Sobre las ocho de la noche el presidente Gustavo Petro confirmó que el gobierno de Estados Unidos había descertificado a Colombia, un escenario que no se veía desde 1996. El país había perdido la certificación como aliado en la lucha contra las drogas “ a pesar de tanto uniformado asesinado” se lamentaba el presidente. En lo práctico para Colombia es un golpe durísimo ya que deja de percibir 380 millones de dólares anuales en ayudas para combatir la droga. Esta evaluación se hace desde 1986 durante el gobierno de Ronald Reagan. Los EEUU están convencidos que la droga es una amenaza que viene del exterior y que está hecha para destruirlos como sociedad.
Algunos congresistas del partido demócrata habían expresado su inconformidad con la probable descertificación a Colombia ya que esto le quitaría supuestamente interés al país para seguir colaborando en la lucha. En uno de los apartes de su intervención televisiva el presidente afirmó lo siguiente: “Se acaba la dependencia del Ejército de Colombia y de sus Fuerzas Militares del armamento de los Estados Unidos. No más limosnas ni regalos. Ya descertificaron, ya esa es la decisión. Al Ejército de Colombia le va mejor si compra sus armas o las hace con nuestros recursos propios, porque si no, no será un Ejército de la soberanía nacional”.
Si bien Colombia fue eliminada junto a otras cuatro naciones de la lista de aliados de EEUU en su lucha por haber incumplido con sus obligaciones con Washington, esta descertificación no llega a ser tan grave como la que vivió el país mientras Samper era presidente. Aunque normalmente esta calificación abre la puerta a sanciones la asistencia a Colombia se mantiene por razones de interés vital, sobre todo en materia de seguridad y lucha contra el crimen organizado. Por su posición geográfica no se puede dar la espalda a Colombia desde Estados Unidos ya que vendría para ellos un tsunami aún peor que el que están teniendo en este momento. Igual la mayoría de drogas entre adolescentes los está teniendo ese país por el consumo de fentanilo.
Esta sanción es más al presidente Petro, al ejecutivo, que a sus fuerzas armadas. Es más una descertificación política por el aumento de hectáreas de coca cultivadas y la negativa por parte del gobierno de fumigar con glifosato. Es más una descertificación política. Las sanciones irán directamente al ejecutivo. En el mensaje enviado desde Washington queda claro que se le acusa al gobierno de haber permitido la expansión de grupos armados ilegales por culpa de las mesas de negociación algo que es completamente inexacto a pesar de las fallas que estas pueden tener.
Las sanciones harán aún más empedrado el camino de Petro en los nueve meses de gobierno que le quedan ya que radicalizará aún más a la oposición quien tendrá un nuevo argumento para acusarlo de ineficiencia y de descuidar las relaciones con Washington. Sobre esto hay que dejar tres puntos claros: para Estados Unidos no es que Colombia no sea un socio eficaz en su lucha contra las drogas sino que es el punto más débil en el eslabón. Al gobierno Petro lo pone en el mismo eslabón de Venezuela, Afganistán y Birmania. El tercer punto es que se mantiene la colaboración pero se le obliga a mostrar resultados inmediatos en erradicación y lucha frontal contra la droga. El país tiene matrícula condicional. Esta fue una forma que encontró Trump para desprestigiar desde Washington un gobierno de izquierdas en Colombia. La oposición quedó con más tela para cortar.