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Foto del escritorLeón Valencia

La tragedia electoral de la izquierda en Colombia



El sentido común permitiría pensar que la consolidación de un proceso de paz, como el que se está desarrollando en Colombia entre el Gobierno y la FARC, abriría el camino para la profundización democrática del país y, sobre todo, daría un respiro a la izquierda democrática, es decir, que le haría las cosas más fáciles al menos electoralmente. Sin embargo, a día de hoy el camino de la izquierda con miras a las elecciones nacionales de 2018 se ve complicado y el futuro no le augura buenos resultados, pues podría estar por debajo de los logrados en 2014.



Tres son las tragedias que vive actualmente la izquierda. Por un lado, el país comienza a vivir un nuevo brote de violencia o una nueva guerra sucia: en un mes se cuentan cinco asesinatos y más de una decena de atentados a líderes sociales de base, cercanos a movimientos de izquierda, que han visto la luz después del proceso de paz. En segundo lugar, la llegada de las FARC a la arena política, al parecer causará una división en la izquierda y no la unidad. El Polo Democrático, el partido que mejor representa la izquierda democrática actualmente en el país, esta dividió en dos grandes sectores: los que creen que deberá existir una gran coalición con la gente que sale de la guerra y los que creen que se debe seguir el camino de la división entre la izquierda radical y el centro izquierda. Cualquiera de las dos opciones puede ser una debacle electoral.

Pero tal vez la tragedia más grande que vive la izquierda es que su éxito puede significar entregarle el país a la extrema derecha. En el mundo empresarial urbano existe un temor y es que producto del proceso de paz la izquierda llegue al poder. Este mundo sabe que no se trata de que las FARC tengan probabilidad de ganar, esto es algo bastante remoto, pero sí que candidatos como Gustavo Petro o Jorge Robledo comiencen a crecer en las encuesta.

Según dicen estos empresarios, esto pondría en jaque no solo el régimen político, sino el modelo económico, de tal forma que ellos, aunque apoyaron el proceso de paz y apoyan la implementación de los acuerdos, apoyarían la extrema derecha en las elecciones de 2018. Es decir, el respaldo al Gobierno Santos y a la democracia liberal progresista que representa la élite urbana Bogotana llegaría hasta finales del año 2017.

Este mundo empresarial recibe constantemente versiones sobre lo peligroso que es que la izquierda comience a crecer en las encuestas. Esa frase, que de por sí es ridícula, sobre el modelo de gobierno castrochavista, lo perciben como un riesgo. Por ello cada punto que crezca la izquierda en las encuestas, es un paso más del empresariado a la extrema derecha. Extrema derecha que vive del miedo y que para sobrevivir necesita mantener el fantasma, aunque irreal, de la amenaza de las FARC, quienes ya están en proceso de desarme, y mantener el temor vivo de una gran “conspiración mundial de la ultra izquierda”, como la definen varios de ellos.

De hecho, el miedo de una izquierda vigorosa, hace que los asesinatos de varios dirigentes de base le sea indiferente a la mayoría de la élite económica y política del país. Comentarios como “era de esperarse”, “nadie dijo que el postconflicto no sería violento”, “aquí van a haber muchos asesinatos selectivos”, son recurrentes. En cualquier país del mundo todos estos asesinatos causarían un gran debate y sisma político, pero en Colombia solo hay indiferencia. Así que muerte, división y miedo, resumen la gran tragedia de la izquierda en el país que logra la paz después de 52 años de conflicto.

Columna de opinión publicada en el pais.com


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