
La equidad es uno de los caminos que nos pueden llevar a la paz. En un país con nuestras desigualdades son necesarias las reformas. Este gobierno llegó con la maleta cargada de ilusiones, una de ellas era devolverles los beneficios a los trabajadores, perdidos con la Ley 789 del 2002, lo que se conoce como “La contrarreforma laboral de Uribe”. En El Tiempo del pasado domingo, el ministro del Trabajo, Antonio Sanguino, le dio una entrevista a Yamid Amat en la que recordó un pedazo de la historia reciente del país que los medios tradicionales no disfrutan mucho recordar: el día que Uribe afirmó esto como presidente:
“A Colombia la está matando la pereza, lo que tenemos que hacer es una modificación del horario de trabajo, es recortar las horas de sueño, recortar la jornada de vacaciones, de festivos”. Lo paradójico es que el país estaba tan anestesiado por la propaganda en favor de ese presidente, que le parecía magnífico el mantra de “Trabajar, trabajar y trabajar”. Entonces, quedó instalada aún más esa frase injusta hasta la perversión: es pobre el que no le gusta trabajar.
La reforma laboral del presente gobierno les devuelve a los trabajadores beneficios que el gobierno de Uribe les quitó: la jornada nocturna comenzará de nuevo a las siete de la noche y no a las nueve, como lo había establecido el presidente “del corazón grande”. El trabajo en día de descanso obligatorio, o en días de fiesta, se remunerará en un 100% y no en un 70%, como lo estableció en su momento Uribe. Se otorgarán permisos para ir a citas médicas, se fomentará el uso de la bicicleta, se permitirá el ingreso de animales si así lo requiere el empleado, se otorgarán beneficios económicos en cuanto a la conectividad para los que estén en teletrabajo, los practicantes del Sena tendrán derecho a un contrato laboral especial y a término fijo con todas las prestaciones, entre otros beneficios.
Cuando Uribe sacó su famosa ley, que terminó arruinando y quitándoles dignidad y beneficios a los trabajadores colombianos, reclamó sacrificios: “Sacrifíquense, que vamos a generar 600.000 empleos y vamos a reducir la informalidad”. Tal y como lo recuerda Sanguino en la entrevista a Yamid, han pasado 23 años, los 600.000 empleos nunca aparecieron, y la informalidad está en un 55 por ciento. Y, además, el ministro sostiene: “Y mientras tanto, cada trabajador, según un estudio del Ministerio del Trabajo, dejó de recibir 43 millones de pesos a precios de hoy, por el no pago del recargo por trabajos nocturnos y el no pago de recargo dominicales y festivos”.
Lo increíble es que los grandes medios instalaron la verdad de que Uribe tenía más del 70% del respaldo popular, cuando los principales beneficiados de estas medidas eran los grupos económicos que dominaban el país e iba en contra de los intereses de los trabajadores del país. La reforma de Petro corrige este error histórico.