Hay poca claridad sobre las razones por las que Uribe se convirtió en el primer presidente de la historia de Colombia en estar metido en un juicio. Lo que está claro es que todo le resultó como en un efecto boomerang. En el año 2014, Uribe era senador del recién creado partido Centro Democrático. Obtuvo una votación récord y aún tenía cotas de favorabilidad muy altas. Se encontraba en un toma y dame extremadamente duro con Juan Manuel Santos, a quien consideraba un traidor por la decisión que tomó de buscar la paz con las FARC. Uno de sus grandes contradictores era Iván Cepeda, quien ese año decidió hacer un debate público porque tenía testimonios muy fuertes y claros de exparamilitares, como Juan Guillermo Monsalve, que comprobarían que el líder del Centro Democrático estaría, junto con su hermano Santiago, detrás de la creación del Bloque Metro de las AUC.
La reacción de Uribe fue denunciar ante la Corte Suprema de Justicia a Iván Cepeda por una supuesta manipulación de testigos en su contra. Uribe sostenía que Monsalve había hablado motivado por la obtención de beneficios prometidos por Cepeda. Monsalve es hijo de quien fue el capataz de la Hacienda Las Guacharacas, finca comprada por Alberto Uribe Sierra, en 1978, y en donde este fue asesinado en 1983. Así que su versión es que, dentro de Las Guacharacas, se formó y entrenó a paramilitares.
Durante cuatro años, la Corte guardó silencio sobre la denuncia de Uribe. Mientras tanto investigaban. En 2018, sorprendió el fallo: mientras no encontraban razones para culpar a Cepeda, decidieron absolverlo de cualquier crimen. Lo que no esperaba el expresidente es que se abriera una investigación contra él, precisamente por lo mismo que había acusado a Cepeda: manipulación de testigos. Al entonces senador no le quedó de otra que renunciar a su curul, para no ser investigado por la Corte, sino por la justicia ordinaria ya sin fuero. En ese momento, el presidente era alguien cercano a él, Iván Duque, y el fiscal también era otro de sus pupilos, Francisco Barbosa.
Siendo senador, a Uribe se le complicaba el panorama. En 2020, en plena pandemia, el país y el propio expresidente vivieron una situación impensable: Uribe fue arrestado por orden de la Corte Suprema de Justicia. Esto sucedió el 4 de agosto de ese año. El entonces presidente de la Sala Especial de Instrucción, encargada de investigar a congresistas, Héctor Alarcón, explicó ante el país las razones de la histórica decisión: “La providencia fue adoptada con base en un riguroso estudio jurídico sobre la realidad procesal, que indica posibles riesgos de obstrucción a la justicia”. Ahí es donde Uribe decide renunciar a su curul como senador y esperar a que la Fiscalía tomara su caso.
En dos ocasiones la defensa del expresidente —comandada por los eternos abogados Jaime Lombana y Jaime Granados— pidió la preclusión para este caso. Pero no lo consiguieron. Lo peor para Uribe fue que en 2022 saliera elegido Gustavo Petro. Con él terminó saliendo de la Fiscalía Francisco Barbosa. La llegada de Luz Adriana Camargo Garzón a la Fiscalía le significó a Uribe que se eligiera a una jueza imparcial, dura, que lo ha puesto en su lugar cuando ha querido dar cátedra. Además, hubo celeridad en la fecha de emisión del fallo que será el próximo 28 de julio. La defensa del expresidente, obviamente, se ha quejado de la jueza Heredia, alegando que no ha sido imparcial.
De esta manera, Uribe, quien hace más de una década tenía la certeza de que era el hombre más poderoso del país, terminó enredado en este lío monumental que podría acabar con su carrera política.