Las 3 tendencias que revela la encuesta Invamer frente a las presidenciales de 2026

El pasado domingo 30 de noviembre de 2025, Noticias Caracol, en su edición dominical, reveló una encuesta realizada en alianza con Invamer y Blu Radio, midiendo la intención de votos de los principales candidatos a la presidencia de Colombia que se medirán en mayo y junio de 2026. Entre sus resultados, mostraron un fuerte crecimiento de Iván Cepeda y Abelardo De La Espriella, y una debacle interminable para una cantidad de candidaturas que representan a partidos y movimientos desde la centroizquierda hasta la derecha institucional en el país.

Lo que termina mostrando esta encuesta es que, en consonancia con nuestros especiales sobre la fragmentación de los partidos políticos en Colombia, publicados en el segundo semestre de 2024, el problema no radica solamente sobre la alta dispersión de partidos políticos y movimientos personalistas de candidatos en tiempos electorales, sino también en la incapacidad de generar bloques políticos altamente viables que reflejen a sectores sociales y políticos más allá de la época electoral.

—El progresismo se consolida; las nuevas derechas siguen en fase emergente

Lo primero que sale a la luz con la nueva encuesta publicada por Invamer, Noticias Caracol y Blu Radio, es que las dos opciones políticas del momento están en la candidatura de Iván Cepeda Vargas (31,9%) y de Abelardo De La Espriella (18, 2%). Sergio Fajardo, quien ha encabezado la opción del llamado “centro”, se ha venido desinflando lentamente hasta llegar al 8% que hoy marca en esta última encuesta, mientras que la otra gran figura de la derecha que asoma por el camino es Miguel Uribe Turbay, que tiene el 4,2% de la intención de voto a nivel nacional. Los indecisos se ubicaron sobre el 11,3%.

Fuente: Invamer – Noticias Caracol

Así mismo, Cepeda y Abelardo están entre los primeros 5 candidatos por los que la gente no votaría. Allí Cepeda logra un 23,9% de desaprobación, mientras que De La Espriella logra un 12,2%.

No obstante, el escenario de segunda vuelta termina siendo el más revelador, porque denota que la posibilidad de Cepeda por romper el techo de votación que tiene se va reduciendo conforme De La Espriella va tomando fuerza como opción política. En el escenario en el que los dos pasen a balotaje, Cepeda lograría consolidar una votación del 59,1%, frente a De La Espriella, que se quedaría con un 36,2%.

Esto es importante, porque se da en un momento donde la seguridad y el orden público se han convertido, según esta encuesta y la del CNC de hace varias semanas, en el tema primordial de discusión y preocupación de la gente. Para inicios de diciembre, esa preocupación se ubica por encima del 35%, más allá de la economía, el desempleo, la corrupción y las necesidades básicas.

Se esperaba que De La Espriella pudiera capitalizar su discurso extremo de seguridad y orden, pero lo que muestran las encuestas es que, a pesar de la preocupación por las situaciones de violencia y una oposición casi total a los resultados de los procesos de Paz Total (para la mayoría de los encuestados la Paz Total ha llevado al descontrol y la pérdida de capacidad de confrontar a los grupos armados, con un 73,7%), la mayoría de la gente no estaría dispuesta a cederle su apoyo para evitar que la izquierda conserve el poder.

También porque en la encuesta, más del 37,7% de las personas indicaron ser de derechas, frente a un 24,6% de gente que se ubica en la izquierda y otros 18,7% que se mantienen en el llamado “centro” político. Aun así, Cepeda lograría canalizar los apoyos de ciertos sectores de centro de indecisos que le apoyarían por encima del discurso radical de De La Espriella, que, sin embargo, sigue recabando apoyos entre los sectores políticos tradicionales.

En teoría, este escenario debería favorecer a opciones como De La Espriella. Sin embargo, el comportamiento del elector sugiere que el malestar con la seguridad no se traduce directamente en apoyo a discursos de línea dura.

En cierto modo, el progresismo logra crecer en esta encuesta tanto por la capacidad de Cepeda por contener y absorber a la mayor parte del Pacto Histórico y del Frente Amplio en su candidatura (lo que ha hecho prácticamente inviable a figuras como Roy Barreras, Luis Gilberto Murillo y Carlos Caicedo, que no superan el margen de error), junto con el hecho de que Cepeda está construyendo un programa político que le de peso en la coyuntura, pero también por la propia incapacidad de los sectores de centro y de derecha por configurar una alternativa creíble y unificada contra el proyecto progresista de Petro.

