El mundo clama por Palestina

A principios de junio Greta Thunberg llegó a las aguas de Israel en una sola embarcación acompañada de doce personas. El barco se llamaba Madleen y la tripulación estaba compuesta por jóvenes activistas, algunos incluso con un peso político como la parlamentaria Rima Hassan, francesa, hija de palestinos y una de las voces que ganan más peso con el paso de los días. Los israelitas fueron relativamente benévolos con Thunberg y los activistas. Los ministros de Israel dieron la cara e intentaron a mostrar a la sueca de 22 años como una persona desequilibrada, como una niña problema. El 10 de junio del 2025 fue devuelta a su país, deportada. Acababa de asumir un riesgo que les ha costado la vida a decenas de personas. Su objetivo, en ese momento, no era sólo llevar los pocos insumos humanitarios que pueden caber en un barco destinado a calmarle el hambre a dos millones de personas. Es obvio que era un símbolo, un grito para que el mundo supiera un dato: Israel tiene bloqueada a Palestina desde marzo. La única ayuda que puede entrar es distribuida por Netanyahu como le da la gana y cuando le de la gana. En Gaza hay hambre, desesperación. Thunberg sabía que podía hacer arrestada. Lo que se necesitaba era hacer ruido.

Los activistas de la primera flotilla sabían, además, los riesgos que corrían. El 31 de mayo del 2010 Israel volvía a poner un cerco en Gaza. Había hambre, acoso, bombardeos. Había que hacer algo. Por eso, 633 personas de 37 países se hicieron a la mar en un buque de nacionalidad turca llamado Mavi Marmara con 10 mil toneladas de alimentos en ayuda. El bloqueo de Israel a Palestina completaba, en ese momento, cuatro años, era su manera de castigarlos por la victoria de Hamás en las elecciones del 2006. La reacción de Israel ante la llegada del buque con ayuda humanitaria fue despiadada. El ejército disparó y 10 personas fueron asesinadas, 33 fueron heridas.

Todo eso lo sabía Greta en su primera expedición. Es que la activista sueca no bajó los brazos. Al contrario, se volvió más fuerte. Regresaría a las costas israelitas intentando romper el cerco. Esta vez la acompañarían 543 personas que la acompañarían en 40 barcos. La aventura arrancó hace 30 días y se llamó La Global Sumud Flotilla. Sabían, desde que se embarcaron, que serían detenidos, posiblemente agredidos, deportados. A medida que se acercaban a las aguas internacionales el mundo empezaba a expandir el mensaje. Las fotos de niños asesinados por los bombardeos a escuelas, hospitales, centros culturales, edificios de civiles, dejaba claro que Israel no está detrás de una venganza contra un grupo armado sino que su plan es más global y apunta al exterminio del pueblo palestino.

Este miércoles en la noche la flotilla tuvo su inevitable encuentro con el ejército Israel. En días anteriores ya venían presentándose hostigamientos representados en drones enviados desde Tel Aviv para seguir y registrar cada movimiento de la flotilla. Israel también tiene sus bodegas en redes sociales y la andanada internacional estuvo encaminada en desprestigiar lo más que se pudiera a los integrantes de la flotilla, sobre todo a su cabeza más visible, Greta.

El miércoles ocurrió lo inevitable. Los buques de la armada de Israel interceptaron a las más de cuarenta embarcaciones. En transmisiones que hacían en directo los activistas revelaron los protocolos que seguían incluso en el caso que los quisieran separar entre ellos. Se abrazarían, se mostrarían dispuestos en todo momento a la cooperación. Serían deportados de nuevo pero la batalla estaba ganada. Algunos de estos barcos, y esto lo reconoció Israel, fueron abordados por personal militar israelí. El gobierno de Netanyahu intentó negociar con la flotilla, les dijo que recibirían los suministros siempre y cuando los dejaran al completo cuidado de su gobierno, ubicándolos en un puerto seguro en Israel. La respuesta fue clara por parte de la flotilla: no, muchas gracias.

Los miembros de la flotilla en el momento de la interceptación del ejército israelita, no tenía como transmitir nada. Su capacidad de denuncia quedaba completamente restringida. Aún así medios como BBC pudieron tener testimonio de algunas de las denuncias que hicieron miembros de la flotilla. Algunos de ellos hablaban de que uno de los barcos había sido “embestido deliberadamente en el mar” y que para detener a alguno de ellos se usó “cañones de agua”.

El gobierno israelita ha usado la táctica de ridiculizar las acciones de Greta. En junio del año pasado llamó a su embarcación “un barco para selfies”. La verdad es que la táctica a la activista sueca fue más que efectiva. Con la detención de la flotilla las principales ciudades del mundo explotaron en un solo grito contra Israel y apoyando a Palestina. En Colombia incluso hubo manifestaciones en la noche del miércoles frente a la ANDI en apoyo a la justa lucha del pueblo palestino por su reconocimiento y contra el genocidio. Hay que recordar que en las embarcaciones estaban dos colombianas que están detenidas y por esta acción que el presidente calificó de “secuestro” fue llamado a Bogotá el personal diplomático colombiano que se encontraba en Israel.

Las imágenes de Greta siendo detenida una vez más le dan la vuelta al mundo. El gobierno israelita la está llevando a ella y a los otros activistas a “un puerto seguro” pero lo único seguro es que Greta ya está pensando que otra acción emprender para ayudar a visibilizar aún más lo de Gaza y su exterminio, a que hasta el trumpista más acérrimo, el facho más fanático, vean que la barbarie israelita es intolerable para cualquier persona que tenga algo de humanidad. La resistencia a Israel se torna global y aguerrida gracias una vez más a la persistencia de Greta, quien parece ser la última esperanza que nos queda en un mundo que está abrazando de nuevo el totalitarismo.

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Iván Gallo

Es guionista de dos películas estrenadas en circuito nacional y autor de libros, historiador, escritor y periodista, fue durante ocho años editor de Las 2 orillas. Jefe de redes en la revista Semana, sus artículos han sido publicados en El Tiempo, El Espectador, el Mundo de Madrid y Courriere international de París.