
Las tenazas del ejército colombiano están apretando a la estructura de Iván Mordisco en Guaviare. En los últimos días, por lo menos diez miembros de esta disidencia cayeron en las selvas colombianas. En esa avanzada, el pasado domingo cayó Willington Vanegas Leyva, alias Dumar, cabecilla del frente Martín Villa. Cuando el ejército quiso recuperar el cadáver, la comunidad se le atravesó e impidió la tarea. Ha habido mucha desinformación desde esa fecha. En las noticias se trata a la comunidad como si fueran miembros del EMC, incluso el ministro de Defensa, Pedro Sánchez, afirmó: “Algunas de estas personas, presuntamente infiltradas o amenazadas por Mordisco, exigen la entrega del cuerpo de uno de los diez muertos en desarrollo de la operación militar el pasado domingo, donde nuestras @FuerzasMilCol y @PoliciaColombia adelantaron una contundente ofensiva contra la comisión criminal del cabecilla alias Dumar o Chito”. La verdad es mucho más compleja. En las confrontaciones habría caído el campesino Ramiro Correa. El desconocimiento mediático ha sido, en este caso y una vez más, escandaloso. Por eso, hablar de secuestro podría ser una imprecisión.
La investigadora de la fundación Pares, Johanna Torres, quien es experta en este territorio, explica el papel que ha cumplido la gente en este territorio plagado de guerra: “Las comunidades están conformadas por infancias, adultos mayores, adolescentes, jóvenes, mujeres, que han construido sus proyectos de vida en estos territorios y no se van a mover a otro lado o se van a venir a las grandes ciudades. Las comunidades del Guaviare han tenido que vivir en medio de los actores armados y de la lógica del conflicto armado. Por eso, es importante acercarse al territorio, conocer la realidad de lo que allí está pasando, entender las exigencias que están frente a las formas en que el ejército puede estar entrando en el territorio, de lo contrario se volverá a visiones de anteriores gobiernos que estigmatizan y criminalizan a la población que habita zonas contraladas por los grupos armados”.
La presencia de las FARC en este departamento data de mediados de la década del setenta. Sin embargo, fue en 1993 cuando se conformó el Bloque Oriental durante la Octava conferencia de esta guerrilla. A finales de la década del noventa, la aparición del Bloque Centauros de las AUC hizo que la disputa territorial por los plantíos de coca recrudeciera aún más el conflicto. Los paras se desmovilizan en 2005 y desde entonces -con un breve intervalo durante la dejación de armas y firma de paz de noviembre del 2016- los que han mandado son las FARC. Hay que recordar que estos paramilitares fueron llevados en aviones por la propia Fuerza Aérea realizando lo que se conoce como la masacre de Mapiripán. Nebio Echeverri, uno de los hombres más poderosos del Guaviare, se le acusa de crear este bloque paramilitar según lo marca Justicia y Paz. El poder de “la élite regional”, continúa.
Hay que recordar que el Bloque Oriental estaba a cargo del Mono Jojoy y era uno de los más rentables y crueles de las FARC. Después de la firma de paz, las disidencias de Gentil Duarte pastaron acá y los problemas que se tuvo a la hora de implementar el acuerdo, profundizadas por los años de desdén con la paz que caracterizó al gobierno de Iván Duque, provocaron su expansión. Gentil Duarte fue asesinado en mayo de 2022, en el estado venezolano de El Zulia. Una de las hipótesis que se ha manejado es que el ELN fue el responsable del atentado a su campamento. Desde entonces, en el Guaviare, el que manda es Iván Mordisco, quien ha sabido copar el territorio dejado por Duarte desde su asesinato.
Para Nicolás León, investigador de Pares, la importancia del Guaviare para los grupos armados es el control de los cultivos de coca y “La extracción ilegal de minerales, el control de la extracción del oro, también es que este es un departamento que, por su ubicación, es un corredor estratégico que conecta la llanura, el Vichada, Vaupés, a través de la navegación de sus ríos, pero también a las fronteras de Brasil y Venezuela que lo hace ideal para el contrabando de armas y combustible y tercero es que acá el Estado no existe, este es un territorio selvático que le permite a estos grupos ocultarse, hacer labores de entrenamiento, allí se recomponen y les dan margen de maniobra. A principios de año, hubo un rumor que a Iván Mordisco lo habían asesinado y lo que se supo es que huyó a la selva del Guaviare”.
Actualmente, se vive un conflicto con las dos disidencias que se disputan el control territorial y acá se han visto otra vez diferentes tipos de violencia que afectan a la población civil. Hay que recordar que hace poco se encontró una fosa común con ocho líderes religiosos que habían sido previamente secuestrados, el confinamiento también hace parte de la cotidianidad para sus habitantes y ahora vuelven a aparecer en el centro de la noticia por la retención de los 34 militares que buscaban extraer el cadáver de alias Dumar. Acá se habla de retención porque la comunidad está en un proceso de negociación.
A todo esto, se suma la estigmatización. ¿Qué tiene la culpa la gente que habita el Guaviare de que la guerra se pegue como una lapa a su territorio desde hace cincuenta años? La orden que tenía alias Dumar, por parte de Iván Mordisco, era precisamente la de consolidar los corredores estratégicos de Meta y Guaviare con integrantes que venían directamente de Argelia, Cauca.
Hasta la tarde de este miércoles 27 de agosto, se desconocía aún la suerte de los 34 militares retenidos por una comunidad que vive siempre buscando respuestas y soluciones para salir del ojo del huracán en donde parece estar condenada a estar.