—De las mil y una opciones de la centroderecha y derecha institucional

Cuatro diferentes caminos tiene la centroderecha para llegar a las elecciones presidenciales de mayo de 2026. Por un lado, la componían los candidatos de la llamada “Fuerza de las Regiones”, que aglomeraba a varios exalcaldes y exgobernadores que habían tomado fuerza en la opinión pública durante los últimos meses, y de los cuales, tras varias crisis internas, terminaron dándole su candidatura a Aníbal Gaviria, que en la encuesta Invamer no llega a más del 1,3% de intención de voto.

El segundo bloque lo componen los candidatos minoritarios que, por su parte, han tratado de construir su propio “bloque antipetro”, con el cual llegar a una potencial consulta en el futuro. Allí se aglomeran figuras como Enrique Peñalosa, Marta Lucía Ramírez, el conservador Felipe Córdoba, el exministro Daniel Palacios y Juan Carlos Zuluaga, con ninguno de ellos superando el margen de error de la encuesta, a excepción de Victoria Eugenia “Vicky” Dávila, quien estuvo en reunión con estos candidatos el pasado 12 de noviembre en Bogotá, y marca 3,7% de intención.

El tercero lo compone la llamada “tecnocracia”, y está integrada por Mauricio Cárdenas, Juan Daniel Oviedo, Juan Manuel Galán y David Luna, en su mayoría exfuncionarios públicos durante el gobierno de Juan Manuel Santos, que han tratado de abanderar a los sectores de centroderecha y derecha institucional, pero los cuales han tenido varias salidas en falso. Cárdenas la tuvo con un vídeo cuestionado donde ofrecía construir una base de datos para una futura política de viviendas, mientras que Galán la tuvo en la disputa por la cabeza de lista de la coalición “Ahora Colombia”, que conforma con Dignidad y Compromiso, junto con el partido MIRA, además de su postura frente a la guerra en Gaza.

Finalmente, el cuarto carril lo ocupa el bloque que Álvaro Uribe Vélez, Germán Vargas Lleras y César Gaviria han intentado construir para acoger en su seno a la diáspora de candidatos que existe en este momento en el país y que no se identifican con el proyecto Petro. Aquí, Uribe ha intentado mover soterradamente el nombre de Juan Carlos Pinzón, a la espera de que las condiciones de salud le permitan a Vargas Lleras tomar una decisión sobre lanzarse y a Gaviria tener un candidato liberal viable, tras más de 20 años en los que un nombre con opciones reales para ganar no sale de su partido político.

Los cuatro bloques tienen intenciones de llegar a una gran coalición, posiblemente para marzo de 2026, pero las posibilidades para consolidarla se han reducido bastante en el tiempo, más que todo por las desavenencias internas que entre cada uno de los candidatos de cada bloque ha habido, marcado también por la baja favorabilidad en las encuestas.

En el Centro Democrático ha habido una implosión, luego de que Abelardo De La Espriella revelara que presuntamente Miguel Uribe Londoño le había declarado su apoyo y había renunciado a su candidatura. El rumor se esparció por las redes sociales y llevó a la expulsión de Uribe Londoño del Centro Democrático y su salida como precandidato, dejando a esa colectividad solo con 3 figuras para pelearse la nominación del partido de Uribe Vélez, a saber: María Fernanda Cabal, Paloma Valencia y Paola Holguín. Todas ellas sin la venia del presidente fundador de su partido, quien estaría decantado por Pinzón.

Por otro lado, las reuniones que han ido y venido para conformar el llamado “bloque antipetro” se han estancado, tanto por el mecanismo de escogencia del candidato, así como por el ruido que genera una potencial alianza con Abelardo De La Espriella para una futura consulta. Para algunos candidatos, como Mauricio Cárdenas o Juan Manuel Galán, la llegada de De La Espriella es una línea roja, por lo que han buscado erigirse como una alternativa desde la derecha institucional para hacerle contrapeso, pero convocan poco, menos del 3% en la última encuesta Invamer.

