henry Pérez, reconocido paramilitar del Magdalena Medio, mandó a uno de sus sicarios a matarlo mientras se aprestaba a dar un discurso en la plaza central de Soacha en la fría noche del viernes 18 de agosto de 1989.
También, en esa década, trabajó con Enrique Parejo González. Parejo fue el escogido por Belisario Betancur para reemplazar en el Ministerio de Justicia a Rodrigo Lara Bonilla, asesinado por un sicario de Escobar. Este hombre, nacido en Ciénaga, tenía el coraje de los mártires. Lejos de amilanarse ante el monstruo, Parejo lo cercó. Se comprobó que Escobar lo quería matar, así que Belisario lo sacó del país y le dio una embajada lejana, la de Budapest, en Hungría. Y hasta ahí llegó la mano del Cartel. En frente de su casa, en ese lugar, casi le arrancan la vida a tiros. Se salvó de milagro. Se repuso del atentado y en 1994 el propio Gustavo Bolívar lo acompañó en la aventura de una posible candidatura presidencial, pero Parejo ahí no llegaría a ninguna parte y Bolívar decidió retirarse de la política para ponerse a escribir telenovelas que le darían independencia económica.
Uno de estos golpes fue Pandillas, Guerra y Paz. La serie tuvo tanto éxito que al propio guionista lo llamaban para formar parte de mesas de diálogos de paz en localidades apartadas de Bogotá en donde los jóvenes se daban durísimo entre ellos. Bolívar aceptaba. Luego de que la productora TeleColombia le vendiera la serie a RCN, esta empezó a perder Punch y saldría del aire sobre 2004. Sin nada que hacer, Bolívar, quien tenía unos ahorros, se puso a escribir la novela Sin tetas no hay paraíso. Les ofreció el argumento a varias editoriales, pero estas no mostraron interés. Creyeron que no iba a vender nada. Así que Bolívar, de su maltratado bolsillo, sacó apenas 500 ejemplares. Los distribuye estratégicamente entre editores y periodistas. Por unos días hay un silencio preocupante. Parece que nadie ni siquiera se ha tomado el trabajo de leerla. Pero sí, hay un periodista que lo hace. A Julio Sánchez Cristo le encanta la historia, lo contacta, lo llama, la entrevista se alarga, dura 35 minutos, cuando termina Gustavo Bolívar ya es famoso: las librerías Nacional y Panamericana piden de a 10.000 ejemplares para tenerlos en stock. En seis meses se venden un millón de ejemplares. En dos años se adapta a la televisión y Bolívar se convierte en uno de los autores más vendidos del país.
Hace buenos contratos, se va a Miami a trabajar en Telemundo. En 2015 se va a vivir a los Estados Unidos. Sus amigos saben que siente admiración por Petro que, incluso, cuando el procurador Alejandro Ordóñez lo saca de la alcaldía le ofrece 10 millones de pesos para su movimiento, pero Petro los rechaza. Desde Miami, Bolívar no le pierde la mirada. Dos años después, supo de una campaña de las juventudes de la Colombia Humana buscando fondos. Una de las asesoras de Petro, Hilda Carrera, le pregunta si la oferta aún está en pie. Bolívar, gustoso, envía los 10 millones para la causa.
En Colombia Petro se reúne con Bolívar. Está agradecido y le ofrece participar en el Senado. Bolívar, a regañadientes, acepta ser la cabeza de la Lista de la Decencia que se lanzaría al Senado en 2018. El mensaje que mandaba Petro era muy claro y sería uno de los más fundamentales de cara a la conformación del Pacto Histórico: acá no estarían sólo políticos sino también ciudadanos realmente interesados por apoyar los cambios que necesitaba el país. Bolívar sumo 116. 505 votos. Su motivación al senado no era ni siquiera económico. Incluso renunció a su sueldo. Uno de sus grandes objetivos era reunir las pruebas y demostrar que Álvaro Uribe era culpable de los delitos que se le atribuían. Durante el gobierno de Duque fue un duro contradictor de sus políticas, sobre todo del fracking, una amenaza contra el medio ambiente. En 2022, renuncia al Congreso debido a sus altas deudas contraídas en política, cerca de 1.500 millones de pesos.
Además, no le gustaba Roy. Él creía que el Pacto podría lograr las mayorías en el Senado, aprobar las reformas que buscaba y poner a Petro de presidente sin la ayuda del que fuera, para muchos, el símbolo de la politiquería en el país. El 22 de febrero del 2023, en su cuenta de Twitter, escribió “Vine a la política a combatir a los corruptos, no a unirme con ellos”. En un video redondeaba esa idea: “Si el nuevo partido da avales a quienes condujeron al país a la corrupción, al genocidio y a la desigualdad, no sigamos hablando de cambio. El Pacto Histórico debe decidir si son bienvenidos a nuestra casa o no”.
En ese video llamó a las bases del Pacto Histórico a exigirle al presidente y al partido coherencia. Desde el principio, Roy Barreras fue un “sapo” que tuvo que tragarse Bolívar. Pero Roy se mostraría, en la organización del Pacto, solícito y listo a emprender cualquiera de las tareas que se propondrían. Roy fue el puente que el Pacto Histórico necesitaba para unirse a corrientes y políticos que estaban en las antípodas de ese proyecto. Uno de ellos fue la familia Calle de Montelíbano, Córdoba, que en un departamento político electoralmente, tendría muchas opciones de conseguir votos. Cuando el Pacto estaba listo e iba a despegar, el país empezó a sentir el estallido social.
Para políticas de derecha como María Fernanda Cabal el estallido, en todas sus dimensiones, no fue más que una toma guerrillera, azuzada por los políticos de izquierda que amenazó incluso con tomarse ciudades como Cali y la misma Bogotá. El país nunca sería el mismo.