
El pasado 10 de octubre de 2025, el Comité Noruego del Nobel le otorgó a la jefa de la oposición venezolana, María Corina Machado, el Premio Nobel de Paz. Según el Comité, este galardón se lo entrega “por su incansable trabajo de promoción de los derechos democráticos para el pueblo de Venezuela, y por su lucha para lograr una transición justa y pacífica de la dictadura a la democracia”.
Lo que significa que este año, el Comité Noruego valoró de manera especial el esfuerzo que la lideresa política hace a favor de los derechos electorales en la sociedad venezolana y por la búsqueda de transitar de una dictadura a una democracia. Pues a María Corina se le ve, desde hace años, como la férrea crítica del régimen de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, como la gran opositora que denuncia los abusos del poder y como la lideresa política que defiende a la prensa silenciada o a los prisioneros y exiliados.
Y con ello, nos recuerda el Comité, que el Premio Nobel de Paz que entrega cada año, desde hace más de 120 años, es un reconocimiento político y no científico. Un premio que se da, no por los avances reconocidos por una comunidad académica a una persona, como lo son los galardones de Física, Medicina, Química o Economía, incluso el de Literatura, sino por los valores que para ese año quieran los organizadores del premio resaltar en una persona u organización.
En este sentido, la designación del Nobel de Paz a María Corina debe leerse como una apuesta del Comité por premiar este año a un tipo particular de valores: aquellos que se asocian a la defensa de la democracia y la búsqueda de transitar pacíficamente de una sociedad a otra. Unos valores que el Comité lo lee como sinónimo de paz, o, al menos, unas acciones que contienen el gen de la paz.
Un galardón que, precisamente, debido al carácter político que tiene, a veces se le entrega a líderes guerreristas y bastante cuestionados —como lo fue Theodore Roosevelt o Henry Kissinger— y, en otras, a pacifistas —como Nelson Mandela por su lucha contra el apartheid o Rigoberta Menchú por su lucha por la justicia social y reconciliación etno cultural basado en el respeto a los derechos de los indígenas—.
Y en esta ocasión se lo dan a María Corina Machado, por “su lucha para lograr una transición justa y pacífica de la dictadura a la democracia”. Que para el Comité debe leerse como aquella persona que en el mundo, este año, ha trabajado “más o mejor en favor de la fraternidad entre las naciones, la abolición o reducción de los ejércitos alzados y la celebración y promoción de acuerdos de paz”.
De esta manera, el Comité Noruego del Nobel de Paz ha actuado en su historia de manera similar a como lo hacen los demás actores en el mundo de la política: señalando y defendiendo algunos valores y cuestionando o descartando otros. Una forma de hacer política que es muy coherente con la que David Easton, uno de los padres de la ciencia política en la década de 1960, identificaba como recurrente en el sistema político.
Para el fundador de la política como ciencia, en los sistemas políticos los líderes y gobernantes se convierten en seres que buscan asignar de manera autoritaria valores. Ve a la política como un proceso mediante el cual un gobierno con autoridad o las personas con legitimidad usa los recursos que tiene a su alcance para que los miembros de la sociedad valoren unas acciones y se comporten en coherencia con ellos.
De allí que el Comité Noruego aprovecha cada año, con el otorgamiento del Premio Nobel, para enviarle a la comunidad internacional el mensaje de que existe un tipo de actuaciones que le gusta. Un premio con el que a veces defiende y resalta aquellas personas que toman las armas para defender a una comunidad o una clase social excluida, pero que en otras ocasiones premia a los que trabajan para que se dejen las armas y regresen a la civilidad.
En el caso del nobel de 2025, el Comité Noruego muestra claramente su preferencia por defender la democracia, y, en especial, un tipo: la democracia representativa. Valora el esfuerzo que la líder venezolana viene realizando en la última década por defender el escenario donde la ciudadanía tiene varias opciones políticas para elegir los cargos de elección popular; además, el contar con partidos que ejerzan el papel de opositores.
Así, de manera contundente y directa el Comité Nobel le dice a la comunidad internacional que desea premiar a todas aquellas personas que en el mundo buscan transitar de dictaduras a democracias, pues hay muchos países que lo requieren. Que quiere apoyar a los líderes opositores y a sus partidos en los regímenes autoritarios. Que buscará defender los valores de las democracias representativas. Y que trabajará para que en el mundo se tengan elecciones libres, justas y soberanas, que garanticen que todas aquellas personas que quieran participar lo puedan hacer.
* Esta columna es resultado de las dinámicas académicas del Grupo de Investigación Hegemonía, Guerras y Conflicto del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia.
** Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad de la persona que ha sido autora y no necesariamente representan la posición de la Fundación Paz & Reconciliación al respecto.