Alicia Arango terminó de desatar otro terremoto político en el Uribismo

Ha surgido cierta atención por la reciente incorporación de Alicia Arango a la campaña de Vicky Dávila. Las interrogantes planteadas en el ámbito público se concentran en las razones de su vinculación. Algunos cuestionamientos han circulado sobre si su ingreso responde a una acción planificada por el expresidente Uribe —con quien se señala un distanciamiento— o si está asociada a gestiones del expresidente Duque.

Arango se destacó en el ámbito político por su vínculo con el expresidente Uribe, figura para quien fue colaboradora cercana durante la campaña presidencial de 2002, luego secretaria privada en ese primer gobierno, y posteriormente como embajadora en Suiza hasta su retorno al país en 2014. En ese año, asumió la dirección de la estructuración del Centro Democrático, partido del cual es cofundadora y ejerció como su segunda presidenta, como se documentó en el siguiente artículo de Pares.
 
Sin embargo, en 2018, Arango impulsó de manera destacada la candidatura de Iván Duque, lo que generó señalamientos sobre su posible vinculación a cierta ala del “uribismo” moderado y un distanciamiento con sectores tradicionales del partido. Tras respaldar a Duque desde etapas previas a su designación, ocupó el Ministerio del Trabajo entre 2018 y febrero de 2020, el Ministerio del Interior entre febrero y diciembre de 2020 y la Embajada ante la ONU entre diciembre de 2020 y julio de 2022. Esto la consolidó como una figura relevante en la administración de expresidente.
 
La llegada a la campaña de Vicky Dávila
 
Fuente: El Espectador.

                                                                Fuente: El Espectador.

 
 
Arango se había mantenido fuera de los focos mediáticos desde el final del gobierno de Duque hasta el 29 de marzo, cuando fue mencionada en los medios como parte del equipo estratégico de la campaña de Vicky Dávila, campaña que, según encuestas, inicia con un nivel de favorabilidad superior al de otras candidaturas de derecha.
 
La designación de Arango generó reacciones dentro del Centro Democrático. María Fernanda Cabal fue una de las primeras en pronunciarse, afirmando que “Alicia Arango no es ni delegada, ni enviada, ni autorizada, ni desautorizada por Uribe“. Además, se refirió al expresidente Duque al señalar que “hay que preguntarle a Alicia Arango si ella es enviada del presidente Iván Duque. Eso sí quisiéramos saberlo, porque debemos saber de qué lado está jugando Iván Duque, y si va a ser también promotor de la campaña de Vicky Dávila“.
 
A las declaraciones de la senadora y precandidata se sumaron otras voces dentro del Centro Democrático que cuestionaron la participación de una figura del uribismo en una campaña distinta a la promovida por el partido. Aunque el tema generó debate, el expresidente Uribe intervino a través de su cuenta en X, donde afirmó que no ha discutido con Arango sobre Vicky Dávila y que mantiene su compromiso con el partido.
A pesar de la aclaración de Uribe, el debate sobre la cohesión interna del Centro Democrático continúa. La cuestión central es si el partido mantiene una postura unificada en torno a su candidatura oficial o si, como señaló María Fernanda Cabal, existen sectores que, incluyendo al expresidente Duque, podrían estar tomando distancia de la decisión colectiva del movimiento.
 
Las precandidaturas del Centro Democrático
 
Fuente: Página oficial en YouTube del Centro Democrático.
                          Fuente: Página oficial en YouTube del Centro Democrático.
 
 
Es en medio de la repercusión generada por la incorporación de Alicia Arango a la campaña de Vicky Dávila que se ha retomado el análisis de la campaña del Centro Democrático, la cual, hasta el momento, continúa desplegándose en el país mediante una gira constante de sus cinco candidatos y, por supuesto, del expresidente Álvaro Uribe.
 
Al analizar retrospectivamente, se observa que no hay cambios significativos en la composición de los candidatos, como se documentó en el artículo de Pares del 31 de octubre de 2024. La configuración se mantiene prácticamente sin variaciones: Miguel Uribe lidera las encuestas y, según indicadores, encabeza la competencia por el respaldo de Uribe. En segundo lugar, figura María Fernanda Cabal como representante del “ala dura” y del “uribismo” tradicional, un discurso y enfoque con el que ha logrado consolidar su influencia en las bases del movimiento.
 
