La devoción extrema del abogado Jaime Granados hacia su cliente estrella, Alvaro Uribe: no le cobra un peso

El pasado jueves, en medio de una indagatoria al testigo número 16 que se presentaba en el juicio que se le sigue a Alvaro Uribe por presunta manipulación de testigos, llegó el fallo de la Corte Suprema aceptando la tutela interpuesta por Jaime Granados para suspender el juicio que se le sigue al expresidente, un ataque más que ha recibido la jueza Sandra Liliana Heredia quién ha demostrado imparcialidad durante el juicio. Jaime Granados no podía ocultar su felicidad. La estrategia estaba planteada desde el principio, dejar que se dilate tanto el proceso que llegue hasta el 8 de octubre, fecha de su prescripción. Hay que aclarar que Granados fue quien reformó, en el 2004, el sistema penal acusatorio creando estos vacíos jurídicos en los que se han beneficiado varios de sus defendidos. Toda persona tiene derecho a una buena defensa y por eso vemos que Granados no se deja inclinar por prontuarios tan contundentes como los que lucen algunos de sus defendidos, este es el caso de el ex alcalde Cúcuta Ramiro Suárez Corzo, condenado por asesinar al asesor jurídico de su alcaldía, al coronel Luis Alfonso Plazas Vega, quien en su momento fue condenado -aunque después fue absuelto- por la sangrienta retoma al Palacio de Justicia, o a los parapolíticos Jorge Manzur, ex gobernador de Córdoba, y al ex senador Luis Eduardo Vives.

Granados es un abogado mediático desde hace casi cuarente años. La primera vez que defendió a un famoso fue al presentador Jorge Barón. Por eso sabe cómo moverse en las cámaras. El pasado jueves uno de los afectados por el proceder de Uribe, Iván Cepeda, se quejó de la suspensión del juicio y apuntó a la maniobra de dilatar hasta prescribir. Granados, ante la presión no sólo de Cepeda sino de algunos senadores como Wilson Arias de que, para demostrarle transparencia al país lo mejor es que renuncie al derecho de prescripción, respondió de la siguiente manera, siempre provocador: “Como diría nuestra vicepresidenta, de malas”.

Granados y Uribe son amigos desde 1996 cuando, siendo gobernador de Antioquia, Oscar Iván Zuluaga le presentó a este penalista graduado de la Universidad Javeriana. Desde entonces se convirtió en la voz que lo aconseja, que lo mide, que lo asesora. En la década del noventa vivió varios años en Puerto Rico en donde aprendió de la mano de sus maestros, las reformas que se estrenaban en Puerto Rico y que favorecían siempre al poderoso. Una de esas reformas al sistema penal acusatorio podría favorecer a Uribe, la de la prescripción, la de hacer juicios contrarreloj y si no hay fallo el acusado simple y llanamente sale libre.  Desde el 2004 y de manera ininterrumída ha defendido los intereses del presidente en los casos más espinosos que se le han seguido, como las chuzadas del DAS, la defensa del ex consejero presidencial Bernardo Moreno, y muchos casos más.

A Granados lo unen con Uribe la pasión por los boleros y en contadas ocasiones se han reunido a disfrutar de unos tragos y la música. Desde que lo defiende, hace exactamente veintiun años. Las razones que ha dado Granados para no cobrarle un peso a Uribe por su defensa, que por lo general siempre ha sido exitosa, es que a los próceres de la patria no se les debe cobrar un peso porque él, como colombiano, está obligado a hace patria.

Sólo este martes 25 de marzo sabremos si la apelación que hizo la jueza Heredia pudo destrabar un juicio que cayó en las telarañas con las que Granados acostumbra a enredar a los que van por su cliente estrella y amigo, Alvaro Uribe Vélez.