
Una de las últimas apariciones públicas de Mario Vargas Llosa fue su visita a Barrios Altos y la Quinta Heeren, las localidades de Lima donde se desarrollan dos de sus novelas. Después de pasar buena parte de su vida en ciudades como Barcelona, París y Madrid, el Nobel regresó a Lima, la ciudad que supo describir como lo que era: un maestro. No sabíamos que estaba enfermo. Vargas Llosa no sólo era conocido por su rigor intelectual sino por una disciplina física indeclinable. Contrario a la bohemia de sus compañeros del Boom, el autor de La ciudad y los perros era un deportista consumado, un hombre que hasta bien entrado en la setentena corría cinco kilómetros diarios, por eso creíamos que iba a durar para siempre. Pero Vargas no fue precisamente un monje. A pesar de ser un intelectual sus devaneos amorosos lo hicieron una cara habitual en las portadas de las revistas del corazón. Su aventura con su tía Julia le significó una fortuna, La tía Julia y el escribidor vendió millones de copias y además fue adaptada innumerables veces en el cine y la televisión. En Colombia su personaje fue interpretado por un juvenil Victor Mallarino a finales de los años setenta. Su relación con su tía se rompió después de enamorarse de Patricia, su prima, de quien se separó cuando ya frizaba los ochenta años, cuando se enamoró con locura de alguien tan distinto a él como Isabel Preysler. Su separación con Preysler, en enero del 2023, volvió a ponerlo de protagonistas en los amarillistas tabloides madrileños.