Así funciona la estrategia del Gavirismo para evitar la ruptura del Partido Liberal y construir el bloque “antipetro”

El Partido Liberal atraviesa un momento álgido en la conformación de sus listas al Congreso de la mano de la gestión de César Gaviria y su hijo, Simón Gaviria, o por lo menos, esos son los rumores que llegan desde el Capitolio, donde los congresistas denuncian presiones, cierre de teléfonos y dudas sobre sus avales con los cuales aspiran a reelegirse en 2026.

En este caso, la estrategia del Gavirismo estaría combinando el control de los avales y el uso de los estatutos para contener la ruptura interna y consolidar su papel dentro del llamado “bloque antipetro”, la coalición con la que Germán Vargas Lleras, Álvaro Uribe Vélez y Gaviria quieren atajar al progresismo en 2026.

Sin embargo, la presencia casi absoluta del “Gavirismo” no es algo nuevo. Desde hace cuatro años los congresistas advertían que el aval solo se conseguía con la aprobación del expresidente. Al final, las mayorías, a pesar de la fuerte división entre liberales progresistas cercanos al gobierno Petro y liberales gaviristas, decidieron darle el poder en 2024 en la convención del Partido, bajo un control y una sucesión de poder que se prepara, con un César Gaviria que reduce su participación y un Simón que incrementa su presencia en las decisiones de uno de los partidos políticos más antiguos del país.

—Las denuncias de los congresistas liberales

En las últimas semanas se conoció una entrevista de Noticias UNO a varios representantes a la Cámara, quienes expresaron inquietud por la reunión entre César Gaviria y el expresidente y líder del Centro Democrático, Álvaro Uribe. En dicha entrevista, los representantes Carlos Felipe Quintero, Carlos Ardila y Juan Carlos Losada señalaron que la decisión de Gaviria de reunirse con Uribe para explorar una alianza con miras a 2026 respondió a una determinación tomada por la familia Gaviria sin consulta con la bancada.

Según los parlamentarios, la reunión no contó con el aval del grupo legislativo, sino que fue una decisión adoptada unilateralmente por la dirección del partido. Para los representantes, este hecho confirma que las decisiones centrales del liberalismo dependen de lo que determine el expresidente Gaviria.

Además, los representantes sostienen que esta situación afecta sus expectativas para participar nuevamente en las elecciones al Congreso en 2026. Afirman que los avales quedaron en manos de Simón Gaviria, quien, según ellos, ha comenzado a ajustar internamente las decisiones luego de la tentativa de reorganización que impulsaron en la convención de 2024.

Esta “rebelión” fue el intento de un sector disidente del Partido Liberal Colombiano por desplazar a César Gaviria Trujillo en la Novena Convención Nacional, realizada el 31 de octubre y 1 de noviembre de 2024 en Cartagena, tras más de seis años sin convocar este evento obligatorio cada dos años por estatutos.

Bajo presión del Consejo Nacional Electoral y de algunas demandas judiciales, los opositores a Gaviria impulsaron la candidatura de Luis Fernando Velasco y una lista de dirección colegiada encabezada por Alejandro Carlos Chacón e integrada por Carlos Felipe Quintero, Carlos Ardila y Juan Carlos Losada. En medio de las sesiones, denunciaron algunas irregularidades como el “silencio positivo” en votaciones, bloqueo de delegados y exclusión de intervenciones críticas, lo que derivó en desórdenes con intervención de la policía nacional.

Al final, Gaviria fue reelegido con 582 votos (60 % de los electores delegados) frente a 128 de la lista colegiada y 11 votos de Velasco. Los disidentes impugnaron el proceso ante el CNE y el Consejo de Estado, quienes aún no han dictaminado fallo frente a estas irregularidades.

Es por ello por lo que, para algunos de los representantes que hicieron parte de la lista disidente, el fracaso de esa intentona cobraría esa oposición pasada y pondría en riesgo sus curules.

Ahí se verían afectados varios congresistas con amplia trayectoria en el Congreso, entre ellos los representantes Carlos Felipe Quintero, el expresidente de la Cámara, Carlos Ardila, el representante por Bogotá, Juan Carlos Losada, y senadores con largo tiempo en el Capitolio, como Jaime Durán, quien, después de Efraín Cepeda, es el congresista con mayor permanencia en el legislativo.

Todos ellos tienen en común que hicieron parte del grupo que encabezó el senador Alejandro Carlos Chacón para intentar asumir el control del liberalismo que mantiene César Gaviria. Ese intento no prosperó y, según lo que se comenta dentro del partido, los congresistas que participaron en ese proceso enfrentarán decisiones de Simón Gaviria, con la excepción de Alejandro Carlos Chacón, quien poco después regresó al sector de Gaviria tras su intento fallido de reorientar la dirección del partido.

—La estrategia de los Gaviria

Sin embargo, la situación no se ajusta completamente a lo que plantean los congresistas, porque la estrategia de la familia Gaviria se orienta por el trámite legal previsto en los estatutos, a partir del cual buscan conformar una bancada cohesionada y alineada con las decisiones del expresidente.

Para esto han diseñado una ruta que les permita establecer un marco de actuación cuando surjan nuevamente tensiones internas, presentes en el liberalismo desde 2005, año en que Gaviria retomó la dirección del partido. Se apoyan en los procedimientos formales que rigen a las colectividades y, desde ese punto, avanzan en la conformación de las listas al Congreso, que deberán presentarse antes del 8 de diciembre de este año.