Tampoco son reconocidos fuera de las 3 grandes ciudades del país (la nueva metodología que propone la Ley de Encuestas les exige hacer mayores sondeos en municipios intermedios, para diversificar mejor la población del país) y en cierto sentido su bajo puntaje también se explica porque no están sabiendo canalizar las demandas ciudadanas, en un país cuyos clivajes políticos han cambiado en los últimos 10 años.

—Del agotamiento frente al modelo democrático y la crisis de representación política

La encuesta también arroja otros datos reveladores frente al comportamiento político de los últimos meses. Lo primero que se puede resaltar es que existe la posibilidad de que la crisis de representación (que, entre otras cosas, ha generado la fragmentación de partidos políticos que vivimos hoy en Colombia) se esté manifestando en 3 grandes tendencias.

Por una parte, existen pocos liderazgos nacionales claros, ni un recambio político que refresque el panorama electoral. La mayoría de los precandidatos que aparecen llevan 2 o 3 veces intentando llegar a la presidencial (Fajardo, Vargas Lleras, Claudia López, Juan Manuel Galán, Marta Lucía Ramírez, Enrique Peñalosa) o son figuras públicas que vienen de la vida política desde hace más de 10 años, ya sea porque han sido congresistas o porque fueron funcionarios públicos (Mauricio Cárdenas, Iván Cepeda, María Fernanda Cabal, Paloma Valencia, Juan Carlos Pinzón, entre otros).

Fuente: Invamer y Noticias Caracol

Es por ello por lo que figuras como Vicky Dávila inicialmente, y luego Abelardo De La Espriella, terminaron capturando la imagen de figuras antipolíticas y outsiders, en un momento donde son pocos los liderazgos políticos que logran reconocimiento y presencia pública nacional.

También hay una seguidilla de candidatos (Carlos Caicedo, Aníbal Gaviria, Juan Guillermo Zuluaga) que vienen de la vida política regional de Antioquia y Magdalena, donde tienen muchísima fuerza, peso e incidencia electoral, que no son capaces de traducirla a los escenarios políticos nacionales.

También existe un agotamiento y fatiga de la gente frente al sistema político y las instituciones colombianas. En su mayoría, no logran tener un reconocimiento por encima del 50% y, en muchos casos, su imagen positiva termina siendo muy precaria (como sucede con los partidos políticos y el Congreso, que son los menores puntuados en la encuesta), lo que lleva a que la gente también opine que este desgaste se traduce en cierta percepción de ingobernabilidad, a pesar de que, por ejemplo, en temas de seguridad, solo el 35,3% perciba que su espacio en la ciudad o municipio es inseguro.

Fuente: Invamer – Noticias Caracol

Por lo que esto explicaría el por qué, a pesar de ser una opinión hasta cierto punto impopular en los escenarios de la vida pública en redes sociales y e institucionales, la propuesta del gobierno Petro de impulsar una Asamblea Nacional Constituyente tampoco genera un rechazo generalizado en una población que sigue concibiendo a las instituciones y al orden político colombiano distante de sus necesidades. No obstante, la población del país confía muchísimo en sus Fuerzas Armadas, en la Iglesia Católica, la Policía y el gremio empresarial.

—A modo de cierre

Que Iván Cepeda y Abelardo De La Espriella sigan punteando en las encuestas, a menos de una semana del cierre de inscripción de candidaturas al Congreso y a casi dos meses del inicio de campaña a la presidencia, sí muestra una fotografía estable de los intereses políticos de la gente.

Es más, esta encuesta, junto con la del CNC, probarían la tesis de que el panorama político colombiano se encuentra dividido en dos grandes bloques políticos en emergencia y disputa por el escenario de la transición política en Colombia.

Por un lado, el bloque progresista, que sigue en la tendencia de “reformar”, que tiene el control de las discusiones socioeconómicas y busca una gestión reformista del conflicto social que se abrió en 2019 y 2021. Está el bloque de las nuevas derechas, que está en la tendencia de “restaurar”, manejan el discurso moral-sociocultural y buscan la gestión conflictiva del conflicto social abierto en los últimos Estallidos Sociales, y al final se encuentran los bloques del centro, que, disgregados, orbitan alrededor de estos dos primeros bloques, en los que se busca una gestión tecnocrática del conflicto social, y su postura se define si se alinean al clivaje socioeconómico y sociocultural y de orden público que plantean alguno de los dos bloques.

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Oscar A. Chala y Diego Alejandro Pedraza

Investigadores de la Línea de Democracia y Gobernabilidad