De momento, todos los candidatos permanecen en la contienda, manteniendo su discurso de seguridad democrática, su oposición al gobierno de Gustavo Petro, sus planteamientos proempresariales y su postura crítica desde el Congreso y los espacios de la derecha política.
 

Aunque todos cuentan con trayectoria en política, han terminado dependiendo casi totalmente de la figura de Uribe, ya que los foros del partido en Barranquilla, Medellín y Bucaramanga han evidenciado que el impacto y la movilización provienen de Uribe, no de los candidatos. Cabe mencionar que estos no registran los niveles más altos en las encuestas que evalúan la opinión de los colombianos sobre el panorama político de 2026.

Al final, lo único claro es que el partido tenderá a actuar con cautela. Uribe ha evitado revelar el nombre del candidato en este momento y, en cambio, ha querido prolongar el debate hasta finales de 2025 o, de ser posible, hasta marzo de 2026. El objetivo es que el candidato no deba enfrentar la exposición crítica en redes sociales ni la estrategia mediática del gobierno nacional.
 

Por ahora, el avance se concentra en el proceso de selección del candidato. Por un lado, una facción liderada por Miguel Uribe propone que surja de una encuesta interna con militantes del partido. Por otro, una facción encabezada por María Fernanda Cabal plantea una consulta que se vote en marzo de 2026, donde sea el electorado quien elija al candidato.

La ruptura entre el viejo uribismo y las nuevas formas emergentes de la derecha se agudiza con el episodio Arango
 
 
 
Fuente: Las 2Orillas.                                                             Fuente: Las 2Orillas.
 
 

Las tensiones al interior de las precandidaturas del Centro Democrático no son nuevas. Vienen desde casi el mismo momento en el que fueron lanzadas por el expresidente Álvaro Uribe Vélez, a finales de octubre de 2024, y se han mantenido, a pesar de los acuerdos pactados entre los mismos precandidatos para evitar conflictos y choques a lo largo de la campaña electoral. Según como lo analizamos en meses anteriores desde la Línea de Democracia y Gobernabilidad, estas tensiones han amenazado con romper internamente al partido, que desde hace varios años ha mostrado tendencias diferenciadas en su interior y que se ha venido agudizando con la elección de Iván Duque como presidente, lo que abrió una brecha entre un llamado “sector moderado” —reflejado en su propio gobierno— y un bloque mucho más radical, que desde 2016 ha venido siendo liderado por María Fernanda Cabal.


Esto último es importante en tanto Iván Duque ha venido rompiendo silenciosamente con las toldas del uribismo desde finales de su gobierno, en 2021, cuando se replegó en su propio gabinete de gobierno tras la crisis con los partidos en el Congreso y las crecientes críticas que desde su propio bloque comenzaron a emerger en su contra, especialmente tras el Estallido Social de 2021 y la abnegación de Duque de abrir su gabinete a los partidos y a un gobierno de conciliación nacional. Estas críticas se intensificaron hasta las vísperas de las elecciones de 2022, cuando María Fernanda Cabal salió en varias grabaciones reveladas por Revista Cambio indicando fuertes críticas a Duque, en la que Cabal acusó al entonces presidente de ser un infiltrado de la izquierda en su propio partido. Declaraciones de las que luego señaló no estar arrepentida.

Esta ruptura ha vuelto a emerger con la llegada de Alicia Arango, quien fue una de las figuras más importantes dentro del gobierno Duque y de la que se sospecha ahora mismo que llega con su respaldo a la campaña de Vicky Dávila. La respuesta de Cabal hay que leerla en esa clave, en la que se percibe que Duque, como ya venía sucediendo desde 2022, está profundizando en la potencial atomización del partido.