Sabiendo que los estatutos protegen a los congresistas con curul y voto, Gaviria y la Dirección Nacional Liberal presuntamente han decidido impulsar otras voces en los departamentos donde hay un congresista que ha tomado distancia de la dirección del partido. No retiran avales, porque actúan dentro de los procedimientos formales, pero activan los recursos políticos del partido en favor de otras figuras que pueden dividir la votación y alterar las bases de apoyo de los actuales congresistas.

Un ejemplo de esto ocurrió en el departamento de Santander, donde el Partido Liberal decidió establecer una alianza al Senado con el Clan Aguilar y avalar el regreso al Capitolio de Richard Aguilar. Aunque la decisión generó múltiples comentarios, la jugada le permite, por un lado, incorporar un caudal significativo de votos y, por el otro, introducir un competidor directo para el senador Jaime Durán, quien ha caído en desgracia dentro del partido.

Una estrategia similar es la que mencionan los representantes Quintero y Ardila, quienes sostienen que la dirección del partido no les ha dado respuestas y que deberán gestionar su aval conforme a los estatutos, aun cuando consideran que ya existe otra figura respaldada por Gaviria que podría afectar su base electoral.

—La cabeza de lista: El último deseo de Gaviria

La disputa más reciente gira en torno a la cabeza de lista, la cual, según el representante Losada, ya fue asignada a María Paz Gaviria, hija del expresidente y hermana de Simón, con trayectoria en el sector cultural del país.

Losada solicita que la cabeza de lista se elija mediante un proceso abierto, en el cual afirma que participará después de dos periodos en la Cámara de Representantes. Insiste en que se considere su trayectoria, acude a los medios y plantea su posición, pero no encuentra respaldo dentro de la dirección liberal, que mantiene su alineamiento con el expresidente.

Gaviria busca que su hija llegue al Congreso, como parte de un movimiento orientado a asegurar el control interno del partido y la capacidad de negociación que este representa dentro del panorama político nacional.

Y aunque el ruido los alcanza, el poder interno de Gaviria se ha venido consolidando, apoyado en figuras con peso dentro del partido, como la del presidente del Senado, Lidio García, uno de los aliados constantes del expresidente. También se sostiene en las casas políticas que siguen viendo en Gaviria a un interlocutor con el que la negociación es directa, lo que facilita que esos grupos mantengan presencia e influencia en la estructura del poder ejecutivo de turno.

Gaviria permanece en la dirigencia en parte por su rol de operador político y por la forma en que ha ajustado su actuación desde que ingresó a la vida pública. Mantiene al partido activo, lo mantiene dentro de las discusiones políticas y la opinión pública y adapta su estrategia según el gobierno de turno.

—Gaviria aspira a que el partido conserve las mismas cifras que tuvo en 2022

Para la conformación de este último Congreso, el Partido Liberal logró poner la mayor cantidad de representantes a la Cámara (32) y se consolidó como la tercera fuerza política del Senado (14), lo que le permitió convertirse en uno de los partidos bisagra del Legislativo y uno de los valedores fundamentales para que se aprobaran (o hundieran) iniciativas propias del gobierno de Gustavo Petro.

Para lograr estas cifras, los liberales obtuvieron el 12,43% de los votos nacionales en las legislativas de marzo de 2022 a Senado, 2.112.528 electores, mientras que alcanzaron el 14,08% de votación a nivel nacional-regional en las diferentes listas que montaron a la Cámara de Representantes, con 2.335.426 votos.

Con esta fuerza política, Gaviria aspira a convertirse en uno de los principales actores políticos del próximo Congreso y, con el peso electoral, volverse determinante en las próximas elecciones presidenciales de mayo y junio de 2026. De hecho, su apuesta va por doble partida.

Por un lado, el Partido Liberal ha estado decantándose por la posibilidad de tener un candidato que vaya a la consulta del llamado “Bloque Antipetro”, a la que también están convocados, por ahora, Cambio Radical y el Centro Democrático. El nombre que sigue sonando es el de Mauricio Gómez Amín, senador del Atlántico, que es cercano al grupo político de los Char, y quien ha tomado relevancia en el Congreso por haberse vuelto una de las voces más sonoras dentro del ramillete de figuras políticas de los sectores independientes que se ha opuesto al gobierno.

No obstante, según El Colombiano, a esa candidatura presidencial liberal han entrado a sonar los nombres de figuras como Enrique Peñalosa y Martha Lucía Ramírez. Aun así, el ruido que generan al interior de las toldas rojas es fuerte, pues a Peñalosa le cobran el haberse retirado del partido para acercarse a la centroizquierda mockusiana en 2010, y a Ramírez le señalan de ser una de las caras más visibles del Conservatismo.

Sin embargo, con las rupturas internas al interior del partido entre el bloque progresista de liberales (como las representantes “Sin Piedad” o Juan Carlos Losada) y el bloque gavirista independiente, y los intentos de Gaviria por reemplazar a los progresistas poniéndolos a competir abiertamente sin quitarles el aval, esta mayoría puede estar en riesgo. Quedará por ver si la estrategia toma forma o hará que el voto liberal que no es de estructura termina decantándose por otras opciones.

Noticias al Minuto

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Oscar A. Chala y Diego Alejandro Pedraza

Investigadores de la Línea de Democracia y Gobernabilidad