
Dos aviones norteamericanos con 195 inmigrantes deportados de nacionalidad venezolano fueron enviados de regreso a su país con cadenas en las manos. Así aterrizaron en el aeropuerto Simón Bolívar de Caracas. El presidente venezolano, históricamente vociferante, belicoso, tan sólo agachó la cabeza y les abrió los brazos a los connacionales que regresaron. No hubo mayores comentarios sobre la dignidad de sus paisanos, ni de parte de él ni de Diosdado Cabello, quien se ha mostrado muy conforme con los puentes que poco a poco se construyen con Washington. Parece que esa belicosidad sólo se trasluce cuando se trata de azuzar el fuego de Petro contra Trump. Poco después que sobreviniera una guerra comercial de 18 horas entre Estados Unidos y Colombia Maduro salió a decirle a Colombia que no necesitábamos a Trump porque teníamos toda la experiencia de Venezuela para ayudarnos. «Unidos consolidemos nuestra independencia, construyamos la prosperidad de nuestros pueblos en América Latina y el Caribe. ¡Dios con nosotros!»