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Y el pueblo salió a las calles defender la paz

Por: Sergio Saavedra. Redacción Pares


La marcha en defensa de la paz y en respaldo a la JEP convocó algo más de 10.000 personas, quienes salieron a las calles a exigir que este país merece una paz sin objeciones para que cesen los ríos de sangre y los silencios que ha dejado más de sesenta años de guerra.


Salieron por miles a las calles a advertirle al gobierno nacional que defenderán lo alcanzado en los Acuerdos y que buscarán incansablemente la verdad, la justicia, la reparación y la garantía de no repetición.


Cabe recordar fragmentos del poema de Gonzalo Arango que lleva por nombre ‘Santo y seña’ “Las trincheras y los calvarios serán de amor,/ acendrado ascetismo y fuego purificador./ Borraremos las fronteras con el aliento amoroso de los caminantes (…)/ La libertad es nuestra identidad y nuestra unión;/ el amor el santo y seña para ingresar a la Fiesta.»


Los caminantes con pancartas y arengas reclamaron el derecho a la vida y el respeto a las víctimas de este país, quienes —entre otras cosas— resaltaron el miedo de quienes están en contra del Acuerdo; miedo a la verdad, como aseguraron los manifestantes.


Las consignas fueron una protesta contundente contra las objeciones que presentó el presidente Iván Duque a la Ley Estatutaria de la Justicia Especial de Paz, los ataques de desprestigio a quienes defienden el Acuerdo, la estigmatización presentada por parte de la bancada del Centro Democrático, la situación de crisis humanitaria que se están presentando en los departamentos del Cauca y Chocó, a su vez, una sola voz contra los incesantes asesinatos de líderes y lideresas.


Después de la incertidumbre, producto del difícil momento que atraviesa el país con el recrudecimiento de la violencia en las regiones, las maniobras dilatorias para la implementación de lo acordado y el continuo intento de reformar unilateralmente el Acuerdo; la ciudadanía se tomó las principales plazas y le entregaron al Congreso la consigna de que Colombia no quiere más guerra.

Sectores de distintas vertientes políticas, sociales y culturales se configuran con esta marcha como un actor determinante para el devenir de Colombia. ¡Hay esperanza, y la esperanza es terca!

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