Hace un año el ex presidente uruguayo anunció que padecía un cáncer de esófago. A sus 88 años las posibilidades de recuperarse eran remotas. Pocos líderes latinoamericanos han despertado la admiración unánime. Incluso sectores de la derecha retardataria han exaltado su frugalidad, su sencillez de anacoreta. Han pasado por alto incluso aspectos de su vida que a otro personaje le hubieran cobrado caro. Uno de ellos fue su militancia en la guerrilla de su país. En los años sesenta, junto a su esposa, Lucía Topolansky, fue parte del movimiento de liberación nacional-Tupamaros. Su historia ha inspirado el interés de grandes cineasta como Emir Kusturica. Es una especie de Mandela de este lado del mundo. Su detención entre 1972 y 1985, en condiciones extremas, terminó disparando su carrera política. Desde 1989 fue senador, después ministro y en la primera década de este siglo consiguió la presidencia del Uruguay.



