El Catatumbo vuelve al infierno de la guerra con el ELN

Por: Oficina del Oriente de Pares

Foto tomada de: Rios de vida y muerte

La subregión del Catatumbo, ubicada en el noreste/nororiente de Colombia, ha sido un escenario de conflicto armado durante décadas. Esta región, rica en recursos naturales y estratégicamente importante, ha sufrido la influencia de diversos grupos armados, entre ellos el Ejército de Liberación Nacional (ELN), las FARC EP (Hoy llamadas estado Mayor Central), EPL, y Paramilitares. Si se llegara a reactivar un enfrentamiento abierto entre estas fuerzas, o contra el Ejército Nacional de Colombia, la población civil, ya afectada por el desplazamiento y la violencia, se encontraría en una situación aún más precaria, incrementando el riesgo de violaciones de derechos humanos y una crisis humanitaria en la zona.

El amanecer de este 24 de septiembre trajo consigo una noticia desgarradora: un soldado profesional muerto y cinco heridos dejó de la activación de un campo minado en la Vereda Llana Baja del municipio de Teorama. Las autoridades informaron que el campo minado fue activado por el ELN cuando las tropas se encontraban cumpliendo la misión de asegurar el territorio escoltando la maquinaria destinada a la reparación del Oleoducto Caño Limón – Coveñas. En el hecho, murió el soldado profesional Carlos Solano Miranda, y cinco militares más fueron evacuados vía aérea hacia Cúcuta (donde actualmente reciben atención médica).

Los ecos de la violencia resuenan en cada rincón del Catatumbo, recordando la fragilidad de la vida y la sombra de un conflicto que sigue presente. La geografía de la región, caracterizada por montañas y selvas densas, facilita la actividad guerrillera y dificulta la presencia efectiva del Estado. En esta región, el cultivo de coca también se ha convertido en un medio de subsistencia para muchas familias. Según el último reporte del Observatorio de Drogas de Colombia del Ministerio de Justicia, en el 2022 se registraron más de 41.387 hectáreas de coca cultivadas en el Catatumbo. Producto que sirve de intercambio comercial y de combustible para una guerra perdida, en la que su reactivación no solo llevaría a un aumento de la violencia, sino que también podría desestabilizar aún más la economía local.

Adicionalmente, la posible reactivación de hostilidades entre el ELN y el Ejército Nacional podría intensificar la competencia entre grupos armados, generando un clima de terror y desconfianza entre las comunidades. La población civil, que ha tratado de resistir y superar la violencia durante años, se vería inmersa, nuevamente, en un conflicto que no han elegido. La falta de garantías para la vida y la integridad de los habitantes de Catatumbo podría traducirse en el incremento de hechos victimizantes que estarían por venir.

Hablamos con el alto consejero para la Paz y la Reconciliación en Norte de Santander, Luis Fernando Niño, y esto dijo sobre lo que sucedió: “Seguimos muy preocupados por la situación del departamento, se habían logrado avances en la paz, dos años que se habían sostenido los combates a cero en los municipios del Catatumbo, en donde se respetaban las mesas de diálogos, pero con la ruptura con la última mesa y la no definición sobre si avanza o no la mesa, ya se presentan los primeros ataques en donde queda siempre en la mitad la población civil”.

En conclusión, la reactivación de un conflicto armado entre el Ejército Nacional y el ELN en el Catatumbo representa un serio riesgo para la estabilidad y seguridad de sus habitantes. Las consecuencias podrían ser devastadoras no solo para la integridad física de la población, sino también para su tejido social y económico. La comunidad internacional y el gobierno colombiano deben prestar atención a esta problemática, buscando alternativas de paz y desarrollo sostenible que beneficien a la población y eviten el recrudecimiento de la violencia en una región que ha sufrido demasiado.