Radiografía de los retos de seguridad en Cali y Valle del Cauca

Por:  Nicolás León y Santiago Medina

El pasado 21 de agosto en la ciudad de Cali se registró un atentado con explosivos que prendió las alertas sobre el recrudecimiento de la violencia, no sólo en esta ciudad, sino en todo el Valle del Cauca. El hecho, adjudicado a las disidencias del EMC al mando de alias Iván Mordisco, puso de manifiesto la compleja situación de seguridad que se viene profundizando desde los últimos años en el departamento, lo cual se configura como uno de los principales retos para el gobierno nacional, en la recta final de su mandato.

 

Dinámica armada en el Valle del Cauca

El departamento de Vall del Cauca tiene una alta importancia geoestratégica para la movilidad de los grupos armados, así como para el flujo de las economías ilícitas, principalmente la coca y la marihuana, pues a pesar de que no alberga zonas relevantes de producción ni procesamiento, sí se configura como un corredor fundamental que conecta con el Eje Cafetero, el Tolima, el Cauca y el Pacífico.

Esto ha hecho que, entre otros grupos ilegales, el Estado Mayor Central (EMC), disidencia al mando de Iván Mordisco, busque expandir y consolidar allí su control territorial. Actualmente este grupo armado ostenta una alta capacidad de control en zonas como el Cañón del Micay y el norte del departamento del Cauca, y a la par se han instalado estructuras en el sur y oriente del Valle, como los Frentes Dagoberto Ramos, Adán Izquierdo y Jaime Martínez, siendo este último el señalado responsable de los recientes atentados en la ciudad de Cali.

Para las disidencias al mando de Mordisco, tanto Cauca como Valle del Cauca pretenden configurarse como fortines que permitan asegurar y fortalecer su capacidad operativa en la región pacífica del país, así como expandirse hacia Tolima, Huila y Nariño. En ese contexto, mantiene fuertes disputas con otros grupos como el ELN, el Estado Mayor de Bloques y Frentes (disidencia al mando de alias Calarcá) y el Frente 57 Yair Bermúdez, estructura que antes pertenecía al EMC y ahora le ha declarado la guerra, protagonizando la violencia que se vive en el norte del Cauca y el sur y oriente del Valle.

El EMC y su demostración de ‘poder’ en Cauca y Valle

 

Al ser evidente la capacidad de control del EMC de Mordisco en Cauca y Valle, el Gobierno Nacional ha adelantado operativos en contra de sus estructuras, principalmente en el Cañón del Micay con la Operación Perseo, afectando uno de sus principales centros de operación en la región. En respuesta a esto, el EMC ha emprendido múltiples acciones en contra de la Fuerza Pública, en lo que parecería una muestra de su capacidad militar en la zona, tal como se vio en los atentados simultáneos registrados en Cauca y Valle en junio del presente año, donde también se vio afectada la ciudad de Cali, así como municipios cercanos como Jamundí y Palmira.

Frente reciente al atentado del camión bomba en Cali, el presidente Gustavo Petro aseguró que se trataba de una represalia por parte del EMC ante la reciente Operación Perseo II desarrollada en la zona del Cañón del Micay. Esto se considera bastante probable, teniendo en cuenta los antecedentes señalados, en los que el EMC estaría tratando de demostrar constantemente su poderío en esta zona del país. Además, se suma el valor político y militar que puede tener para esta disidencia el hecho de llevar a cabo operaciones de manera directa en una ciudad tan importante a nivel nacional como lo es Cali, sumado a su presencia en Jamundí, Palmira, Dagua, Candelaria y Buenaventura a través del Bloque Occidental Jacobo Arenas (BOJA). Esto, sin duda, genera un preocupante escenario de riesgo que ya no solo se manifiesta en entornos rurales, sino también en importantes centros urbanos.


Cali: la joya anhelada del crimen en la región

Desde hace años el panorama criminal en Cali se ha caracterizado por la proliferación de organizaciones delincuenciales de mediano y bajo nivel que, aunque hoy operan de manera fragmentada, mantienen controles micro-locales en sectores y comunas específicas. Su accionar se ha concentrado principalmente en el microtráfico, extorsión, hurto, sicariato y préstamos “gota a gota”. A esto se suma la injerencia de grupos armados organizados como las disidencias del EMC y de manera latente el ELN y el EGC.

Este contexto hace que hoy en día la ciudad de Cali y su área metropolitana se encuentren en un escenario de riesgo frente al fortalecimiento de la presencia de los grupos armados organizados y de su posible articulación con grupos de carácter local insertos en las dinámicas de la delincuencia común. En este panorama se configura un conflicto en el que confluyen dinámicas de confrontación armada con intereses económicos ilícitos, asimismo la articulación con las bandas locales incrementa el riesgo de organización del crimen en la ciudad, lo que tendría efectos directos sobre la seguridad urbana y regional, como lo ha demostrado su inclusión en el en el ranking de las 50 urbes con mayores tasas de homicidios en el mundo (Duncan, 2024).

La cercanía de la ciudad al puerto de Buenaventura y rutas hacia el pacífico la convierten en un punto nodal para las economías ilícitas, como el narcotráfico, el contrabando y el tráfico de armas, lo cual ha facilitado la proliferación de actores armados y criminales, que además estarían recurriendo a la subcontratación de bandas locales para fortalecer su injerencia. De esta manera, la ciudad tiene un alto valor geoestratégico para el desarrollo de las economías ilícitas en las que participan los grupos armados, incrementando los riesgos de disputa por el control territorial y afectaciones humanitaria a la población.

La confluencia de grupos armados organizados y bandas de delincuencia común en la ciudad evidencian un escenario de riesgo en al menos dos sentidos: por un lado, la presencia y subcontratación criminal podría derivar en un mayor nivel de organización del crimen en la ciudad, llevando a que las organizaciones que actualmente actúan de manera dispersa e independiente se articulen bajo propósitos comunes que beneficiarían la posición de los GAO y en particular del BOJA en la ciudad y región.

Por otro lado, este escenario conduce a una reconfiguración del mapa criminal, lo que se traduce en una alta probabilidad de enfrentamientos entre las bandas locales las cuales buscarán la imposición de sus propósitos o preservar el control y supervivencia en sus zonas de influencia, lo que conllevaría inevitablemente a un aumento de los indicadores de violencia.


A modo de conclusión

El escenario de presencia de grupos armados en el Valle del Cauca está marcado por disputas territoriales y enfrentamientos constantes con la fuerza pública, lo cual tiene repercusiones cada vez más evidenciables en entornos urbanos. Los riesgos asociados a la presencia y accionar directo de grupos como el EMC en la ciudad de Cali, así como las dinámicas de subcontratación de estructuras locales, plantean una problemática compleja en términos de seguridad, lo cual no depende solamente de lo que ocurra en el departamento, sino que está articulado con lo que ocurre en Cauca, Tolima y el Eje Cafetero.

En complemento, otras estructuras del crimen organizado han mostrado interés en consolidar el corredor estratégico en todo el departamento. Organizaciones como La Inmaculada en Tuluá y las alertas por la consolidación del grupo “Nueva Generación de Rastrojos” en el Norte del Valle, así como el interés de carteles transnacionales como el Cartel Jalisco Nueva Generación y el Cartel de Sinaloa con altos intereses en la región, llevan a pensar que la organización y reconfiguración del crimen en Cali es cuestión de tiempo.