Apareció la plata que hacía falta para terminar el Museo de la Memoria

Los bogotanos que pasan cerca siguen preguntándose qué significado tiene un edificio en evidente obra negra, con puntas que recuerdan la morada de un gato gigante, o acaso de Batman. Algunos se atreven a opinar, e insuflados aún por el aura de la última película de Adrien Brody, afirman alborozados, con aires de arquitectos: “Esto es brutalismo puro” La verdad es que, si bien fue una constructora española la que estaba al frente del proyecto, muchos se preguntan si dentro del Ministerio de Cultura, en la época de Duque, que fue cuando comenzó a construirse, no es culpable quien aprobó este diseño tan extremo. ¿Tiene un significado con el conflicto? Nadie sabe dar la respuesta.

El punto es que el escándalo y la molestia de los bogotanos terminó invadiéndolos y protestaron, y, al parecer, desde arriba escucharon. El edificio surgió como una promesa de la Ley de víctimas del 2011. Varios hechos detenían la obra: Incumplimientos de contratos, alertas de contralorías y desidia también, mucha desidia. Pero este lunes, 1 de septiembre, se dio una buena noticia. Se destrabaron 37.749 millones de pesos para concluirlo. La crisis llevó a pensar que, ante el adefesio, se iba a tomar la resolución de tumbarlo. Con esta nueva inyección económica se estima que, para finales de 2026, estaría terminado uno de los edificios más polémicos de la historia reciente del país.

El elefante blanco volverá a caminar y esta fase II estará a cargo del Consorcio Memorial. La interventoría estará a cargo del consorcio internacional ING. Unos de las responsables de los retrasos fueron los españoles de la constructora OHLA. El diseño lo realizó la firma colombiana MGP, Arquitectura y Urbanismo. Una de las delegadas de esta empresa afirmó para el portal Verdad Abierta que este Museo de la Memoria le gustaría tanto “al yuppie como al indígena”, esto lo dijo en 2015 y desde esa época, lo mínimo que le decían al diseño del museo es que era “demasiado lúgubre”. Otra de las características negativas que tuvo este proyecto fue el sobrecosto de más de 12.000 millones de pesos. Si bien, la destrabada del proyecto es una buena noticia, no podemos olvidar que este edificio presenta evidentes fallas estructurales, e incluso habían pensado en tomar la decisión de tumbar la infraestructura.

Para muchos, el daño está hecho y será difícil reconciliarse con un edificio que durante más de una década ha sido señalado como uno de los adefesios arquitectónicos de Bogotá, un término muy difícil para una obra que debe llamar a la paz y a la reconciliación.