Por: Línea de Investigación de Paz, Postconflicto y Derechos Humanos
Desde la Fundación Paz & Reconciliación se hizo seguimiento a las acciones realizadas por el Clan del Golfo durante el paro armado que se desarrolló entre el 5 y el 10 de mayo como respuesta a la extradición de su máximo jefe, Dairo Antonio Úsuga, alias “Otoniel” a Estados Unidos. En este balance encontramos que hubo un total de 145 afectaciones en nueve departamentos y 77 municipios del país, siendo los departamentos de Antioquia, Córdoba y Chocó los epicentros de las mismas.
Gráfico No. 1
Entre las afectaciones que se presentaron se encuentran 22 asesinatos, 21 ataques a establecimientos, 91 ataques a medios de transporte, tres enfrentamientos armados, cuatro bloqueos de vías y un número indeterminado de propaganda alusiva a las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC) en por lo menos 10 municipios. Con este paro armado el Clan del Golfo expuso la magnitud de su presencia territorial en zonas del noroccidente del país y la costa atlántica, en donde se han consolidado como el actor armado hegemónico.
Gráfico No. 2
Las afectaciones que dejó el paro armado del Clan del Golfo también se vieron reflejadas en las pérdidas económicas de los comercios, el desabastecimiento de alimentos, la suspensión de actividades educativas, el confinamiento de la población civil y la restricción de su movilidad ante la mirada pasiva de la Fuerza Pública y la respuesta tardía por parte del Ministerio de Defensa.
Es importante señalar que el paro armado del Clan del Golfo no es un hecho aislado, ni fue realizado por “reductos” de este grupo, tal y como lo señala el Gobierno Nacional. Como se mencionó en el reciente informe de la Fundación Paz & Reconciliación, “Plomo es lo que hay”, el Clan del Golfo tiene presencia en 241 municipios de Colombia a través de cuatro estructuras, 22 subestructuras y dos comisiones conformadas por aproximadamente 3.260 integrantes (1.461 armados y 1.799 en el componente criminal focalizado).
Gráfico No. 3
Es claro que la extradición de alias “Otoniel” no se vio reflejada en un debilitamiento organizacional del Clan del Golfo, siendo este paro armado una muestra de ello. Cabe recordar también que este grupo armado reaccionó de manera violenta tras la captura de su máximo jefe en octubre del año pasado y desde entonces otros cabecillas como alias “Chiquito Malo” y alias “Siopas” se hicieron cargo del manejo de los hilos de esta estructura criminal, dando cuenta de la capacidad adaptativa del Clan del Golfo ante la pérdida de sus principales miembros.
Con esta última acción del Clan del Golfo queda en evidencia que es más que preocupante la situación de seguridad que afronta el país en el cierre del gobierno de Iván Duque. En lo que va de 2022 ya se cuentan dos paros armados nacionales, el primero realizado por el ELN en el mes de febrero y este del Clan del Golfo. Ambos hechos exponen el fracaso de la política de seguridad y defensa del gobierno de Iván Duque, dando cuenta de que no existen las garantías suficientes en esta materia ad portas de los comicios de la primera vuelta presidencial de finales de este mes.
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