Zozobra, angustia y confinamiento en Buenaventura
- Oficina Pares Pacífico
- 1 abr
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Por: Oficina Pares Pacífico

Vladimir Bravo tenía 24 años y era una de las estrellas del equipo de fútbol Deportivo Oros del Pacífico. El domingo 30 de marzo compró unas salchipapas en el barrio La independencia. Nunca pensó que sería lo último que iba a hacer en su vida. Unos hombres, en dos motocicletas, lo balearon. La joven promesa murió en ese lugar. Nadie se explica por qué lo mataron. Sus entrenadores, su familia, constatan que era un muchacho concentrado en una sola obsesión: poder comprar una casa a punta de goles. Ese domingo fueron asesinados en Buenaventura seis muchachos.
Buenaventura, en lo que va corrido del 2025, lleva registrado, según la Fundación Paz y Reconciliación, cincuenta homicidios, cincuenta homicidios, una cifra que sobrepasa el primer trimestre del 2023 y 2024 juntos. En esas fechas se contaron 33 asesinatos. En el año 2021 Buenaventura ocupó la casilla 13 entre las 50 ciudades más peligrosas del mundo. La tasa de homicidios era de 51 por cada 100 mil habitantes. Un año después, con la llegada de Gustavo Petro a la Casa de Nariño y su política de Paz Total se llegó a pensar que los viejos fantasmas quedaban atrás. Las dos estructuras criminales más temibles de la ciudad-puerto, los Shottas y los Espartanos, decidieron sentarse en un espacio de conversación sociojurídico, avalado por el gobierno y por la iglesia católica. Incluso llegaron a jugar un partido de fútbol para pactar la paz. Durante tres meses Buenaventura no registró asesinatos en la zona urbana. Se respiraba otro aire. Se acabaron por un momento las fronteras invisibles, el reclutamiento de menores. Había esperanza. Pero todo eso terminó.
La tregua entre Shottas y Espartanos se había venido renovando con dudas, sin certezas. El 5 de febrero era la fecha donde caducaba. Pero, a fuego y sangre esta se rompió a mediados de enero. Esto disparó las cifras de homicidios. Nada más en marzo del 2025 se registran 20 asesinatos. Esta situación, ha generado Zozobra, angustia y confinamiento. El pasado fin de semana en las calles de Buenaventura asustaban. No había gente en las calles, y la usual música retumbante le daban paso a un silencio atronador. Triste.
No cabe duda de que Shottas y Espartanos ejercen control territorial. Ellos dicen lo que va, dicen lo que no se da. Se han tenido que cambiar las dinámicas de la vida cotidiana. Como en pandemia las universidades han decidido cerrar sus puertas y dar sus clases de manera virtual. Los padres y madres no mandan a sus hijos al colegio. Afirman que no hay seguridad para hacerlo. Las zonas en donde se focaliza la violencia son las comunas 10 y 12 en la localidad 2. Allí las venganzas entre un bando y otro y las fronteras invisibles rigen la vida de los habitantes.
Y sin embargo, desde la sociedad civil, aún hay un espacio para la esperanza. De acuerdo a los recientes pronunciamientos las dos estructuras, han dicho que tienen voluntad de paz, lo que no existen son condiciones para el sometimiento y para la tregua. En marzo la delegación de paz del gobierno hizo público un acuerdo que llegaron con Shottas y Espartanos para que se comprometan a no reclutar niños y niñas para el uso de la violencia. Exhortamos a las estructuras a cumplir su compromiso con la paz.
El asesinato de Vladimir Bravo sirvió para que el país mirara a Buenaventura. Ya se ha dicho sobre la necesidad de pasar a la acción. Los gremios del puerto ya alertan sobre la escalada de violencia que traerá su impacto sobre la economía. Los viejos demonios vuelven a atenazar Buenaventura. Sus calles están vacías y, sin embargo, la llama de la esperanza en una salida negociada del conflicto se mantiene viva desde las organizaciones sociales, quienes cada día contribuyen a la construcción de la Paz.
La paz se construye en medio de las diferencias, el llamado es a la articulación del gobierno local, departamental y nacional.
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