Putin llega a China ¿tiembla Trump?

Hace unas semanas, Putin y Trump se dieron la mano en un encuentro en Alaska. El encuentro desató todo tipo de rumores. Algunos afirmaron que este apretón de manos significaba, ni más ni menos, que Rusia le bajaba el pulgar a su antiguo socio, Venezuela. Que ya habían acordado despedazar ese país. Que las esperanzas del chavismo, de seguir manteniendo su seudorrevolución, estaban truncadas. Sin embargo, el pasado martes, Putin se encontró por primera vez, desde febrero del 2022, cuando empezó la invasión militar a Ucrania, con Xi Jiping, el hombre más poderoso de la China, en la ciudad de Tianjin, donde está uno de los puertos más modernos del mundo y a escasas dos horas de Beijing en tren bala. En ese encuentro se hará una gran fiesta —en la que participarán— como lo recuerda la BBC, dos países incómodos para Estados Unidos, la India y Corea del Norte.

Pero ahí no termina esta visita histórica. Este miércoles será el invitado de honor en la celebración del aniversario número 80 del fin de la Segunda Guerra Mundial, un día patriótico para China, ya que se impuso a Japón en una histórica victoria contra el fascismo japonés.

Acá es donde los analistas se rascan la cabeza y se preguntan cuál es la jugada de Putin. ¿Molestará esto a Trump? ¿Importa? La geopolítica está que arde con tropas moviéndose en las costas venezolanas, la eterna tensión entre Corea del Norte y Estados Unidos y en todo este espectro, transversal, está Putin. En las últimas semanas, Trump le ha bajado el tono a su postura con Corea del Norte y, el 25 de agosto de 2025, afirmó que está dispuesto a hablar con Kim Jong-un, con quien se reunió tres veces en su primer mandato, a quien dice conocer muy bien y con quien aspira jugar al golf en Corea del Norte, después de construir una Torre Trump. Esto no es ninguna sorpresa, Trump tiene predilección por los hombres fuertes.

Todo esto está bien para Estados Unidos, pero lo que preocupa es que Trump forme un bloque Rusia-India-China que le haga contrapeso. Esto se lo buscó el propio presidente norteamericano después del amague de guerra comercial que les propuso al principio de año, cuando volvía a sentarse en su sillón en la Casa Blanca. Tal y como señalan algunos analistas, fue un error irreparable de Trump hacer estallar las tensiones con la amenaza de guerra comercial contra China. Por cercanía geográfica, era más fácil para Putin darle la mano a Xi Jiping y pedir su ayuda a la hora, por ejemplo, de terminar una guerra que se antoja infinita y estancada en Ucrania.

Después del bloqueo de Occidente a Rusia, tras la invasión a Ucrania, Putin no se quedó de brazos cruzados. El gas que alguna vez le vendió a Europa ahora se lo está proporcionando a China. Esto generó lazos inquebrantables, y es seguro que, en caso de que Estados Unidos decida estar de parte de Rusia en la invasión a Ucrania, ni siquiera eso podrá hacer que Rusia deje de formar parte de la esfera de intereses chinos. Esa partida de ajedrez la empezó a perder Trump por su bravuconada, acaso influido, en su momento, por su entonces amigo Elon Musk, y el encuentro con Putin en Alaska al final no sirvió para mucho.