La idea de reunir a todos los Nobel de literatura en un festival en Aracataca está más viva que nunca

Gracias a Daniel Samper Pizano y a su columna en Cambio Colombia supe que Macondo cumplió setenta años. Cuando hablo de Macondo no me refiero solamente a Aracataca, sino a ese estado mental que creó Gabo en el que caben todos los pueblos de América Latina: con sus agüeros y fantasmas, sus medicinas y atrasos, sus colores y su magia. Samper Pizano recuerda —con razón— que la palabra no nació en Cien años de soledad, sino en enero de 1955, con la publicación de La hojarasca, y en octubre de ese mismo año con el cuento Isabel viendo llover en Macondo. Desde entonces, a algunas personas nos quedó tatuada en el alma.

Para mí, en lo particular, 2025 fue el año en el que me conecté con Macondo como nunca. Mi interés por García Márquez nace de un arraigo familiar, y ese lazo nos llevó a emprender una quijotada hermosa: el Festival Aracataca, celebrado en agosto pasado para honrar el legado garcíamarquiano. Se pensó, se escribió, se caminó y se celebró a Gabo desde el lugar donde todo comenzó. Hacer conversatorios, talleres y lecturas en la casa del telegrafista y en la casa natal del Nobel fue un hecho que superó todos mis anhelos y justificó, de alguna manera, mi trayectoria como gestora cultural. He tenido a cargo festivales de la envergadura de Rock al Parque, pero nada se compara con organizar un festival en la tierra del realismo mágico.

No es sencillo hablar en primera persona de los logros, pero fue —y seguirá siendo— un éxito. El primer festival fue apenas el primer peldaño hacia una celebración más profunda y perdurable: festejar en 2027 los 100 años de Gabo en Aracataca, acompañados por los premios Nobel de literatura que siguen vivos y que, de alguna forma, han sido también cobijados por Macondo.

Estamos en octubre, mes en que se anuncian los nuevos galardonados. Mientras las apuestas se dividen entre los eternos nominados —Murakami, Cărtărescu, Anne Carson—, aprovecho para recordar cuáles son los Nobel de literatura que aún viven y que podrían acompañarnos en el 2027. La lista, tomada de la columna de Jorge Sánchez Vargas, refresca una idea que nació hace un año y que hoy está más cerca de volverse real:

  • Han Kang (Corea del Sur, 2024): autora de La vegetariana, Actos humanos y No soy nadie, donde el cuerpo se vuelve territorio de resistencia.
  • Jon Fosse (Noruega, 2023): dramaturgo del silencio y la introspección, creador de Melancolía, El otro nombre y Yo es otro.
  • Annie Ernaux (Francia, 2022): en Los años, El lugar y La vergüenza convierte la memoria femenina en un mapa social.
  • Abdulrazak Gurnah (Tanzania/Reino Unido, 2021): narrador de exilios y colonialismos, autor de Paraíso, A orillas del mar y Deserción.
  • Olga Tokarczuk (Polonia, 2018): arquitecta de mundos míticos en Los errantes y Sobre los huesos de los muertos.
  • Kazuo Ishiguro (Reino Unido/Japón, 2017): explorador de la memoria y la identidad en Lo que queda del día y Nunca me abandones.
  • Bob Dylan (EE. UU., 2016): trovador que convirtió la canción en literatura.
  • Svetlana Alexievich (Bielorrusia, 2015): cronista coral en Voces de Chernóbil y La guerra no tiene rostro de mujer.
  • Patrick Modiano (Francia, 2014): caminante de la memoria en Dora Bruder y En el café de la juventud perdida.
  • Mo Yan (China, 2012): heredero del realismo mágico oriental en Sorgo rojo.
  • M. Coetzee (Sudáfrica/Australia, 2003): diseccionador de la culpa y la injusticia en Desgracia y Esperando a los bárbaros.

 

Algunos de los grandes ya no están, como Mario Vargas Llosa —el lector más apasionado de la obra de Gabo— o Günter Grass, quien reconoció más de una vez el impacto que tuvo en su escritura la lectura de Cien años de soledad. Traer a todos será un reto, lo sabemos; Bob Dylan, por ejemplo, es tan misterioso como inabordable. Pero estamos convencidos de que en marzo de 2026 podremos consolidar un segundo festival que atraiga las miradas del mundo cultural y que haga evidente que Aracataca —es decir, Macondo— puede volver a estar en el centro del mundo.

Setenta años cumple este octubre una palabra que nos define y que nos puso en los mapas literarios del planeta. Y en 2027, el centenario del mago que nos salvó del olvido nos convoca a honrar su legado en su tierra, con el tren volviendo a detenerse en Aracataca.