Asesinato de Luis Elías Ávila Hernández, hermano de “Chiquito malo”: un hecho que deja más preguntas que respuestas

Varios días han pasado desde que se encontró sin vida el cuerpo de Luis Elías Ávila Hernández conocido como “El Negro”, quien según información del periódico El Colombiano (Valencia Ríos, 2025), era medio hermano de Jobanis de Jesús Ávila Villadiego, conocido como “Chiquito Malo” o “Comandante Javier”, máximo cabecilla del grupo armado organizado Clan del Golfo. De este suceso son más las preguntas que se han generado que las respuestas que hay hoy con claridad.

El 17 de noviembre de 2025 alrededor de las 5:00 a.m., fue hallado el cuerpo de “El Negro” en una zona rural del corregimiento de Nueva Colonia, en el municipio de Turbo, Antioquia. Inicialmente, el hecho fue reportado como un accidente de tránsito; sin embargo, la inspección medicolegal confirmó que presentaba impactos de arma de fuego y evidencias de homicidio. Este hecho ha generado una preocupación e incertidumbre en la subregión del Urabá antioqueño, tierra natal de “Chiquito Malo” y fortín militar y económico del Clan del Golfo en el departamento de Antioquia (Valencia Ríos, 2025).

¿Por qué es relevante este hecho? Una caracterización del Clan del Golfo y de su principal cabecilla, “Chiquito Malo”

El Clan del Golfo es el grupo armado organizado con mayor presencia en los territorios de Colombia, departamentos como Antioquia, Córdoba, Bolívar, Chocó y otras regiones tiene una fuerte influencia de este GAO, que ha logrado permear muchas de las estructuras sociales de estos territorios. Por lo cual este grupo constituye el desafío más grande para alcanzar la paz en el país. Su constante expansión territorial y su capacidad de ejercer control social, sumadas a la complejidad de su estructura operativa y organizativa, hacen que el desmantelamiento y la desarticulación de este GAO sean tareas especialmente difíciles (Valencia, 2024).

Su influencia se sustenta en un modelo organizativo flexible que combina estructuras en red, tercerización de actividades delictivas y control directo de economías estratégicas como el narcotráfico, la minería ilegal, la extorsión y el tráfico de migrantes. Este funcionamiento tipo holding criminal le ha permitido expandirse más allá de sus zonas históricas en Antioquia, Córdoba y Chocó, alcanzando presencia en gran parte del territorio nacional (Valencia, 2024).

A esta fortaleza se suma su compleja relación con instituciones locales y actores económicos, mediante esquemas de corrupción, cooptación y alianzas funcionales. En varias regiones ejerce formas de gobernanza criminal que remplazan al Estado, imponiendo normas, regulando economías y administrando justicia, lo que les otorga capacidad de control social y arraigo comunitario. Estas dinámicas han consolidado su posición como un actor armado que disputa o hegemoniza territorios estratégicos frente a otros grupos como el ELN y las disidencias de las FARC (Valencia, 2024).

Este hecho afectó al máximo cabecilla de este grupo, Jobanis de Jesús Ávila Villadiego, conocido como “Chiquito Malo”, nacido en el municipio de San Pedro de Urabá, quien asumió el control de la organización tras la captura y extradición de Dairo Antonio Úsuga, “Otoniel”, en 2021. Durante sus primeros años en el mundo criminal estuvo vinculado a las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), estructura de la cual hizo parte hasta su desmovilización en 2004. Posteriormente se integró al grupo conocido como Los Urabeños, que con el tiempo se consolidó como el Clan del Golfo. Allí escaló posiciones gracias a su conocimiento del territorio en la subregión de Urabá, hasta convertirse en uno de los principales líderes y, finalmente, en su máximo jefe ( InSight Crime, 2025).

La muerte violenta de un familiar cercano en un territorio históricamente controlado por esta GAO constituye un hecho de alto simbolismo y puede generar diversas reacciones dentro de la organización. Situaciones similares han provocado respuestas violentas y reacomodos internos, como ocurrió con hechos recientes que han afectado al Clan del Golfo, entre ellos la muerte, el 5 de abril de 2025, de José Miguel Demoya Hernández, conocido como “Chirimoya” o “Comandante Julián”, uno de sus mandos medios más relevantes.

Posibles móviles

El asesinato de “El Negro” ha generado múltiples interrogantes sobre las razones detrás del homicidio del hermano del máximo jefe del Clan del Golfo y, especialmente, sobre por qué ocurrió en la subregión de Urabá, en el municipio de Turbo, uno de los principales territorios históricamente controlados por esta organización y de alta relevancia estratégica para sus economías ilegales y su operación militar.

