La astucia de Abelardo de la Espriella

No hablaban de otra cosa los medios este fin de semana. Celebraban la importante aparición de Abelardo de la Espriella en las encuestas de Cifras y Conceptos y del Centro Nacional de Consultoría. Era una euforia parecida a la que despertó Vicky Dávila cuando se lanzó al ruedo electoral y también marcó de primera en las encuestas. El registro es modesto, no más del 14% de intención de voto, pero ocurrió después del miedo que desató la exitosa consulta del Pacto Histórico y el inusitado primer lugar de Iván Cepeda, candidato presidencial de este partido político, en las encuestas.

Abelardo de la Espriella no descuidó el momento y con astucia no disimulada propuso una encuesta en diciembre para definir, de una vez por todas, el candidato del “antipetrismo” a la presidencia; es su mejor escenario, está al alza en los sondeos de opinión, se maneja bien en los algoritmos y en las redes, tiene una caja abundante, sabe de las debilidades de su organización y de las limitaciones de su experiencia y su discurso, también del esqueleto en su armario.

Abelardo apela al temor que despierta en la derecha y en el establecimiento económico del país la posibilidad de un segundo gobiernos de izquierdas y ha visto la volatilidad de las encuestas y la enorme dispersión de las candidaturas y los liderazgos políticos; sabe que su mayor registro en las encuestas puede ser efímero y su arrastre es aún  tan discreto como el de los diversos candidatos que han ocupado esta posición a lo largo de este año; por eso se afana en buscar una definición rápida, un mecanismo que le permita agrupar a su alrededor aparatos políticos con arraigo regional, fuerzas con larga experiencia en el duro trámite de conseguir votos y llevarlos hasta las urnas.

Pero los demás candidatos que buscan la presidencia en la derecha y en el centro no son tan bobos para atender las urgencias de Abelardo de la Espriella y entregar sus aspiraciones a un recién aparecido en el escenario político. A la hora en que escribo esta columna sólo el expresidente Uribe se ha manifestado abierto a considerar la posibilidad de la encuesta de diciembre para escoger el candidato único entre los opositores a Petro. Es probable que se me haya escapado alguna voz. Son tantos los candidatos -más de cien- que en mi trasegar por las páginas de los medios y en las redes sociales, es posible que algún dato haya pasado desapercibido para mí.

Los liberales y los conservadores y sus vástagos en Cambio Radical, en el Partido de la U y en el Centro Democrático, no se la van a poner fácil a Abelardo, saben que en las consultas de marzo tendrán a sus cuadrillas disputando puestos en el congreso de la república y arrimando votos a las consultas con el propósito de perfilar un candidato a la presidencia que dispute la primera vuelta presidencial con posibilidades serias de ganar el tiquete a segunda vuelta.

Saben, también -viejos zorros políticos- que tanto Iván Cepeda como Sergio Fajardo y Claudia López, candidatos que están bien ubicados para la disputa presidencial, aún no tienen nada asegurado, navegan en aguas borrascosas y están obligados a buscar alianzas y a consolidar sus registros para tener alguna opción de llegar a primera vuelta y dar el salto a la contienda definitiva por el Palacio de Nariño.

Las debilidades de Abelardo de la Espriella no terminan en su falta de experiencia en el ejercicio del gobierno y en la ausencia de un aparato político propio para encarar la batalla presidencial. Muy pocos se tragan la idea de que es un gran empresario que ofrecería un don especial para la administración. Los que saben del oficio empresarial le dirán, no sin sorna, que aquello de poner en el mercado una marca de ron equivale a lo que bien hacen artistas, o modelos exitosos, que por divertimiento, le ponen su nombre a un perfume o a una prenda, solo que los dineros que le sirven a Abelardo para estas excentricidades vienen de actividades non sanctas.

Y ahí estarán personajes de su mismo gremio, como el abogado Jaime Lombana Villalba, para recordarle que su fortuna viene de los tratos con mafiosos de la peor calaña y que, quizás, no es buena idea que la derecha del país coloque todos sus huevos en esa canasto.

 

 

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León Valencia Director

Director de la Fundación Pares, un centro de pensamiento especializado en investigaciones sobre los conflictos sociales y políticos colombianos. Ha sido columnista de la revista Semana y los diarios El Tiempo y El Colombiano. Dirigió la investigación académica sobre la parapolítica que condujo a uno de los mayores escándalos judiciales del país. Ha escrito diversos libros sobre la realidad nacional, entre los cuales están: «La parapolítica, la ruta de la expansión paramilitar y los acuerdos políticos; «Adiós a la política, bienvenida la guerra»; «Mis años de guerra»; «Con el pucho de la vida»; El regreso del uribismo; «Los clanes políticos que mandan en Colombia» y su más reciente novela «La sombra del presidente». Recibió el Premio Simón Bolívar de periodismo en 2008 en la modalidad “Mejor columna de opinión”.