El Ministerio de Minas y Energía (MME) tuvo un año de avances, aciertos, desafíos y aprendizajes que sin duda marcan un antes y un después de la Transición Energética en Colombia, en donde puso en juego diferentes estrategias para lograr las metas trazadas y generar los impactos propuestos. Pero, a menos de un mes de finalizar el 2025, el MME saca, lo que a la interpretación sería, un as bajo la manga: GECELCA SOLAR.
La Generadora y Comercializadora de Energía del Caribe -GECELCA- ha sido históricamente uno de los pilares del sistema eléctrico en la región Caribe, con una operación enfocada, principalmente, en la generación térmica a partir de carbón y gas natural desde finales del siglo XX. Su rol fue clave para garantizar el suministro energético en momentos de alta demanda y crisis del sistema, especialmente en una región marcada por déficits estructurales de infraestructura y elevados costos del servicio. Sin embargo, este modelo, aunque estratégico en su momento, también estuvo asociado a altos impactos ambientales y a la dependencia de combustibles fósiles, lo que hace particularmente significativa su actual transformación hacia energías renovables dentro del proceso de la Transición Energética Justa en Colombia.
Según se expone en el sitio oficial del Ministerio de Minas y Energía, este proyecto “tendrá un portafolio inicial de 650 megavatios de energía solar, mediante la instalación de una granja solar de 200 megavatios que beneficiarán a más de 150 mil familias de la costa Caribe” (2025), asimismo, el Ministro Edwin Palma Egea, sostuvo que:
Con Gecelca Solar estamos dejando atrás el modelo que durante décadas encareció la energía en la costa Caribe. Le estamos apostando a un futuro limpio, más barato y con justicia energética para la gente. Este es un paso concreto para cumplir la promesa del presidente Gustavo Petro: que las familias no tengan que escoger entre comer o pagar la luz. La transición energética empieza a sentirse donde más se necesita y adicionalmente arranca la descarbonización de las térmicas con carbón.
La decisión de transformar a Gecelca representa una apuesta profunda por modificar no solo la matriz energética del Caribe colombiano, sino también las bases mismas de su estructura económica y social. Al abandonar la generación basada en combustibles fósiles y orientar su operación hacia energías limpias se busca reducir la vulnerabilidad energética, bajar los costos para los hogares más afectados, y abrir paso a una transición con justicia social: energía accesible, sostenible y equitativa. Esta transformación refleja un giro estratégico que reconoce la necesidad de reconciliar desarrollo, cuidado ambiental y buen vivir, planteando la energía no como un lujo, sino como un derecho esencial para las tierras del olvido, a propósito del Caribe.
No obstante, el éxito de Gecelca Solar no dependerá únicamente de la ambición del anuncio ni de la magnitud de los megavatios proyectados, sino de la capacidad real del Estado para garantizar una implementación coherente, responsable y socialmente inclusiva. Dentro de todo, persisten retos asociados a la disponibilidad y ampliación de la infraestructura de transmisión, a la articulación efectiva con las comunidades locales y a la gobernanza del suelo en una región históricamente atravesada por conflictos socioambientales. Además, la transición desde un modelo térmico hacia uno renovable exige procesos de reconversión laboral, fortalecimiento institucional y seguimiento riguroso de impactos, para evitar que la transición energética reproduzca viejas desigualdades bajo nuevas tecnologías. En este sentido, Gecelca Solar se convierte no solo en un motor de cambio, sino en una prueba decisiva de si la transición energética en el Caribe colombiano puede ser realmente justa y sostenible en el tiempo.
Se sabe el historial marginal de la Costa Caribe en temas energéticos, se reconocen los índices de pobreza energética en esta “la capital de la transición en Colombia” y por ello, tal vez, se apunta a que las metamorfosis de estas empresas del sector ocurran en esta zona, sin embargo, no deja de ser un ruido constante la incertidumbre de si los cambios serán un verdadero respiro para la Región, una nueva realidad que ayude a cambiar el color de los números rojos de las tarifas y devolver la dignidad al territorio, o si solo es una pieza del monopolio cambiando su razón social.