En las comunidades locales y en diversos medios de comunicación han comenzado a circular varias hipótesis que buscan explicar este hecho, cada una con implicaciones distintas para la estabilidad interna del Clan del Golfo y la dinámica criminal regional.

a) Rupturas internas por disputas de mando, rentas ilegales o reacomodos tras capturas recientes

Una de las hipótesis mencionadas señala la posibilidad de fracturas internas derivadas de disputas por el control de rentas criminales, desacuerdos en las líneas de mando o tensiones acumuladas tras la captura de mandos medios clave. El Clan del Golfo es una estructura que funciona bajo un modelo federado, donde subestructuras con relativa autonomía compiten por recursos y reconocimiento. Un hecho violento de este tipo podría indicar un reacomodo interno o un ajuste forzoso de lealtades ante cambios recientes en la organización.

b) Mensaje directo al máximo cabecilla, evidenciando vulneración de su círculo de seguridad

Otra lectura posible es que el homicidio haya sido utilizado como un mensaje simbólico y directo hacia “Chiquito Malo”, demostrando que su círculo más cercano puede ser vulnerado incluso en territorios que se consideran bastiones del grupo. Esto tendría un fuerte impacto en la moral interna y en la percepción de control territorial, y podría interpretarse como un intento de debilitar su autoridad o poner en duda su capacidad de proteger a sus propios familiares y aliados.

c) Acción de grupos rivales, como el Ejército de Liberación Nacional (ELN) o el Estado Mayor de Bloques y Frentes (EMBF)

También existe la posibilidad de que el ataque haya sido perpetrado por organizaciones rivales que buscan avanzar sobre corredores estratégicos de Urabá, especialmente aquellos que conectan rutas de narcotráfico, minería ilegal y tráfico de migrantes. La presencia del EMBF y del ELN en zonas periféricas, y ambos grupos mantienen interés en debilitar al Clan del Golfo. Un golpe contra un familiar directo del máximo jefe sería una forma de demostrar capacidad operativa y desafiar la hegemonía de las AGC en la región.

Hasta el momento, ninguna de estas hipótesis cuenta con evidencia suficiente para ser confirmada. Las autoridades no han divulgado información concluyente sobre los móviles del crimen ni sobre los posibles responsables, y las comunidades dar diversas versiones. Por ahora, el Clan del Golfo tampoco ha emitido un comunicado oficial sobre la situación ni ha anunciado acciones frente al hecho. En consecuencia, el caso permanece abierto y rodeado de incertidumbre, lo que alimenta las especulaciones y refleja la complejidad del entramado criminal en el que se inscribe este asesinato.

Implicaciones territoriales

Hasta el momento, en la subregión de Urabá y específicamente en el municipio de Turbo —lugar donde fue asesinado el hermano de “Chiquito Malo”— no se han registrado represalias directas ni acciones de gran escala atribuibles al Clan del Golfo como respuesta inmediata al hecho, según conversaciones sostenidas con diversos actores sociales en la subregión. Sin embargo, las comunidades están con incertidumbre porque temen que este crimen pueda desencadenar retaliaciones internas o externas, así como un aumento en las restricciones impuestas por el Clan del Golfo en las zonas rurales, lo que elevaría los riesgos para líderes sociales y las comunidades de esta subregión. En algunos medios de comunicación se ha mencionado la posibilidad de que el Clan del Golfo active la conocida estrategia del plan pistola, que consiste en ataques selectivos contra miembros de la Fuerza Pública, aunque hasta ahora esto no ha ocurrido.

El territorio donde ocurrió el homicidio es estratégico para las economías ilegales debido a su relación con rutas del narcotráfico, su salida al mar y su importancia para la movilidad del GAO. Por ello, el asesinato podría interpretarse como un indicio de tensiones internas dentro del Clan del Golfo, un debilitamiento en su control territorial o el inicio de un ciclo de violencia selectiva en corredores rurales claves. Aun así, no existe certeza sobre el impacto real que este suceso tendrá en la dinámica territorial, pues sus efectos dependerán de cómo evolucione la situación interna del grupo y de la respuesta —o ausencia de ella— frente al crimen.

En fin, este hecho ha generado muchas más preguntas que respuestas entre las comunidades del Urabá antioqueño, que hoy expresan una profunda preocupación frente a las posibles reacciones que este asesinato pueda desencadenar en sus territorios. La incertidumbre sobre si habrá represalias, cambios en el control social o nuevas disputas armadas aumenta el temor colectivo y refleja la fragilidad de la seguridad en una subregión donde cualquier movimiento al interior del Clan del Golfo puede tener repercusiones directas sobre la vida cotidiana de miles de personas.