
En la historia universal de la infamia hay un término inventado con Uribe que debería grabarse con hilos de oro: El castrochavismo. En la década pasada todo lo que rodeara a Juan Manuel Santos -recordado como el mayor traidor de las causas uribistas- y que hiciera llamados al diálogo con las guerrillas era considerado castrochavista. Sin embargo la memoria es frágil. Uribe y Chávez tenían más puntos en común de lo que podría reconocerse. Cada visita de Uribe a Miraflores, mientras el comandante estaba vivo, se convertía en una fiesta. La entonces canciller Araujo era atendida por el fallecido mandatario como si se tratara de una primera dama. Había baila, viandas y elixires. Los uribistas le llevan contadas cada visita de Petro o de Verónica Alcocer a Venezuela. Lo que se les olvida es que entre el 2002 y el 2009 hubo 16 reuniones bilaterales entre Colombia y Venezuela, si se divide esto sale un promedio de dos reuniones por año.