No es para menos. En la última encuesta Invamer de finales de marzo de 2025 —cuya metodología y muestreo han sido sometidos a fuerte crítica por varios académicos cercanos al progresismo, como Hanwen Zhang—, los precandidatos del Centro Democrático puntúan muy por debajo del 5%, con Miguel Uribe obteniendo un 4,8% del potencial apoyo electoral, mientras que Cabal se encuentra en un 4,2%. Ambos suman un 9%, que es el mismo que suma Miguel Uribe cuando la encuesta solo pregunta por los 9 primeros de la lista. Para José Obdulio Gaviria, por el contrario, la lectura debe hacerse sobre la sumatoria de los porcentajes que logran los 5 precandidatos, que se ubica sobre el 11,1%, muy cerca de la intención de voto de Gustavo Bolívar, quien fue el puntero en la intención de voto a la presidencia de esta encuesta.

 
Fuente: Invamer.

 
                                                                 Fuente: Invamer.
 
 
No obstante, por cada uno de los candidatos individuales, ninguno supera el 5%, y es probable que, como en 2022, la mayoría de los votos terminen fugándose hacia alguno de los candidatos de derecha mucho más fortalecidos y con mayores opciones que por un candidato directamente del Centro Democrático. Esto, en parte, porque por el lado de la derecha institucional ha emergido la figura de Germán Vargas Lleras, que aparece como quinto en la intención de voto con un 7,3%, así como el ascenso de Vicky Dávila se ha sostenido en el tiempo y ha representado una alternativa política a una derecha que quiere romper directamente con el uribismo para apropiar el discurso político de experimentos como el de Javier Milei en la Argentina y Nayib Bukele en El Salvador.
 

Junto con lo anterior, también la omnipresencia de Álvaro Uribe dentro del partido ha terminado siendo una limitante para el Centro Democrático. No solo por el juicio que afronta ahora mismo, sino porque también la disputa al interior del partido ha sido por recoger sus banderas y reclamar su herencia, en un momento donde el expresidente no ha querido abandonar las toldas de la política. Esto es importante porque demarca que existe una ruptura entre el fundador del partido (cuyo interés ha sido, según algunas fuentes consultadas por la Línea de Democracia y Gobernabilidad dentro del Centro Democrático que pidieron anonimato para hablar con libertad, mover la candidatura de Miguel Uribe) y su base militante, que observa en María Fernanda Cabal a su líder natural.

 

Es por ello por lo que también las tensiones han girado sobre el dispositivo con el que se elegirá al candidato. Cabal impulsa un mecanismo de convocatoria de voto en consulta abierta a los militantes, en tanto tiene la confianza de traducir la movilización de su sector político en votos, mientras que Miguel Uribe propuso que fuera por un mecanismo de encuesta, donde sabe que tiene mayor peso y le ha ampliado la diferencia a Cabal, como sucedió en esta encuesta Invamer de marzo pasado.

 
El problema es que las acusaciones hacia Miguel Uribe ya no giran alrededor de los cuestionamientos por su falta de experiencia y militancia política al interior del partido, sino también por los gastos en los que ha incurrido en su precampaña, a la luz de una investigación que publicó hace varios días La Silla Vacía, en el que Miguel Uribe aparece punteando en inversión a pauta en redes sociales como Facebook. Ante esta crisis, la directiva del Centro Democrático publicó un comunicado indicando que aún no existía claridad ni sobre el cronograma, ni sobre el mecanismo con el que esta colectividad elegirá a su próximo candidato presidencial, que es posible que vaya a la consulta que propongan los partidos y sectores de derecha.
 
 
 
Fuente: Cuenta de X de Juan José Lafaurie.

                                   Fuente: Cuenta de X de Juan José Lafaurie.
 
 
 

Por ahora, lo que sí queda claro es que, ante los malos resultados electorales a nivel territorial —como lo indicamos en este artículo— y la disgregación de sus bases políticas ante la emergencia de nuevas propuestas políticas en el sector de la derecha, la disputa por consolidarse como una imagen de unidad lo suficientemente fuerte como para recibir la “bendición” de Álvaro Uribe sigue ardiendo, y no se ve que ceda en los próximos meses.

 
 

Noticias al Minuto

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Óscar A. Chala

Politólogo de la Universidad Nacional de Colombia, con interés en el análisis de coyuntura, la teoría política aplicada y la construcción de marcos de interpretación alternativos desde la ciencia política para las ciudadanías y los movimientos sociales